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TOMA UN CAFÉ CONTIGO MISMO
La importancia del encuentro con la autoestima
como clave del éxito en la vida
1. Análisis del impacto de los fracasos
7. El derecho al bienestar los espacios y los límetes
2. ¿Somos realmente Víctimas?
8. El período de transición
3. Nuevas interpretaciones para nuestra historia personal
9. La autovaloración. El verdadero significado de tomar
un café con uno mismo
5. ¿Qué es la autoestima?
6. Las fuentes naturales de la autoestima
10. De proa hacia un nuevo horizonte
Resumen elaborado del libro TOMA UN CAFÉ CONTIGO MISMO, por Walter Dresel. Copyright © 2008, para América Latina.
Impreso por Editorial Norma, Bogotá, Colombia.
Toma un café contigo mismo
Walter Dresel
ANÁLISIS DEL IMPACTO DE LOS FRACASOS
El camino hacia el triunfo se vuelve solitario porque la mayoría de los hombres no está dispuesta a enfrentar y vencer los
obstáculos que se esconden en él. La capacidad de dar ese último paso cuando estás agotado, es la cualidad que separa
a los ganadores de los demás corredores.
Edward Le Baron
Cada vez que intentamos algo nuevo, sea en el campo que
fuere, nos exponemos a muchos riesgos, y uno de ellos es
el de no lograr nuestros objetivos.
No es necesario vivir obsesionados por la creencia de que
si no logramos siempre el primer lugar somos indignos de
nosotros mismos.
Podemos ganar o perder, pero es no necesariamente debe
afectar nuestra autoestima, que es nuestro patrimonio más
importante.
Usted decide lo que hace: o se queda allí estancado, llorando
y sufriendo por su mala suerte, o, por lo contrario, hace algo.
EL IMPACTO INICIAL
Lo primero que nos sucede cuando percibimos la herida
profunda que nos causa una pérdida abrupta es el
desconcierto. Sabemos que hemos sido duramente
golpeados, pero aún no podemos aceptarlo en su total
dimensión, pues no nos sentimos merecedores de tal
agresión a nuestra persona.
Podemos sufrir, en esta etapa, repercusiones sobre nuestro
cuerpo físico, tales como inapetencia, dolores de cabeza,
mareos, dificultados respiratorias, etc.
La reacción natural es actuar y tomar decisiones que
contrarresten la injusticia de la que hemos sido objeto,
siendo habitual que cometamos grandes equivocaciones,
porque lo hacemos de acuerdo con lo que sentimos y no
de acuerdo con lo que es mejor para nosotros, dadas las
circunstancias que estamos atravesando.
Lo que seguramente no necesitamos es que nos den
ejemplos de cómo tal o cual persona salió de una situación
similar, o que nos digan que con buena voluntad todo se
arreglará en el futuro.
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Los temores y los terrores
Los miedos son mecanismos de supervivencia cuando
tienen que ver con objetos específicos, tal como el dolor
o la fiebre; son la luz roja que se enciende como señal de
advertencia, para indicarnos que en algún sector de nuestro
cuerpo o de nuestra alma, hay algo que no está funcionando
de manera adecuada.
Otra cosa muy diferente son los terrores o el pánico, porque
no solamente nos paralizan sino que pierde su finalidad de
protegernos frente a una amenaza potencial.
LA IRA Y LA AUTOCRÍTICA DEVALUATORIA
Algunas personas quedan tan afectadas por sus fracasos
que ni siquiera atinan a enojarse, y pasan del terror a
la desesperanza, salteándose peligrosamente algunos
peldaños de su reconstrucción.
Al no existir este período de transición, que es algo así
como una radiografía interna de nuestra sensibilidad,
la recuperación se hace más penosa, porque la ira y la
autocrítica, siempre y cuando sean pasajeras, son muy
recomendables para reforzar la convicción de que somos
personas que valemos y que tenemos derecho a sentirnos
mal con lo que nos sucede.
La autocrítica es válida en cuanto nos ubica en el justo lugar
de nuestra responsabilidad. Se convierte, en cambio, en
una práctica absolutamente destructiva en la medida en que
la utilizamos para devaluar nuestra persona, y para fustigar
con dureza nuestra conducta.
El juicio de quienes nos rodean
El qué dirán y el “qué pensarán de mí”, son
fantasmas que comienzan a rondar en nuestra mente,
haciéndonos sentir profundamente culpables, no por lo
que nos pasó o por cómo nos sentimos, sino por lo que los
demás van a pensar de nosotros.
Resumen elaborado por Carlos Aguirre. [email protected]
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Toma un café contigo mismo
Walter Dresel
Analicemos en profundidad los hechos, en su contexto
real: quienes estamos sufriendo somos nosotros, quienes
debemos buscar las soluciones somos nosotros. Entonces,
¿quién tiene el derecho de juzgar nuestras actitudes o
nuestros sentimientos? La respuesta es clara y concluyente:
nadie, salvo aquellas personas a las que les otorguemos el
poder de emitir juicios de valor sobre nuestra actitud.
La esperanza o la desesperanza: nuestra
elección
La desesperación se instala cuando nuestra
autoestima es profundamente dañada y cuando tenemos la
íntima convicción de que la herida que hemos sufrido es
mortal y que no somos ni seremos capaces de recuperarnos.
Como toda apreciación, ésta puede ser tan subjetiva que no
nos permita visualizar que sí tenemos opciones, y que cada
ser humano es mucho más de lo que le sucede diariamente.
Tenemos que ejercer el derecho a realizar nuestro duelo por
la pérdida que hemos experimentado: es un permiso que
debemos otorgarnos.
Si escapamos de la pérdida, en lugar de sumergirnos en
ella, solo estaremos prolongando la desesperanza.
¿SOMOS REALMENTE
VÍCTIMAS?
Siempre nos compete una cuota de responsabilidad en las
cosas que nos pasan, y es bueno ser consciente de ello.
Obviamente, no nos gusta tener que admitir este hecho,
pero solo si nos sentimos parte indisoluble del problema y
no asumimos el rol de víctimas, estaremos en condiciones
de elaborar de modo adecuado el sentimiento de pérdida
que nos embarga y mirar con optimismo hacia el futuro.
Ser responsable implica, en primer lugar, que indudablemente
hemos sido parte activa de muchas de las cosas que nos
pasan, y que somos quienes construimos nuestro presente
y nuestro futuro, puesto que el pasado forma ya parte de
nuestra historia personal.
Si somos capaces de una alta autoestima, nuestra conducta
va a apoyar el autoconcepto positivo que poseemos.
Desde el mismo momento en que tomamos los conflictos
como “propios” ya nos estamos orientando hacia su solución.
Las emociones negativas
Las heridas, así como dejan cicatrices, también estimulan
la rebeldía y la convicción de que somos capaces de
sobrellevar la adversidad.
¿Me merezco la forma en que estoy viviendo?
Si comenzamos a sentir que representar el papel de víctima
se ha convertido en un estilo de vida para nosotros, debemos
visualizar con urgencia qué emociones negativas nos están
desgastando en lo interno, para no terminar seriamente
lastimados por el inadecuado manejo de estos sentimientos.
La ira
Los seres humanos nos sentimos indefensos cuando algo
amenaza nuestra propia imagen. Si nos sentimos como
víctimas, observemos si estamos permitiendo que la rabia
controle nuestra vida.
Preguntémonos con libertad si realmente estamos enojados;
y cuando respondamos por la afirmativa, reconoceremos
cómo los resentimientos siembran semillas de odio en
nuestra alma y un impulso de venganza en nuestra manera
de pensar.
Una vez que hayamos reconocido con sinceridad nuestro
enojo, este comenzará lentamente a disolverse.
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Resumen elaborado por Carlos Aguirre. [email protected]
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Toma un café contigo mismo
Walter Dresel
El miedo
El miedo, nos provocará una verdadera parálisis, aislándonos
dentro de nosotros mismos, y promoviendo que nuestros
pensamientos y nuestros sentimientos cobren una nueva
dimensión, haciendo que lo desconocido nos produzca
pánico.
La culpa
Cuando aparece esta emoción es comparable a lo que
sucede cuando la luz roja del tablero de un auto se enciende
en señal de aviso de que hay algo en el sistema eléctrico
que no funciona bien.
Ahora bien, tomar una actitud de enfrentamiento con el
sentimiento de culpa sería similar a responsabilizar a la luz
del tablero por el desperfecto eléctrico que el coche está
sufriendo.
Lo correcto es tener la valentía de reconocer la culpa,
eliminar su causa modificando el comportamiento que la
originó.
El agotamiento psicofísico
La actividad que venimos desarrollando ha resultado
superior a nuestras fuerzas y debemos hacer un alto, no
sólo para descansar, sino también para pensar hacia dónde
estamos dirigiéndonos y, si es el caso, corregir nuestra
perspectiva de la vida.
El gran desafío de la vida moderna es interpretar
por qué nos cansamos los seres humanos. En general nos
cansamos mucho menos por la realización de un esfuerzo
físico que por el desgaste de nuestro sistema nervioso que,
combinado con otros factores debilitantes, como el estrés, la
vida sedentaria y la mala alimentación, nos convierten en seres
minusválidos para enfrentar los desafíos básicos de la vida.
La desesperanza
Esta nos recuerda de manera constante que, a pesar
de todos los esfuerzos, no podremos resolver nuestros
problemas.
Si logramos abordar con cierta serenidad nuestra
problemática, veremos cómo jugar el papel de víctima es
muy poco redituable, además de dar una pobre imagen de
nuestra persona.
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NUEVAS INTERPRETACIONES
PARA NUESTRA HISTORIA
PERSONAL
Los hechos seguirán siendo los mismos. Lo que puede
cambiar, con el tiempo, es su interpretación, como una forma
de atribuirnos el derecho a seguir existiendo de una manera
digna frente a nuestros propios ojos y los de los demás.
Mientras permanezcamos aferrados a las respuestas negativas
sobre lo que nos aconteció, estaremos invirtiendo una gran
cantidad de tiempo en preocuparnos, actividad que nos puede
llegar a obsesionar hasta ocuparnos. Las preocupaciones
tienen la triste virtud de destruir la imaginación más creativa y
dejar sin energía a quien las sufre.
Las interpretaciones negativas que acompañan a las
preocupaciones pueden llegar a producirnos un verdadero
estado de parálisis. En contrapartida, la búsqueda de
interpretaciones positivas nos da el aliento necesario para
continuar luchando.
Aunque creemos que estamos funcionando en el presente,
nuestras respuestas están absolutamente teñidas por nuestra
historia, nuestro pasado. La manera de interpretar los hechos
no surge exclusivamente de nuestra visión del momento, sino
que tiene una fuerte raíz en las experiencias que hemos ido
sumando a lo largo de nuestra vida.
Sin atender a nuestro propio juicio, valoramos más lo que los
demás están pensando de nuestro desempeño, y ese poder
que entregamos a los demás para que juzguen nuestro paso
por la vida es una de las manifestaciones más genuinas de una
baja autoestima.
La forma de pensar sobre lo que nos pasa afecta directamente
la manera en que actuamos.
Si partimos de la base de que somos perdedores
en la lucha por la vida, sin duda actuaremos de ese modo.
Una forma de ampliar nuestros horizontes es desprendernos
de las etiquetas que forman parte del pasado. Cuando
continuamos viviendo aferrados a un rol con el que nos
hemos identificado, lo único que logramos es prolongar un
sentimiento de impotencia que no nos permite rediseñar
nuestra persona para enfrentar el mundo.
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Toma un café contigo mismo
Walter Dresel
Comience a fijarse en cómo habla usted de sí mismo
y qué mensaje recibe quien lo escucha, y luego
podrá entender con más claridad por qué a veces no
obtenemos aquello que deseamos.
Pero si no nos tomamos la molestia de hacernos las
preguntas, de cuestionarnos nuestros defectos, de descubrir
las áreas débiles de nuestra personalidad, no digamos luego
que no sabemos por qué sentimos que estamos arruinados.
Nuestros puntos débiles pueden ser nuestra fuerza
La ansiedad
La ansiedad definida como el “temor sin objeto” es un
sentimiento muy difícil de delimitar que nos invade cuando
no podemos establecer un control adecuado de los
acontecimientos que aparecen imprevistamente, y ante los
cuales nos vemos en la necesidad de responder con rapidez.
Cuantas menos alternativas de hacer frente a la situación
tenemos, más hostil nos parece el desencadenante del
estrés, y mayores la perturbación y el nivel de ansiedad.
El desánimo
La falta de confianza nos inclina a la constante evaluación
de las distintas situaciones que debemos enfrentar y de
nuestra capacidad para hacerlo. La autodesvalorización se
sintetiza a menudo en el siguiente planteo: “Si no puedo
hacerlo perfecto, mejor no comienzo”. Este pensamiento
expresa la certeza de que no vale la pena actuar, porque
desde el comienzo ya sabemos que no vamos a obtener
buenos resultados.
Aprendemos a hacer hincapié en nuestros defectos,
viéndolos a través de una lente de gran aumento.
Si cada vez que nos toca actuar sentimos sobre nuestros
hombros el peso de una probable derrota, no podremos
experimentar la alegría asociada con la posibilidad de lograr
el éxito en lo que nos proponemos.
La vergüenza
La vergüenza es un sentimiento que aparece cuando
tenemos la certeza de que somos lo contrario de lo
que deberíamos, absurda manera de juzgar nuestras
capacidades que aplicamos a todo lo que nos somos, a todo
lo que no pudimos hacer y que tampoco hemos de poder
realizar en el futuro.
El rechazo
Este sentimiento, aparece ante la seguridad de que nada en
nosotros es digno de admiración y deja entrever el temor a
enfrentarse al juicio de los demás, que es vivido como una
sentencia inapelable. Cuando ni siquiera podemos construir
un sueño sobre nosotros mismos, tampoco nos sentimos
proclives a alimentar sueños sobre los sentimientos de los
demás hacia nosotros.
¡Cuidado! No es el mundo el que nos excluye.
Somos nosotros mismos quienes no nos damos el lugar
que nos corresponde.
El sentimiento de inferioridad
De acuerdo con la estructura psicológica de cada ser
humano, este sentimiento puede ser permanente o
presentarse por espacios de tiempo más o menos breves.
Cuando se instala de modo permanente, tornándose
excesivo, anula la conciencia, y configura un verdadero
bloqueo a la realización de cualquier proyecto personal.
¿Cómo lo bloquea? Con la excusa de la ineficacia: para qué
intentar hacer algo que sabemos que no seremos capaces
de llevar a buen fin.
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Toma un café contigo mismo
Walter Dresel
¿QUÉ ES LA AUTOESTIMA?
La primera y mejor de las victorias es la conquista de uno mismo.
Platón
Nuestro grado de permeabilidad al juicio de los demás
determinará en buena parte los éxitos y fracasos que
cosecharemos a lo largo de la existencia.
vida personal o laboral y nos ayuda a recuperarnos de
nuestras caídas con mayor rapidez y más energía para
volver a intentarlo con menor sufrimiento.
Respetarse
Sentirnos halagados por la admiración de quienes nos
rodean o tener éxito económico o profesional no es suficiente
para desarrollar una buena autoestima.
El respeto por uno mismo, eje central de la visión que tenemos
de nuestro derecho al bienestar y la felicidad, es también el
derecho que nos asiste a reiterar los pensamientos acerca
de la validez de afirmar que la alegría de vivir es un bien
no negociable al cual tenemos acceso por el solo hecho de
ocupar un lugar en el universo.
Creer en uno mismo
La confianza en uno mismo es otro de los pilares
fundamentales de una buena autoestima. Esta confianza
está íntimamente ligada a un concepto de eficiencia y
eficacia personales que nos permite enfrentar con éxito los
desafíos básicos de la existencia.
Qué es la autoestima
La autoestima es tomar conciencia de que
poseemos los instrumentos para enfrentarnos a la
lucha por la vida y de que, al igual que los demás seres
humanos, tenemos derecho al bienestar.
Una buena autoestima nos hace sentirnos fuertes, con
una energía positiva que, puesta al servicio de nuestra
motivación, nos acerca al éxito y nos permite, una vez
alcanzada la meta, disfrutar de nuestros logros plenamente,
sin sentirnos culpables.
Una autoestima adecuada nos convierte en verdaderos
buscadores de nuestro destino, haciéndonos crecer frente
a los desafíos y no dejándonos cejar en el esfuerzo por
alcanzar los objetivos que nos hemos fijado, por difíciles que
estos sean.
Una buena autoestima nos permite posicionarnos mejor
para hacer frente a las inevitables situaciones de nuestra
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Esto nos muestra claramente que la autoestima no se
alimenta con los supuestos triunfos en nuestro mundo
exterior, sino que es una experiencia cumbre que se
gesta en lo más profundo de nuestro ser, y que contiene
interrogantes tales como “¿Quién soy?” “¿Hacia dónde
voy?” “¿Cuál es mi misión en la vida?”
Con una alta autoestima, las dificultades
son tomadas como obstáculos que necesariamente
venceremos, y no como castigos que nos son impuestos
por ser indignos.
Tener una autoestima saludable no significa que no
podamos equivocarnos o fracasar en el intento por cumplir
nuestros sueños e ilusiones. Lo que una buena autoestima
va a hacer es ayudarnos a reponernos más rápidamente
frente a la adversidad, basados en la confianza en nosotros
mismos y el respeto a nuestra persona.
La autoestima es un autoconcepto basado en
lo que cada uno piensa y siente de sí mismo.
Esto descarta desde el inicio el valor de lo que el mundo pueda
pensar de nosotros, pero nos obliga a ejercer la autenticidad
y a no tener posturas ambivalentes, proyectando hacia
afuera una imagen de solidez y éxito, mientras en nuestro
fuero interno nos sentimos fracasados por no haber podido
satisfacer nuestras necesidades, que no necesariamente se
condicen con aquella imagen.
Ciertamente, para tener una buena autoestima hay que
ponerse en movimiento ya, y quizá durante un tiempo usted
haga las cosas mal y me animaría a decirle que hasta
muy mal. Pero a partir del análisis de los errores y de la
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Toma un café contigo mismo
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disposición a no transitar por los mismos caminos que nos
llevaron al fracaso se abre la luz, y el horizonte adquiere
una dimensión desconocida para aquel ser humano que ha
comprendido que la búsqueda de uno mismo y el encuentro
con nuestro ser son piezas fundamentales de nuestra propia
reingeniería.
No debería otorgarles a los demás el derecho a juzgar su
capacidad o incapacidad de para determinadas actividades.
En otras palabras: es usted quien deberá hacerse cargo de
las cosas que le pasan en la vida, y esto requiere de un
adecuado crecimiento de su confianza.
LAS FUENTES NATURALES
DE LA AUTOESTIMA
Uno de los conceptos básicos que debemos incorporar es
que la autoestima positiva se asienta fundamentalmente en
aceptarnos y comprendernos tan como somos, como primer
paso hacia una posible transformación de nuestra visión del
mundo.
Difícilmente podemos estar en sintonía con las experiencias
que tenemos que vivir, si tenemos dificultades para sentirnos
bien con nuestra propia persona.
Sentirse menos que el resto de las personas que comparten
nuestra vida es como tener delante de los ojos un pesado
cortinado que no solo oscurece todo lo que apreciamos,
sino que impide nuestro crecimiento personal, incidiendo
profundamente en nuestra conducta y entorpeciendo las
relaciones con nuestros semejantes.
Área 1: determinar nuestras necesidades es necesario que
pongamos en práctica la autoaceptación, entendiendo
por tal el abandono de una actitud de enfrentamiento con
nosotros mismos. Aceptarnos tal cual somos es el primer
paso para promover cambios en nuestra vida, a punto de
partida del reconocimiento de aquellas cosas que sentimos
imprescindibles como agentes de esta transformación que
se está gestando en nosotros.
Recordemos que aceptar no significa estar de
acuerdo con todo lo que hacemos y sentimos.
• ¿Qué cosas quiero que me pasen?
• ¿Qué cosas no quiero que me pasen?
• ¿Qué precio estoy dispuesto a pagar por aquellas cosas
que quiero que me pasen?
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• ¿Qué cosas necesito para sentirme en paz conmigo
mismo (a)?
Lo importante en esta área es no solo encontrar cuáles
son los cambios que debemos realizar, sino también la
motivación necesaria para llevarlos a cabo. El encuentro con
nuestro equilibrio y con nuestra paz interior habitualmente
opera como motivador poderoso a la hora de formalizar un
diálogo con nosotros mismos.
Área 2: satisfacer nuestras expectativas
Al llegar a esta segunda área, ya tenemos identificados
los problemas más significativos y, paralelamente, los
cambios que haremos con el objetivo de desarrollar nuestra
autoestima y poner en práctica la acción que internamente
nos estamos demandando.
Área 3: ser benevolentes con nuestro pasado
Es posible que en este punto podamos evaluar que nuestro
temor al cambio es mayor que el proceso de cambio en sí
mismo, y que cuidadosamente debemos superar ese temor
para que no opere en nuestra contra.
Área 4: evaluar el pasado con objetividad
Atendamos pues a:
• Aprobarnos a nosotros mismos, sin sentirnos culpables.
• Comprender que ser una buena persona no depende
exclusivamente de hacer cosas para que los demás se
sientan bien.
• Los sentimientos y la razón son dos pilares sobre los que
se apoya la confianza en uno mismo: aceptémoslos con
benevolencia.
• Hagamos el intento de disfrutar de nuestra propia
compañía, dedicando un tiempo para nosotros, aun
cuando tengamos una agenda llena de obligaciones.
• De nuestro pasado, vamos a esforzarnos por aprender,
pero quitémoslo el poder de limitar nuestra visión de
futuro.
Actitudes de la vida cotidiana que determinan, cual
termómetro, la temperatura de nuestra autoestima.
Conformar a los demás
Vivir intentando conformar a todos los que nos rodean es una
tarea imposible, y necesariamente llegamos a un punto
en que, enfadados con nuestra actitud, nos preguntamos:
¿por qué no he sido capaz de pensar en primer lugar en
mí, a lo largo de los años transcurridos?
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Toma un café contigo mismo
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Temor a la autoridad
Habitualmente, las personas que ejercen cierto poder
sobre nuestra persona inhiben en nosotros el desarrollo
de una buena autoestima. Una vez que llegamos a la edad
adulta, esto no puede seguir sucediendo si nosotros no lo
permitimos. Una cosa es acatar órdenes de quien tenga
circunstancialmente autoridad en nuestro trabajo o en
nuestra vida privada, y otra muy distinta es permitirle ejercer
su control sobre nuestros sentimientos y decisiones. Dejar
que esto suceda nos hará perder el control de nuestra vida.
EL DERECHO AL BIENESTAR
LOS ESPACIOS Y LOS LÍMITES
A un hombre se le puede quitar todo excepto una cosa,
la última de sus libertades: elegir su actitud frente a
cualquier circunstancia; elegir su camino.
Víctor Frankl
Sólo uno sabe dónde nos duele
Incomunicación
La dificultad para expresar aquello que sentimos resulta aún
más penosa. Es que guardamos lo que debemos comunicar
va en contra de la transparencia de nuestro relacionamiento.
La mayoría de las veces poder expresar nuestros verdaderos
sentimientos redunda en un enriquecimiento real de
nuestros vínculos, aunque los demás puedan eventualmente
molestarse con aquello que les decimos.
La hora de la verdad
A muchas personas les cuesta confrontar ideas con otras
personas, o también les sucede lo opuesto, es decir, sufren
cuando huyen para evitar así ese enfrentamiento por
completo.
El juicio de los demás
Es frustrante saber que otras personas tienen un juicio
sobre nosotros que no se ajusta a la verdad. En algunas
circunstancias, podremos descubrir el porqué de esa
imagen, y de esa manera proporcionarles más información
para que cambien su opinión. Sin embargo, no siempre será
posible y eso no puede destruir la autoestima. Recuerde
que siempre el juicio que más importa es el que le merece
su propia persona.
La búsqueda de la aprobación
Cuanto más inseguros, más propensos a pasar del temor
al pánico.
Saber decir no
Saber decir “no”, sin sentirse culpable es una forma de
comportamiento que podemos aprender a desarrollar.
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Tomar el mando de nuestra existencia implica ser
protagonista principal en las decisiones que tomamos
diariamente, y que nos acercan o nos alejan del bienestar.
Recordemos que nadie nos conoce mejor que nosotros
mismos, y eso nos lleva de la mano al pensamiento de que
nadie puede saber mejor que uno mismo qué es lo que
necesita para acceder a ese bienestar.
La vida transcurre y siempre encontramos un punto de
inflexión donde por alguna circunstancia o acontecimiento
comenzamos a ocuparnos de cómo nos tratan
emocionalmente las demás personas. Este es el momento
ideal para conocer los límites de lo que es seguro y apropiado
para preservarnos íntegros.
Permitir que alguien abuse de nosotros o nos hiera, así
sea verbalmente, no implica que esa persona sea superior
a nosotros. El único modo de lograr relaciones de respeto
mutuo es establecer límites claros, que marquen hasta
dónde puede una persona penetrar en nuestro territorio, y en
qué punto esto pasa a ser una invasión; solo así podremos
concretar nuestra necesidad de protegernos.
Los límites sin duda ponen orden en nuestra vida. Si desde
pequeños nos enseñan sobre ellos, eso nos permitirá tener
una idea más clara de nosotros mismos y nos ayudará
increíblemente a mejorar nuestras relaciones con los
demás. Saber reconocer y establecer límites nos permitirá
ubicar a los demás en su trato hacia nosotros.
Los límites sanos nos protegen de la agresión indiscriminada,
la mezquindad y la falta de consideración de los demás,
todas situaciones a las que podemos vernos enfrentados,
en el largo y duro trayecto de la Existencia.
En condiciones normales, los límites comienzan a formarse
en la infancia.
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7
Toma un café contigo mismo
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Recuerde: el mundo respetará nuestros límites si le
indicamos dónde están.
Los límites emocionales definen el tipo de personas que
somos. Todas las agresiones a esos límites deben ser
interpretadas como una amenaza para nuestra integridad.
El ser humano se compone de un complejo de valores, ideas
y sentimiento, y de una visión particular del mundo que lo
rodea. Los límites emocionales protegen ese complejo.
EL PERÍODO DE TRANSICIÓN
Una parte importante de este proceso de transición es
recordarnos los éxitos obtenidos a lo largo de nuestra
existencia.
La idea a construir es que en la transición estamos
abriéndonos un nuevo camino en la vida, y vamos
incorporando fuerzas a medida que avanzamos, paso a
paso. Asumir que podemos dar un pequeño paso con éxito
nos dará la confianza para intentar desafíos mayores.
En la transición, es probable que nos sintamos vulnerables y
que como consecuencia de eso podemos volver a fracasar.
Pero también es cierto que, mientras nos reprochamos
durante nuestros errores, olvidamos con mucha
frecuencia felicitarnos por nuestros logros.
La adversidad hace a algunas personas más fuertes, y a
otras las destruye. Quién ha de sobrevivir y quién no lo hará
no depende de la situación económica ni de los méritos que
haya acumulado a lo largo de su vida; la supervivencia está
vinculada a la fuerza interior, esa fuerza inconmensurable
que tenemos los seres humanos que nos protege y no
permite que los acontecimientos que nos toca vivir nos
destruyan.
existencia sufriendo por cosas que no tienen sentido, hasta
el punto de perder por completo el contacto con la alegría
de vivir y la armonía de la existencia.
Independientemente de la profesión, empleo, o aquello a
que dediquemos nuestros desvelos, recordemos que no hay
nada en el mundo más importante que nuestro bienestar y
paz interior. Si estamos obsesionados por dejar la carpeta
de tareas en cero antes de mirar hacia adentro, nunca
alcanzaremos nuestra meta.
Seamos flexibles y aprendamos a comprender que el día
que no estemos físicamente presentes, todas las cosas
que dejemos pendientes van a ser realizadas por alguien, o
quizá caigan en el olvido.
Cuando permitimos que los problemas del pasado y las
preocupaciones especulativas sobre el futuro dominen
nuestro presente, a corto plazo aparecen las desesperanza,
la frustración y, muy probablemente, la depresión.
El hoy, aquí y ahora es lo que tenemos realmente y es el
único tiempo y espacio sobre el que podemos ejercer cierto
control.
También la paciencia es algo que debemos aprender a
cultivar en este período de transición. La paciencia es una
de las cualidades que más han de ayudarnos a convertirnos
en seres humanos más tolerantes.
La paciencia es una de las cualidades que podemos
aprender a desarrollar en los períodos de transición entre
algo importante que nos ha sucedido y el presente que nos
debe conducir hacia un futuro diferente, si queremos arribar
a resultados favorables a nuestra persona.
Una de las virtudes que tiene atravesar por este túnel de
la transición es que nos ayuda a aprender a no alterarnos
por cosas que, cuando las analizamos con mayor atención,
comprendemos que no son tan tremendas. No obsesionarnos
por problemas y preocupaciones insignificantes,
reaccionando de una manera desproporcionada frente al
hecho que los produjo, nos ayudará a preservar nuestra
salud física y mental.
Los seres humanos nos enfrentamos a diario con numerosos
ejemplos de “hechos insignificantes” a los que atribuimos
una importancia desproporcionada.
Hombres y mujeres pasamos gran parte de nuestra
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LA AUTOVALORACIÓN.
EL VERDADERO SIGNIFICADO DE TOMAR UN CAFÉ
CON UNO MISMO
Soy solamente una persona, pero aun así soy alguien.
No soy capaz de hacer todo, pero aun así soy capaz de
hacer algo. No renunciaré a hacer lo poco que pueda.
Helen Keller
La autovaloración llega en la medida en que estemos
dispuestos a levantar un muro de contención, frente a
la desorientación que sufrimos respecto de nuestros
verdaderos problemas y limitaciones. Cuando estamos
dispuestos a buscar respuestas válidas a nuestras angustias
y a nuestras ansiedades, también experimentamos un
sentimiento de pacificación, que va a evitar que sigamos en
una guerra sin sentido.
En la hora de la verdad, tenemos que admitir que los
problemas no están con “los demás” o “allá afuera”, sino
que las barreras más infranqueables las hemos construido
nosotros a lo largo del tiempo, determinando que el
enemigo esté “aquí dentro”, muy cerca de nosotros. Tanto
que podemos sentir su calor, su respiración y su mensaje
derrotista, que ha ido minando el sentimiento de confianza y
de respeto por nosotros mismos.
Humildad, porque ser objetivo, imparcial y capaz de una
autocrítica constructiva exige de nosotros una cuota
considerable de madurez, que está dada por los ladrillos
que hemos ido apilando para construir el edificio que nos
ampara, pero al cual a veces nos hemos olvidado de ponerle
ventanas, para poder observar tanto hacia afuera como
hacia adentro.
¡Por qué seguir maquillando su ser! Quítese todo aquello
que enmascara su verdadero valor.
Queremos y necesitamos hacer las cosas tan perfectas
que finalmente no avanzamos por miedo a errar y quedar
en evidencia frente a los demás. Paso a paso, vamos
deteriorándonos, paso a paso vamos creyendo cada vez un
poco menos en nuestra capacidad, hasta llegar a destruir
por completo nuestra autoestima.
Solemos pelear en distintos frentes, en esta difícil lucha por
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la vida, enfrentándonos a diario en batallas para proteger
nuestra integridad, y agotamos nuestras reservas de
energía, para comprobar luego que “eso enemigos” no son
los responsables de nuestra frustración.
La vida no nos es proporcionada desde afuera, aun cuando
esta es la forma en que la percibimos. Todos tenemos una
lista de cosas que necesitamos superar, en el camino hacia
el logro de nuestra autovaloración:
• Nuestro pasado.
• La sensación de fracaso por no conseguir lo que necesitamos.
• La presión del mundo exterior.
Pero debemos darnos tiempo, porque las heridas que se
cubren con rapidez demoran mucho más en sanar en su
interior.
Tampoco debe pretender encontrar respuestas inmediatas
para todas las preguntas. Tómese su tiempo… y verá los
cambios.
Todos necesitamos seguridad para desenvolvernos en la
vida, pero también nos hacen falta desafíos para nuestro
desarrollo. Del equilibrio entre estas dos variables surgen el
crecimiento y la dinámica de la existencia.
Si usted quiere ver los resultados de su esfuerzo, deberá
ahora sí, salir del diálogo interno, terminar de tomar su café
con usted mismo, y presentarse con su nueva imagen frente
a un mundo que al principio se sorprenderá. Y ese mundo
se preguntará: ¿Qué le habrá sucedido a este hombre o a
esta mujer?
Cuando perdemos la perspectiva de qué somos y quiénes
somos, identificándonos solamente con ideas de perfección
y de éxito constante, corremos el riesgo de meternos en
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Toma un café contigo mismo
Walter Dresel
un callejón sin salida, no solo porque al cometer errores
nos sentimos profundamente desgraciados, sino, y esto es
peor, porque el temor a equivocarnos y volver a sentirnos
desdichados por los resultados nos induce a ni siquiera
intentar muchas cosas.
Ninguno de nosotros puede sentir vergüenza
por un fracaso, mientras no entreguemos a los demás
el poder de juzgarnos.
Un ser humano que se autovalora es capaz de tomar
decisiones, asumir la responsabilidad de su propia vida y
desarrollar una buena dosis de tolerancia a la frustración.
Esto significa que éxitos y fracasos son aceptados como
anverso y reverso de una moneda con la cual nos manejamos
cotidianamente.
DE PROA HACIA UN
NUEVO HORIZONTE
¿Por qué nos cuesta tanto ver dónde están nuestras
limitaciones? La mayoría de nosotros nos damos cuenta
de que hay cosas que no van bien, que nos falta algo
estimulante en la vida, pero tenemos serias dificultades para
identificar cuál es nuestro problema y, en consecuencia, qué
hacer al respecto.
La vida está llena de desafíos y dificultades para ser
sorteados por quienes habitamos este planeta. Sufrimos
diariamente sin tomar conciencia de que todo lo que
necesitamos para eliminar ese dolor lo tenemos muy cerca.
La solución, de proa hacia un nuevo horizonte, es descubrir
una nueva manera de observar la verdadera naturaleza de
nuestras limitaciones, para identificar lo que son y dónde se
originan.
Deseamos que en realidad sea distinta de lo que es, y
no llegamos a comprender que solo podremos modificar
nuestro presente si aceptamos que las cosas son como son,
estemos de acuerdo o no con ello.
El primer paso para cambiar una creencia es darnos cuenta
de que no podemos confiar ciegamente en ella, si queremos
ver la verdad o la realidad. Lo único confiable en la vida es
la experiencia directa, o la visualización de la realidad tal
cual ella es.
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La verdad llega a través de la vivencia directa.
El bienestar va de la mano de apreciar la vida como es, y
no de la manera que quisiéramos ilusoriamente que fuera.
Es imposible tener éxito en un emprendimiento
mientras uno piensa en el fracaso, o se siente de antemano
como un fracasado.
En lugar de vivir preocupados por el mañana, lo que debemos
comprender es que en el ejercicio de la preocupación no
hay inteligencia alguna.
Los verdaderos problemas a que nos vemos enfrentados los
seres humanos surgen no de lo que nos sucede, sino de las
preocupaciones y exigencias de lo que creemos que debiera
ocurrir o de lo que tememos que no ocurra.
Sin enfoque no hay rumbos. Si no tenemos intenciones que
cumplir, tampoco hay motivaciones que nos empujen a la
acción.
Una intención clara nos lleva de la mano a
las cosas a las que debemos prestarle atención, para
producir los resultados deseados.
La manera en que percibimos el mundo está íntimamente
ligada al mundo que podemos crear con nuestro esfuerzo.
Nuestra realidad es el fiel reflejo de cómo pensamos, cómo
creemos, cómo sentimos y cómo actuamos, haciendo
especial hincapié en los sentimientos, que son los imanes
que atraen las circunstancias.
Tomamos el tiempo para observarnos a nosotros mismos es
la verdadera clave para escuchar y ver la verdad. Liberarnos
de aquello que nos hace daño es la clave para ir en la
búsqueda del bienestar.
¿Hay algo más que se pueda hacer? No nos es posible
desprendernos del pasado ni prever el futuro. Liberarnos y
hacer el esfuerzo para vivir el momento es la única manera
de acceder al bienestar.
Todo lo que podamos necesitar en esta fase de lanzamiento
de nuestra nueva imagen podremos encontrarlo
apretadamente en estos cinco elementos.
Resumen elaborado por Carlos Aguirre. [email protected]
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Toma un café contigo mismo
Walter Dresel
• Interés: respetarnos lo suficiente como para explorar
con un criterio amplio qué podemos hacer para facilitar
nuestro crecimiento de una manera totalmente diferente
de todo lo que hemos hecho hasta el presente.
• Voluntad: para autovalorarnos y sanar heridas internas;
disposición a observarnos y a emitir conclusiones sin
prejuzgar acerca de los resultados que podremos obtener.
• Tolerancia: es preciso que le demos tiempo a nuestro
organismo para que se depure y recupere su equilibrio.
Nos hemos maltratado emocionalmente durante muchos
años, por lo que no podemos esperar resultados de un
día para otro, aunque es posible que podamos apreciar
algunos adelantos en forma inmediata.
Lo fascinante de la vida es descubrir quiénes somos en
realidad, y conocer en profundidad nuestra naturaleza. Para
aproximarnos a ese ser que somos, realmente debemos
abandonar todas las imágenes preconcebidas acerca de
nuestra persona. Cuando lo falso se va, inmediatamente
emerge lo verdadero.
Un ser humano auténtico no tiene por qué aferrarse a nada,
no necesita bastones para apoyarse.
Si hay algo por lo que siempre podremos optar: manejar
nuestra respuesta frente a los acontecimientos
• Autocuidado: el cuidado de nuestros cuerpos físicos
y emocionales es el primer paso para querernos y
respetarnos.
• Coraje: se necesita de mucho coraje para enfrentar
y reconocer como propias las circunstancias que nos
ha tocado vivir, en lugar de culpar a los demás o a las
circunstancias externas.
Las dificultades son una parte inseparable de la vida,
y pretender librarse de todas ellas no es la manera de
encontrar el bienestar y la felicidad. Apreciamos cada
momento, el tiempo no espera a nadie. No esperamos
eternamente para sentirnos bien. No depende del trabajo
que tengamos, de haber encontrado a la pareja ideal, de
poder bajar los cinco o diez kilos que tengamos de más, o
de que nuestros hijos crezcan, o de que llegue la primavera,
o hasta de tener el dinero suficiente.
Hallar el camino hacia el bienestar forma parte
de un largo viaje, no es un destino final.
Abandonar lo que sentimos que está mal debe ser un acto
que preceda a la decisión de acercarnos a aquello que sí
queremos para nosotros.
Abandonar, o dejar ir, es una opción; aferrarse es sólo una
manera de justificarnos para continuar simulando que
no somos responsables de lo que sentimos, o que todos
nuestros sentimientos están causados por circunstancias
externar y ajenas a nuestra voluntad.
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Resumen elaborado por Carlos Aguirre. [email protected]
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Elaborado por
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Resumen elaborado del libro TOMA UN CAFÉ CONTIGO MISMO, por Walter Dresel. Copyright © 2008, para América Latina.
Impreso por Editorial Norma, Bogotá, Colombia.
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