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AL PLENO DEL EXCMO. AYUNTAMIENTO DE CARMONA
Eduardo Ramón Rodríguez Puerto, portavoz del Grupo Municipal de Unidad por Carmona,
cuyas circunstancias personales obran en la Secretaría General de la Corporación, ante la misma
constituida en pleno, comparece y presenta la siguiente propuesta - moción sobre:
Homenaje a la figura histórica de Maese Rodrigo Fernández de Santaella y Córdoba
EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
El velo que cubre el tiempo pasado se va volviendo cada vez más fino y etéreo; las jóvenes
generaciones cada vez conocen menos del pasado, que se va disolviendo con nosotros, los que
hemos de transmitirlo…
En el hogar, es responsabilidad de los padres; en el aula, del maestro; pero en la ciudad, el
deber y el honor de transmitir lo que fuimos y lo que somos, es de esta corporación, de este pleno,
de los que estamos aquí y ahora.
¿Dejaríamos conscientemente que nuestra hermosa e histórica Puerta de Sevilla se
derrumbara? ¿Dejaríamos sin remordimientos que la necrópolis despareciera en el olvido?
No. No lo haríamos jamás, ni por los que estamos aquí ahora, ni por los que lo disfrutarán
en un futuro, ni por los que lo defendieron en un pasado. Por esta razón, Carmona es Carmona,
porque no olvida lo que fue un día, porque lo protege y lo exhibe orgullosa.
El valor incalculable que tiene el pasado es lo que nos hace especial, tan valorada y visitada.
La historia de nuestro municipio es increíble, siendo uno de los núcleos urbanos habitados más
antiguos de España; desde el Paleolítico, pasando por los turdetanos, cartagineses, romanos,
visigodos, musulmanes… todos sus legados están aquí protegidos y representados.
Pero la historia nunca termina en un punto determinado. Algún día, en un futuro, alguien
podrá ver, junto a la imponente Puerta de Sevilla, lo que hagamos hoy. Nuestro particular legado.
Es un círculo, una rueda que no para de girar: el reconocimiento que hacemos a nuestra
historia, a nuestros personajes más ilustres, del pasado o incluso contemporáneos, como
recientemente hemos tenido el honor de hacer con el gran artista Manolín Fernández.
En toda esta importante reflexión, muchas son las personas de nuestra sociedad carmonense
las que consideran que existe un gran vacío, un reconocimiento muy merecido, y no realizado.
¿Alguien desconoce al carmonense que fue confesor de la Reina Isabel La Católica? ¿Se ha
reconocido al carmonense que fue comensal continuo del Papa Sixto IV? Fue el mismo carmonense
que fundó el primer Colegio de estudios de Sevilla, germen de la Universidad en la que todos
hemos estudiado, y donde ahora acuden nuestros hijos.
Un carmonense que nació el 15 de diciembre de 1444 en lo que era la antigua y pequeña
plazuela llamada del Vino, desaparecida sobre el año de 1883, cuando Manuel Fernández López,
cuarto teniente alcalde, y sus contemporáneos solicitaron a este Ayuntamiento que se nombrara a la
calle de Santa Catalina como calle de Maese Rodrigo, en honor de varón tan eminente.
Nacido de Lope Fernández de Santaella y Leonor de Rueda, al parecer vecinos de la
collación de Santiago, y sus hermanos, Juan, Alfonso, Diego, Antonio y Luis de Santaella,
formaban una familia pobre, honrada y numerosa. Rodrigo fue bautizado al día siguiente de su
nacimiento en la Iglesia Prioral de Santa María de Carmona.
Poco sabemos de los primeros años de su vida, como cuenta en la biografía que le dedicó
Joaquín Hazañas y de la Rúa, "es de suponer que se deslizara en su patria con la tranquilidad que
los tiempos permitían: decimos esto, porque la vida en Carmona no pudo ser muy tranquila en
aquellos años, pues en 1445 los altercados entre los partidarios del Rey y los de los Infantes de
Aragón ensangrentaron varias veces las calles de la villa."
Rodrigo destaca ya en su etapa de bachiller de teología, en el Colegio Catedralicio de San
Miguel de Sevilla, y con tan sólo 23 años, consigue ser presentado para una de las tres becas
reservadas a la Catedral de Sevilla para estudiar en el famoso Colegio de San Clemente de los
Españoles en Bolonia.
Sabemos por sus propios escritos, el esfuerzo e inevitables penurias que en este tiempo
suponía para cualquier joven de Sevilla dedicarse a las letras: gracias a nuestro más importante
vecino, hoy nuestros chicos no tienen más que dirigirse a la capital, esa era su meta y su sueño.
Pasó así ocho años, alejado de su tierra y dedicado a lo que se convertiría en su gran legado,
los estudios. Se doctora en 1475 en Teología y Artes, adquiere un elegante latín, aprende la oratoria
antigua, el griego y hebreo; se apasiona con la literatura antigua, medieval y moderna, y se forma
sobre ciencias humanas, basadas en los nuevos métodos racionales del Renacimiento, lo cual, como
a muchos personajes de esta intensa época, lo convierte en adalid de la modernidad, en el recipiente
donde se va gestando una nueva era, dejando atrás la oscuridad de la Baja Edad Media, para abrir el
camino a la luz del humanismo.
No es algo baladí lo que aquí exponemos: estamos hablando de que Maese Rodrigo
representa en nuestra historia de España el comienzo de dicha teoría en la que el hombre era el
centro del universo, que asentarían ya las vidas y obras de Erasmo de Rótterdam, Tomás Moro o
Martín Lutero.
En 1475, se traslada a Roma, donde consigue beneficios y privilegios del papa Sixto IV,
quien lo declara su “familiar, camarero y continuo comensal” y ante cuya curia tiene el honor de
pronunciar una elegantísima oratio sobre la Pasión.
Otra razón de la grandeza cultural de nuestro vecino: Santaella está reconocido como uno de
los principales representantes de la oratoria sagrada del Renacimiento español: correcta, amplia y
elegante, distinguiéndose ya del período de la Escolástica.
La fama que este carmonense adquiere junto al papa Sixto IV, llega a oídos de los Reyes
Católicos, quienes le nombran visitador del Reino de España en Sicilia. Es allí donde escribe su
célebre Vocabularium Ecclesiasticum, su primera obra impresa y que serviría de guía a
generaciones de clérigos.
Al fin Maese Rodrigo consigue lo que tanto anhela: volver a su tierra, a España, a Sevilla, a
Carmona.
Es en el año 1482 cuando obtiene otro merecido honor: es nombrado canónigo de la
Catedral de Sevilla, y permanecerá en España hasta que, en 1495 vuelve a Roma.
Al volver a Sevilla, tras cinco años en Roma, es nombrado Arcediano de Reina; uno de los
nueve prelados que regían la archidiócesis de sevillana durante este siglo. Sin duda, Maese Rodrigo
fue el alma de la iglesia sevillana en estos momentos tan importantes, pues Sevilla fue modelo y
metrópoli en el nuevo mundo.
También se interesó por los viajes oceánicos emprendidos por Cristóbal Colón, a quien
refutó en la primavera de 1503 que las tierras que halló en Occidente correspondieran a las Indias
descritas por Marco Polo, lo que le convierte en el primer anunciador del descubrimiento de un
Nuevo Mundo, anticipándose a Américo Vespucio.
Fuera como fuese, en 1503 cuando nuestro protagonista compra un solar cerca del Postigo
de Jerez, una antigua sinagoga, donde levantaría a su riesgo y ventura la capilla y el colegio de
Santa María de Jesús, después de conseguir la bula/autorización necesaria para ello de manos del
papa Julio II, aquel que tanto haría trabajar al célebre artista Miguel Ángel.
Hay que destacar el esfuerzo encomiable de este canónigo que, de su bolsillo y sin apenas
apoyos institucionales, se empeñó en construir un Colegio y Estudio General para estudiantes
pobres.
De hecho, en la Constitución XII que escribió para el colegio, así mismo lo especifica:
"Los Colegiales habrán de ser pobres, entendiendo por tal el que no tenga 620 ducados anuales,
debiendo el admitido hacer juramento sobre esto, pues para ayuda a los pobres se hace la
fundación".
Nuestro conciudadano no olvidó el pueblo que le vio nacer en aquella calle del Vino que
hoy lleva su nombre. De hecho, en las constituciones que hemos nombrado, Santaella redactó que
sus quince alumnos serían de lugares diferentes, con la excepción de Carmona y Utrera, la una por
ser la ciudad de su fundador, y la otra por la procedencia de la renta más cuantiosa de la institución.
De hecho, en el siglo XVI, la mayoría de estudiantes eran de Sevilla y Carmona, y a lo largo
de toda esta edad moderna, serían nueve los rectores carmonenses que continuarían con el legado
de Maese Rodrigo, como por ejemplo Juan de Marchena Adalid, en 1550 o Jerónimo Caro
Camargo, en 1559.
En 1509 nos dejó aquel clérigo dedicado, confesor de reyes, protonotario de papas, escritor,
jurista y teólogo, mecenas del arte y humanista, y sobre todo, maestro.
Desgraciadamente murió sin ver acabado su sueño, aunque descansa en su sepulcro justo
donde todo comenzó, en la capilla de su Colegio y bajo la mirada de la Virgen María que Alejo
Fernández pintó para él.
No obstante, no se respetaron los últimos versos que deseó que aparecieran en su lápida:
"Qui legit, oret pie pro peccatore"(El que lee, que rece piadosamente por el pecador).
Con respecto a esta impiedad del destino ya nada podemos hacer; sólo somos dueños del
presente, y es aquí, en este presente, frente a las personas que me escuchan ahora mismo y que
tienen el poder para decidirlo, donde luchamos por la memoria histórica de este hombre tan
admirable.
Muchos son los que opinan la injusticia cometida con la memoria de Maese Rodrigo, tan
relevante en nuestra historia: la única estatua con la que cuenta es la se encuentra en uno de los
patios interiores de la Universidad de Sevilla, realizada en 1900 por Joaquín Bilbao.
Otros señalan la sinrazón por la que tampoco está representado junto a los doce sevillanos
ilustres del Palacio de San Telmo, donde se encuentran humanistas, artistas, escritores e incluso
militares.
Sea como fuere, no es a la universidad ni al Palacio de San Telmo a quien me dirijo, sino al
pleno de la ciudad de Carmona, para que haga la justicia que tantos piden.
De hecho, ya se estudió la posibilidad de ofrecer este homenaje a propuesta de la Revista
Estela, que tanto se ha preocupado de ensalzar Carmona por medio de la cultura, encargándose un
boceto de la escultura al artista gaditano Berraquer y a Germán Pérez, escultor de Tocina, ambos
expuestos en la Biblioteca Municipal y visitados por la Corporación anterior, miembros de partidos
políticos, peñas y entidades culturales.
Desde nuestro grupo municipal somos conscientes de los apretados límites presupuestarios
en estos momentos, pero no pedimos la financiación total por parte de este Ayuntamiento: pedimos
la aprobación, la colaboración, el estudio, el compromiso real, no con nosotros, sino con la historia
de este municipio.
Para que veamos día a día a uno de los hijos más insignes y acreditados de nuestro pueblo,
cerca de su calle, junto al monumento tan célebre como él, en la Plaza del Palenque, bajo las luces
y las sombras de nuestra Puerta de Sevilla, donde él mismo jugaría de niño y volvería de anciano,
donde se pueda recordar cada vez que pasemos, que una vez, un carmonense, fundó la primera
Universidad de Sevilla.
Y por supuesto, donde podamos leer, haciendo otro merecido homenaje a su persona, la cita
que él deseo para su propio sepulcro: "El que lee, que rece piadosamente por el pecador".
Por todo ello, el grupo municipal de Unidad por Carmona quiere someter, para su
aprobación al pleno del Ayuntamiento, las siguientes propuestas:
1. Aprobación del proyecto consistente en colocar una estatua o busto de Maese Rodrigo
Fernández de Santaella y Córdoba en la Plaza del Palenque.
2. Traslado de este proyecto a la Delegación de Cultura, Patrimonio y Turismo del
Ayuntamiento de Carmona, para que estudie las posibles formas de financiación
(organismos oficiales e instituciones privadas, asociaciones culturales, actos para recaudar
fondos).
En Carmona, a 25 de julio de 2012
Fdo: Eduardo Ramón Rodríguez Puerto
Portavoz del Grupo Municipal de Unidad por Carmona
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