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30
Años
LUIS CARLOS
RETROSPECTIVA • EL GRAN REGRESO
Inicio Fundación Rozas Botrán
portada
Detalle de Enrique, página 10
contra portada
Luis Carlos modelando Las manos de la paz
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Presenta a
LUIS CARLOS
R E T R O S P E C T I V A
•
E L
G R A N
R E G R E S O
del 6 de noviembre 2013 al 5 de enero 2014
Guatemala 2013
16 calle 4-66 zona 14 - teléfono 23667064 - www.fundacionrozasbotran.org - [email protected]
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LUIS CARLOS EN EL CONTEXTO DE LA ESCULTURA MODERNA
La formación y la experiencia artística de Luis Carlos no se orientaron exclusivamente
a los aspectos técnicos de un oficio duro y riguroso sino que incluyeron también el
aprendizaje del lenguaje escultórico propio de la época, el cual, como se puede apreciar,
maneja con la misma admirable fluidez con la que domina la técnica. De manera que
su obra no surge de una imaginación prolífica e inagotable sino propiamente como
ejercicio vital y cotidiano de un oficio y de un lenguaje: Luis Carlos es escultor no porque
pueda modelar figuras hermosas sino porque piensa y se expresa
principalmente a través de formas escultóricas. Así, resulta muy
consecuente que la mayoría de sus obras sean una especie de
una culminación, de un logro artístico acabado y significativo,
y que algunas de ellas -las más ambiciosaslogren articular y sintetizar armoniosamente
en la solidez de un diseño sereno y unitario
los hallazgos de sus reflexiones personales y los
que provienen de diferentes búsquedas formales y
distintos experimentos expresivos.
Para lograr una comprensión más profunda
de la escultura de Luis Carlos, sin duda resultará
muy útil conocer algo de la génesis del lenguaje
en que se expresa su obra, es decir el lenguaje
El pensador
Auguste Rodin
de la escultura moderna. En ese sentido, habría
que recordar que, en general, la escultura del
siglo XX se inicia como abandono de la noción de
representación que orientaba a la escultura académica del siglo XIX, y se desarrolla como
proceso paulatino dirigido a lograr la autonomía de la forma tridimensional que se hace
valer por los juegos, ritmos, equilibrios y tensiones que se establecen entre las masas y
arcángel miguel
Museo de Arte Colonial
los vacíos, hasta llegar a la abstracción pura, a las relaciones matemáticas entre las
formas despojadas de todo contenido representativo. Conviene recordar que esta
tendencia a concentrarse en lo que es propio de cada medio de expresión se dio al
mismo tiempo en música, pintura y literatura, disciplinas que también buscaron
fundamentar el universo formal y material de sus expresiones en el
sonido, el color y el lenguaje verbal, respectivamente.
Figura reclinada
Henry Moore
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Como sabemos, en escultura ese proceso de independencia se inició con Auguste Rodin
(Francia, 1840-1917) cuya obra indaga diversas posibilidades, desde la sugestión gesthaltista
hasta la monumentalidad expresionista, de manera que la forma escultórica resultante fuera,
bien una enorme masa material que imponía su significado precisamente a través de la
magnificación, o bien una forma inacabada pero preñada de sugestiones muy poderosas.
El camino que siguió Constantin Brancusi (Rumania, 1856-París, 1957) partió de la
consideración de que la forma de los objetos concretos era siempre accidental y que lo
que había que buscar era, en contraposición, la forma esencial. De allí que su método
formativo consistía en simplificar la forma representativa hasta llegar a una especie de
núcleo formal simple, unitario y poderoso, situado en el límite de la significación; por
ejemplo, la cabeza reducida a su forma esencial se expresa como huevo. Mientras tanto,
el escultor inglés Henry Moore (Inglaterra, 1898-1986) creaba enormes figuras sedentes
que parecen haber sido modeladas por el lento ritmo geológico y la
acción del viento, y que reposan con naturalidad en el terreno en
que están situadas, integradas al paisaje circundante, y Alberto
Giacometti (Suiza, 1901-1966) estilizaba la forma casi hasta el
esquema buscando el poder elemental y mágico característico
del arte primitivo de los pueblos africanos y latinoamericanos
en los que, en parte, se inspiró.
Por otro lado y en otra dirección Jaques Lipchitz (Lituania,
1891-Italia, 1973) se empeñaba en desarrollar la forma
escultórica dentro del espacio racional y la simultaneidad de
perspectivas propuesta por el cubismo. Jean Arp (Francia, 18871966), siguiendo los hallazgos expresivos del surrealismo y de
CANTO AL SUDOR
la abstracción, integra sus esculturas en formas orgánicas y
Rodolfo Galeotti Torres
vegetales de una sensualidad muy sugerente y casi morbosa.
La síntesis que conforman el lenguaje escultórico de Luis Carlos
también incluye los aportes de Rodolfo Galeotti Torres y de Carlos
Mérida, así como el legado de las culturas prehispánicas que aún ahora tienen
una vigorosa presencia en la cultura y el arte de la Guatemala contemporánea.
Jose Rozas Botrán
Presidente
danza de lunas
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Luis Carlos trabajando Danza de lunas
“Al igual que la escultura monumental del arte egipcio, las obras de Luis Carlos nos obligan a
detenernos frente a ellas, desafiándonos a escudriñar los secretos que ocultan esos rostros hieráticos
y alertas, llevados a una total purificación geométrica”. (Marta Regina de Fahsen, Luis Carlos, escultura 1994,
Galería de arte Plástica Contemporánea)
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LUIS CARLOS; EL ESCULTOR Y SU OBRA
Formado en la Escuela Nacional de Bellas Artes de México, Luis Carlos (Guatemala, 1952) parece
tomar la estafeta de la escultura guatemalteca directamente de Galeotti Torres y llenar en solitario
el último cuarto del siglo XX con una obra sólida, coherente y rigurosa, abundante, bien pensada y
mejor construida.
No se trata con esta afirmación aparentemente exagerada y tendenciosa de negar la importancia
del trabajo escultórico que artistas tan relevantes como González Goyri, Dagoberto Vásquez, Efraín
Recinos y Luís Díaz realizaron también durante esa época, sino simplemente de verlo desde una
perspectiva histórica-artística y reconocerle desde allí su verdadera dimensión. Se trata, en efecto, de
artistas cuya sensibilidad y espíritu creativo, al igual que sus obras más significativas, se mueven en
una esfera de preocupaciones artísticase ideológicas propias o derivadas de la época revolucionaria
que fructifican, no sólo en escultura sino sobre todo en pintura e incluso en arquitectura, como
afán renovador frente a una tradición —o a una ausencia de tradición— académica, realista, cívica,
celebratoria y anecdótica; además de que, por otro lado, tampoco se puede constatar una influencia
a la que se pueda llamar decisiva —de maestro a alumno, por ejemplo— en el oficio, el estilo y la
temática del escultor solitario que siempre ha sido Luis Carlos.
Es más, desde los inicios de su carrera y de sus primeras esculturas, la obra de Luis Carlos deliberadamente
se levanta al margen de toda polémica estética e ideológica; simplemente impone sus formas construidas
con la naturalidad y la seguridad de quien no tiene que demostrar nada a nadie. Así, sin pretender
desafiar gustos imperantes con falsas audacias y originalidades a ultranza, sino únicamente confiado
en la equilibrada transparencia de las formas geométricas, la racionalidad del diseño y la coherencia
rítmica de las líneas y los volúmenes, la nobleza de los materiales y, por supuesto, la más alta
exigencia técnica, la escultura de Luis Carlos encarna los valores eternos que moldean, no sin cierta
tensión, la vida histórica de la humanidad y de los individuos: libertad, dignidad, amor, solidaridad,
paz, armonía, belleza, etc.
De allí que sus esculturas, primero que nada, inserten sus serenas formas geométricas grávidas
de material en un espacio que a partir de ellas deja de ser físico y ganen para sí una especie de
intemporalidad. Lo que al mismo tiempo viene a instalarse en ese espacio significante abierto por la
forma no es una alusión a un ideal o a un concepto sino propiamente la presencia tangible y plena
de un ser y sus valores —su deber ser— que ha sido convocado en el acto creativo. Así, por ejemplo,
las esculturas sobre el tema de la familia no aluden al ideal de esa institución social sino que lo hacen
encarnar en la solidez del conjunto, en la unidad estilística y semántica en el que encajan a la perfección
los diferentes elementos formales que las componen, en el armónico juego de líneas de un diseño
dinámico y complejo, en el movimiento y la alternancia rítmicos de los volúmenes y los vacíos que
componen su espacialidad intemporal. Y siempre hay algo grandioso en esas presencias convocadas
por el artista, ya sea en la figura de una mujer, de un hombre pensando o una deidad indígena.
manos de la paz
Palacio Nacional de la Cultura
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Por otro lado, no obstante que la mayoría de las esculturas de Luis Carlos se resuelven como figuras, lo
que rige en su lento y complejo proceso creativo no es la idea de una representación, sino propiamente
el juego de masas, volúmenes y vacíos, de equilibrios y tensiones, de ritmos y amplitudes que resuelven
tanto la forma escultórica como el concepto y el significado de la obra. De esa cuenta, sus esculturas
son al mismo tiempo el signo gráfico de un lenguaje y el símbolo visible y concreto de una presencia
que es en esencia inmaterial e intangible.
Sin duda debido al largo período que vivió en México concentrado en aprender las complejas técnicas
del modelado y de la fundición de metales que están en la base de su pensamiento y expresión
escultóricos y, luego, de su decisión de dedicarse por completo a ese oficio, pudo Luis Carlos mantener
su obra alejada de las posiciones políticas e ideológicas que dividían a la sociedad guatemalteca en
aquellos años de la guerra interna y mantenerla dentro de la dimensión técnica y estética del arte.
Mantener esta postura —que no es la del arte por el arte— precisamente en aquel momento histórico
y en una sociedad poco dada a apoyar a sus artistas, explica, por otro lado, tanto la necesidad de
diversificar los temas y las soluciones formales que alimenta su trabajo creativo como la inevitable y
consecuente resonancia que tuvo su obra a nivel internacional.
De allí que en el conjunto de obras creadas entre 1979 y 2013 que reúne su exposición retrospectiva,
más que la accidentada evolución de un artista que avanza, por decirlo así, a tientas en dirección a su
madurez, encontramos las transformaciones y la diversidad de la que es capaz un artista preocupado,
más que de la originalidad y las modas, de la autenticidad y la rigurosidad de su expresión. La unidad
y la coherencia de su obra proviene, en efecto, más que del estilo, de la intención estética del acto
creativo y de la dimensión ética del proceso formativo: sus esculturas, de cualquier época, de todas
las épocas, contienen una afirmación profunda que asienta su verdad en una forma serena en la que
se fusiona la lucidez y la sensualidad y que caracterizan a la obra de Luis Carlos como expresión no
de una filosofía del arte sino de una sabiduría.
Juan B. Juárez
Maternidad café
118 cm, alto X 27 cm, ancho
X 33 cm, profundidad
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LUIS CARLOS, EL ESCULTOR, EL ARTISTA, EL SER HUMANO
Nacido en 1952, Luis Carlos disfrutó de una infancia y una adolescencia plenas en el seno de una familia próspera
dedicada a la agricultura, con la perspectiva de, llegado el momento, dedicarse por completo a la administración
de las propiedades familiares. Al despuntar la juventud, sin embargo, descubrió por casualidad, en el taller de un
amigo, su habilidad innata para modelar formas tridimensionales. Fue una experiencia tan impactante y decisiva
que pasado un tiempo liquidó sus incipientes negocios y se trasladó junto con su esposa y dos pequeñas hijas, a
la ciudad de México a estudiar en la Escuela Nacional de Bellas Artes, ilustre institución en la que, en sus mejores
momentos, se habían formado los grandes artistas de México.
Aunque estudió pacientemente hasta graduarse con honores en Artes Visuales, el oficio de escultor no lo aprendió
en la escuela sino en los talleres en los que fundía sus obras y que luego, para poder sobrevivir, vendía en los
parques. Durante los 13 años que vivió en México, Luis Carlos se sumergió en la rica vida cultural de ese país,
siempre agitada por exposiciones y conciertos internacionales de primer nivel, visitando galerías y museos, teatros,
bibliotecas y cinematecas que se abrían a las manifestaciones artísticas de todo el mundo. De manera que cuando
volvió a Guatemala en 1981 le causó una fuerte impresión el ambiente artístico local que se caracterizaba por
un nacionalismo estrecho y pueblerino que se mantenía ajeno a los movimientos artísticos e intelectuales que
enriquecían el arte y la cultura universales del siglo XX.
Con obra colocada en galerías importantes de México, Nueva York, Caracas, Lima y otras
ciudades de Latinoamérica, la reacción de Luis Carlos ante el ambiente artístico de
Guatemala no fue, sin embargo, de decepción, sino que, optimista batallador
que ha sido siempre, vio allí la posibilidad de volcar su experiencia y tratar de
airear un poco la tradición local exponiéndola a la influencia positiva de los
mejores artistas continentales. Por esos años expuso con éxito en España
Estas páginas
manos de la paz
Modelando y escultura final
Municipalidad de Guatemala
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e invirtió sus ganancias en adquirir obra gráfica de Miró, Wilfredo
Lam, Roberto Matta, Rufino Tamayo, etc., que posteriormente
fueron el fondo con el que inició, junto a su segunda esposa,
Carmen Albacete, la galería Plástica Contemporánea, en una
aventura que se prolongó durante 14 años con exposiciones
memorables, decisivas para el trabajo de los artistas y para
la formación de un público más exigente y más abierto a
las nuevas formas de expresión.
A la par de la galería, instaló también un taller de fundición
en bronce muy completo y capacitó al personal técnico
para que realizara las tareas con un alto nivel de
competencia. Invitó a los artistas a fundir sus obras
bajo el concepto de edición escultórica que los
libró, tanto a ellos como a los coleccionistas,
de las limitaciones de la obra única.
Por otro lado, continuó colocando su obra
en importantes galerías de París, México,
Miami, Nueva York, Panamá y Venezuela,
abriendo brecha no sólo para su obra sino
también para otros artistas guatemaltecos
que decidieron incursionar en el mercado
internacional.
Cuando la galería Plástica Contemporánea
finalmente cerró sus puertas en 2001, Luis Carlos
siguió desarrollando su escultura a un ritmo de
producción sin duda menos acelerado que en los
años anteriores, exhibiéndola principalmente en el
extranjero.
Esta exposición retrospectiva en la Galería de la Fundación
Rozas Botrán marca su retorno a las actividades artísticas
de Guatemala con renovado optimismo, después de casi
15 años de ausencia.
Juan B. Juárez
Izquierda
ENRIQUE
144 cm, alto X 76 cm, ancho
X 100 cm profundidad
Esta página
cascada
250 cm, alto X 90 cm ancho
X 90 cm, profundidad
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Inicio Fundación Rozas Botrán
“La importancia de la obra
de Luis Carlos no radica
en la introducción de
nuevos estilos a la cultura
occidental. Su fundamento
se encuentra en la energía
vital que manifiestan, lo
que les da universalidad,
rompiendo barreras
geográficas, temporales y
étnicas”. (Marta Regina de
Fahsen, Luis Carlos, escultura
1994, Galería de arte Plástica
Contemporánea)
Tú y yo
160 cm, alto X 53 cm, ancho
X 56 cm, profundidad
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Sansón
42 cm, alto X 29.5 cm, ancho
X 35 cm, profundidad
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Izquierda
Pareja ancestral
68 cm, alto X 44 cm, ancho
X 42 cm, profundidad
Esta página
Ixchel
103 cm, alto X 40 cm, ancho
X 30 cm, profundidad
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Danza Espacial
116 cm, alto X 39 cm, ancho
X 24 cm, profundidad
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“En estas obras se
evidencia la rigurosa
disciplina a que se
ha sometido el autor,
que no le permite
hacer concesiones ni
dejar cabos sueltos.
Su obra obedece
a una necesidad
interna en la que él
no es más que un
medio, sin intereses,
sin intenciones,
sin objetivos
conscientes”.
(Guatemala, 1952, texto
de Bélgica Rodríguez,
curadora Carmen
de Carlos: I Bienal
Latinoamérica de Lima,
Perú, 1997)
Modelando
Libertad
320 cm, alto X 54 cm, ancho
X 59 cm, profundidad
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Izquierda
Familia
132 cm, alto X 45 cm, ancho
X 40 cm, profundidad
Esta página
Anatomía triangular
41.5 cm, alto X 33 cm, ancho
X 42 cm, profundidad
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anatomía cuadrangular
modelando danza de lunas
La concepción de la obra de Luis Carlos parece ser contradictoria: su concepción escultórica no
no realista -en cuanto a modelos reconocibles en el mundo visible- pero si es figurativa en cuanto
a la búsqueda de una esencia interna de la forma humana, explorándola como portadora de un
significado único”. (Guatemala, 1952, texto de Bélgica Rodríguez, curadora Carmen de Carlos: I Bienal Latinoamerica
de Lima, Perú, 1997)
danza de lunas
Dando los últimos toques
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Trío VII
78 cm, alto X 61 cm, ancho
X 7.5 cm, profundidad
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Trío VI
83 cm, alto X 48 cm, ancho
X 7 cm, profundidad
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Itzamná
129 cm, alto X 40 cm, ancho
X 30 cm, profundidad
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Alcanzando
130 cm, alto X 15 cm, ancho
X 15 cm, profundidad
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Inicio Fundación Rozas Botrán
Todavía estoy guapa…
69.5 cm, alto X 30 cm, ancho
X 23 cm, profundidad
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Alcanzando
130 cm, alto X 15 cm, ancho
X 15 cm, profundidad
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La Ofrenda
92 cm, alto X 27 cm, ancho
X 11 cm, profundidad
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Germinal
205 cm, alto X 40 cm, ancho
X 30 cm, profundidad
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Inicio Fundación Rozas Botrán
Los novios
106 cm, alto X 39 cm, ancho
X 24 cm, profundidad
30
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Bali
96 cm, alto X 40 cm, ancho
X 50 cm, profundidad
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Armonía
80 cm, alto X 33 cm, ancho
X 28 cm, profundidad
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Elmar Rojas, escribió en
el libro Magia y Realismo,
Arte Contemporáneo
Centroamericano,
publicado por Galería
Trio’s, en Honduras:
Luis Carlos ha sido el
escultor de más recia
decisión al considerar que
si se puede hacer obra
valiosa con tan admirable
medio. Revitalizó el
movimiento, e hizo que en
las salas naciera el canto
de la escultórica.
El Detalle
140 cm, alto X 43 cm, ancho
X 27 cm, profundidad
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Izquierda
La Catedral
80 cm, alto X 28 cm, ancho
X 28 cm, profundidad
Esta página
Bendición
85 cm, alto X 38 cm, ancho
X 21 cm, profundidad
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Fémina XXI
129 cm, alto X 38 cm, ancho
X 28 cm, profundidad
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Luis Carlos hizo que
caminara el volumen
mágico de la escultura
como aporte de
penetración, e incetivó
a muchos escultores
dormidos a seguir su
ejemplo de claro reto a
la libertad artística. Se
suma a este empuje, un
profesionalismo técnico
que sin duda cimenta
la realidad de un arte
serio y perdurable. (Elmar
Rojas, Magia y Realismo,
Arte Contemporáneo
Centroamericano, Galería Trio’s,
Honduras, 1992)
La Kika
130 cm, alto X 41 cm, ancho
X 28.5 cm, profundidad
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Presidente: Jose Rozas Botrán
Dirección ejecutiva: Mariana Solórzano
Museografía: David Urbina
Fotografía: Alfonso Asturias
María Fernanda Carlos
Rodrígo Castillo
Cristina Chocano
Fernando Quel
Diseño: F4-Quelsa
Impresión: IPress
Edición y producción: Thelma Castillo
© Fundación Rozas-Botrán
Guatemala, noviembre 2013
Fundación Rozas Botrán por los más necesitados
Instituto de Investigación de Genética
Humana -INVEGEM- creado para construir
vías de educación, prevención, diagnóstico
y tratamiento de enfermedades genéticas
metabólicas humanas; Hospicio Hospital San
José, para la atención de bebés, niños y
adultos con VIH/SIDA; Centro de Rescate,
Estudio y Análisis Científico del Patrimonio
Artístico -CREA- .
Inicio Fundación Rozas Botrán
www.fundacionrozasbotran.org
Guatemala, Capital Iberoamericana de la Cultura 2015
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