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Qui pa cofla? Me parlaba un machucao.
Tensé el cogote y puse cara é póker. Tay
claro poh choro, soltó con tufo a destilao.
Saqué el estoque y le rajé la nor feis. Te
juiste en volá culiao, ladró...se metió al
falaferia pa choriarse ahora una columbia.
El weon fachion.
Sino has de querer lo que entrego, dijo el
cartero apoyado en la reja de la joven.
Avisa a quien escribe ilusionado de
respuesta.
Y qué le echamos al buche? Fue sincera
su interrogante. El habitar bajo aquel
puente tenía sus dificultades.
Papitas de La Serena caseraaaaa! Las
últimas que nos van quedando!, gritaba la
señora Mirta. Gritaba con fuerza y rabia,
tenía orden de desalojo por no pago. El
Juancho, su marido, pasaba la caña en el
furgón... Lo que la apenaba era volver a
la toma, sus hijos ya habían conocido el
barro, ahora lo haría su nieta.
Los pacos ya estaban apaleándolo cuando
llegó, a sus 10 años, fue difícil ver a su
mejor amigo golpeado brutalmente. Su
padre le imploró con la mirada que lo
dejara.
Aquella mañana, con el pasamanos de la
426 como almohada, soñó...Tendría
esposa, hijos y una casa, un hogar al fin.
Lo que no sabía, es que en el control
médico de la tarde, su sueño terminaba.
Sentado en aquel vagón, derrotado bajo
el peso de su día, no quería dormir por
miedo a soñar lo inalcanzable.
Don Manuel regresa a casa, ya cumplió
65. Le hicieron una despedida en el trabajo.
Hace un año hubiese estado feliz de este
momento, pero ahora su amada ya no lo
espera.

Despertando en su habitación de cartón,
tapado con diarios, se enteró que su hijo
triunfa en el extranjero.
Pelao weon, no escuchaste la
orden?...dispara weon o te fusilo a voh!
Entendiste?...el conscripto sentía que con
aquel disparo cobarde, el que moría era
él.
Juan camina cabeza gacha por la
transitada acera. Golpea sin querer a una
joven. Preocupado levanta la cabeza. Es
Amanda, no la veía desde que terminaron,
gira la cabeza y reinicia la marcha. Aún
no sanaban sus heridas.
Don Víctor es jefe en la Maestranza, trata
con tipos rudos a diario. Al llegar a casa
lee una nota en la mesa, su señora lo dejó
por otro...su hijo pequeño encargado con
una vecina. Golpea la puerta, se abre.
Felipe corre y se abraza a las piernas del
padre. Víctor se arrodilla, lo abraza y le
susurra al oído...hijo estaremos bien...una
lágrima recorre su mejilla.
Sentado en la banca del parque, mirando
al cielo en busca de respuestas. Llevaba
horas en esa posición. Q wea hermano?
Sintió la voz de su mejor amigo...se levantó
y sin mirarlo se fue.
Mirando el atardecer desde la ventana,
esperaba paciente el regreso de su amado.
Sin más rodeos, me acerqué y lo tomé del
hombro. Cesó sus movimientos y me miró
lleno de odio y guerra. Lo insté a mirar a
quien golpeaba. Era tan sólo un niño. Pero
para aquel uniformado no podía detenerse,
entonces le dije. Es mi hijo!
Tan sólo decidí mirar un poco más lejos,
y el cambio fue evidente.

Paseaba tranquilo, siempre conectado a
su música. Andar desgarbado y ropa negra.
Pelo largo y enmarañado. No había
motivos suficientes para siquiera intentar
sonreír, la vida se encargaba a diario de
recordarle que estaba solo.
Endeudado a limites insospechados tras
seis meses sin pega, se presenta feliz a
su nueva pega...cobrador telefónico...las
ironías de la vida.
La primavera era su esperanza. Al fin
terminaría aquella pesadilla. Optimista e
ilusionado emprendía el camino. Cerraba
por fin el portón con un gran candado.
Se acercó lentamente a la pareja que
gritaba su pan amasado con chicharrones.
El bebé dormía en una cuna hechiza,
inmune a los gritos y bocinazos...mejor se
van, vienen más y les quitarán la
mercadería. A esa carabinera aún no se
le metía el vaca en el alma.
Última que le aguanto, se repetía
mentalmente una y otra vez. Andrea era
una mujer golpeada por su marido. Última
vez! Última vez! Ya casi gritaba...se bajó
de la micro, protegiendo su mirada con
sus lentes oscuros. Se veía arrepentido,
me da pena verlo llorar...
Enarbolando su bandera orgulloso y en
paz, se disponía heroico a dar la batalla.
Camino por la acera. Alzo la mirada y
disfruto del momento. El sol, se alza sobre
la cordillera. 8 de la mañana y se que será
un buen día.
Luis se frota los ojos, ha estudiado toda
la tarde, se estira levantando los brazos
sobre la cabeza. Se toma un tecito con
miel. Está listo para el examen final, si lo
pasa será mecánico titulado...se prepara
pa irse a la pega, ya no está tan ronco

como anoche...ensaya su grito...la
basuraaaa! La basuraaaa!... 5 años
gritando lo mismo.
Gladys, no durmió muy bien. Soñó raro.
Gente entrando y saliendo de su vida.
Gladys, se sienta al borde de su cama,
prende la lamparita del velador. 5:30 AM.
Mira a su lado, Pedro su hijo duerme
tranquilo, y confiado... Sólo él quedó de
ese gran amor.
Don Raúl tiene su almacén por más de 40
años. Hace como 20 años se le instaló el
primer supermercado cerca, hoy ya son 4
los que lo cercan y hunden. Con su
almacén pagó los estudios a sus hijos.
Abría todos los días del año. No extraña
el dinero de las ventas. Sólo doña Hirma
y unas pocas vecinas vienen compran y
conversan, extraña regalar la yapa a los
niños. Sus hijos se fueron, tienen sus vidas.
Todos los domingos visita a doña Matilde
en el cementerio, se queda y le conversa
horas. Cuanto la extraña!.
Su día partía de la misma forma, su
sanguchito y un té al lado de su carrito
recolector de basura. Conversaba con los
colegas. Luego a la ruta, ruta en la cual
raramente alguien se dignaba a mirarlo,
cada mirada esquiva le dolía. Cuán
humillante puede ser invisible.
Chocolo a gamba y a cien! Grita a viva
voz...en su caja de plumavit carga con sus
sueños congelados.
Cada mañana al despertar por los rayos
que se cuelan a través de los tablones mal
alineados, Pedro mira su habitación.
Decide levantarse. Levanta sus calamorros
desde el piso de tierra. Hay que salir a
ganarse el pan.

"Taba rico el tecito mi amor, nos vamos a
la durma?, mira que mañana tengo que
estar tempranito en el consultorio con el
Luchito". Juanita agradecía al Juancho,
por la choca en tachos hechos de latas de
conserva. Quizás para el resto de los
mortales de la ciudad, eso no sería una
once de día domingo, pero para ellos,
donde el dinero no abunda, es todo un lujo
y lo disfrutan. Lo importante es el estar
juntos, su amor no tiene barreras.
Rasgando su guitarra con furia inusual,
entona su descontento. Cabeza en alto y
ojos cerrados, imagina un escenario y
audiencia al borde del éxtasis...Joven, no
puede cantar acá...Hasta ahí su concierto
de hoy. El pasillo de la estación del metro,
se materializa nuevamente ante sus ojos.
Miguel de tres años, acurrucado a María,
que finge ser su madre. Ella pide "moneas"
para el niño.
Estiró la mano y se tragó su orgullo.
Con sus manos negras, llenas de betún
impregnado tras años de oficio, abrazó a
su hijo, tomó el diploma y posó orgulloso
para la foto.
Mientras levanta la picota, sueña con su
hijo. Fue la mejor noticia que alguna vez
haya recibido.
Luchito le decían, luchito se sentía. Alguna
vez quiso ser Luis.
Aquel que no pasó hambre, con que
derecho goza del disfrute de saberse lleno?
No se saca mucho con reclamar contra
los políticos, se decía así misma doña Flor,
estos weones sólo trabajan pa ellos y su
familia...don Ernesto que la oía a otro
extremo del taller de costura le
dijo...nosotros también pué doña Flor... Es

verdad dijo ella, y le replicó. Pero yo no
trabajo cagando así resto, en beneficio de
los míos. Ese día don Ernesto decidió
unirse al sindicato.
Mirando la televisión,
preguntaba...dónde estoy?

se

Mientras ardían los neumáticos, esos
jóvenes entonaban cánticos y gritos
conmemorativos de una realidad que no
fue parte de su pasado. Pero la gracia
estaba en escupir sus rabias a un país
que les enrostraba éxitos y avances...pero
para otros.
Esa mañana José se despidió de su familia
y se encaminó a su trabajo, nunca
volverían a verse. 40 años después Gloria
aún lo espera y extraña.
Mirando el horizonte cayó en cuenta, su
mundo no llegaba más allá de donde su
mirada alcanzaba.
La miró fijo, a los ojos. Desplegando todo
su encanto, lentamente se acercó. Se
detuvo a un metro, levanto una ceja y botó
el cigarro al piso. La miro de cabeza a
pies. Rítmicamente se aproximó y sin
despegar la vista de sus ojos, pasó a su
lado enarbolando el pañuelo y manos en
la solapa. Vuelta!
Con un chasquido su deseo fue realidad.
Lo había oído.
Al son de una cumbia, pero de las buenas,
movía sin pudor alguno su aporreado
cuerpo.

Pablo quería ser santo. Ese era su
propósito desde niño. Siempre había
imaginado una estampita con su perfil y
un halo dorado rodeándolo. Un niño junto
a su madre rezándole...jamás pensó
cruzarse con la Patty y sus ganas de vivir...
Por la noche, luego de la pega. Luego de
sus quehaceres domésticos. Luego de
acostar a sus niños. Luego, cuando estaba
solo y tranquilo. Luego, después de alejar
la rabia y la pena, tan sólo saco los fósforos
y tomó una vela del mueble. Luego, a la
luz de la vela, sacó la foto de su
padre...detenido desaparecido. Lo recordó
y sintió nuevamente sus abrazos.
Como cada mañana, el Guille pasaba por
su cañita de tintolio. Atrás quedaron los
años donde enseñaba en el Liceo A-115,
atrás quedaron los días en que lo
esperaban con la comida calientita, atrás
quedaron los abrazos de su hijo.
Los sueños cobraron vida, justo en el
momento en que abrió aquel libro.
Benditos aquellos que se saben amados!
Predicaba don Julio en la esquina de su
calle. Por audiencia, un perro y un
borrachín.

Con tan sólo un micrófono y un
amplificador, escupía su copla con rabia
acumulada.
Hoy era su primer día de trabajo. Se calzó
su terno, el mismo que guardaba de su
matrimonio. Llenó su maletín de
esperanzas y dejó en casa bajo siete llaves,
su rosario de chuchadas.
Paula y María caminan de la mano por el
forestal. Paso a paso, dejan atrás sus
temores. A la sombra del árbol frondoso
del lugar, sellan aquel sentimiento con un
beso. A lo lejos se oyen los bocinazos y
el tráfico.
Oía como se rajaba el cuero, sentía el
hedor de animal cerca de su rostro, miraba
aterrorizado esos ojos llenos de ira, la hoja
afilada se llevaba su choreza y valentía.
Tensó su cuello, aumentaron sus
pulsaciones, el sudor comenzó a hacerse
de su cuerpo. Una terrible batalla sucedía
en su pecho, levantó su rostro y sus ojos
buscaron. Por último aspiró
profundo...perdón...cayó su orgullo a sus
pies.

Mientras juraba a su bandera pensó...mi
vida por los míos, no por un trozo de tela,
ni por un país que me ignora desde mi
nacimiento.

Sin canción combativa, es fome inmolarse.

Lucía lo estaba pasando genial, el sexo
casual era algo nuevo para ella. Se sentía
más mujer y más libre. Justo en el
momento en que tenía su orgasmo, sintió
una punzada de dolor. Era un dolor
indescriptible. Sintió como se rompía el
corazón de su marido.

Desde pequeño se supo distinto, milagroso.
Jesús, lo bautizó su madre. Su padre, de
oficio carpintero...4:30 A.m. y comienza
su jornada. A las 5:30 de la madrugada su
milagro se hace realidad, de blanco
uniforme, multiplica panes. La panadería
abrirá luego, los fieles hacen fila.

Todo comenzó el día aquel, en que la plaza
dejó de reunirnos.

Juanito madruga a diario. Levanta su
humanidad antes que cante el gallo. Sale
sin desayunar y sólo le dedica tiempo a la
ducha. Corre al paradero, llega a tiempo,
sólo resta esperar la micro que le sirve.
Ahí viene!...Juan levanta su mano...pero
la micro no se detiene. Cabizbajo se
Lamenta no haber comido algo.
Con un redoble de tambores de fondo, se
prometió jamás volver a ser quien fue.
Te envidio. Así, sin más, disparó su boca.
Te amé. Luisa lo miró un instante, una
lágrima se detuvo. Tan sólo giro la manilla
y salió para no volver.
Jhonny Discos le decían. Todos los
sábados, en forma sagrada, se enfunda
en su traje blanco con lentejuelas
plateadas. Atento al cassette, levanta la
mano y comienza su baile a lo Travolta.
Ojala el público de hoy sea generoso, ya
van dos días a puro tecito.
Muy perfumado y engominado. Esa fue la
impresión de todos en la oficina. Marco
Ojeda era el nuevo ayudante del contador,
apenas se eleva sobre los 18 años. Recién
salido del comercial. Es su primer día, lo
notan nervioso. Impecablemente vestido
con un terno negro, camisa blanca y
corbata azul...avanza dubitativo e inseguro,
pese a su tenida impecable, sus zapatos
con la planta llena de barro arcilloso delatan
su origen humilde.
Guillermo siempre ha despertado las
gallinas, viene en los genes, de familia de
pescadores, el sueño no existe en su
diccionario. Se adentra en la mar dirigiendo
su lanchón con rumbo fijo, su zona de
pesca. Se detiene y revisa las redes
puestas el día anterior, tuvo buena
pesca...más tranquilo se dispone a dar
cuenta de su desayuno...sus ojos se posan
en un punto fijo en el horizonte y su mente

emprende un viaje del cual le cuesta
sustraerse. No quiere esta vida para sus
hijos.
La danza era su pasión y su padre se
había encargado de aplacarla, más el
fuego se mantenía vivo en su corazón...El
rucio, como lo llaman, hace suyo el
semáforo de Vicuña Mackenna y
Ñuble...entre luces rojas y verdes, todos
los días danza entre vehículos
detenidos...no busca dinero y rechaza el
que le ofrecen, el sólo busca ojos que lo
vean y si le regalan un aplauso, se inclina
solemne en una reverencia.
Ignacio Duarte era el tercer hijo de una
familia con pasado burgués y presente
austero. Su padre había desaparecido ya
hace 15 años, llevando consigo el buen
pasar y los juegos dominicales. Ignacio
está a la espera de una beca para poder
estudiar, esta cansado de trabajar de
reponedor en el supermercado...se tiene
fe.
Luego del rito de misa dominical, Ana
piensa que hará el resto del día. Extraña
a sus hijos, ellos están con su padre. Aún
no se acostumbra y no encuentra justo el
tener que compartirlos. Dormiré una siesta,
se obliga...todo sea por acortar la tarde.
Iván Torres le decían en la pobla, Edmundo
tenía el don de predecir el clima. Con sus
80 años a cuestas cada mañana se dirige
a la plaza y se sienta en su escaño habitual.
Claudio se acerca inmerso en sus
pensamientos y más por costumbre que
interés, le pregunta...y don Iván, el tiempo
pa hoy?... Nublado y precipitación obtiene
por respuesta. Claudio piensa para si, lo
loco que está este viejo, si hay anunciados
30 grados. Lo que Claudio ignora, es que
aquello que tanto teme sucederá hoy.

Arturo era un rockero, de esos "de a
deveras". Cuerpo tatuado de demonios y
calaveras. A diario se calza sus zapatillas
roñosas, su chaqueta de cuero negro y su
remera de su grupo favorito...despliega su
espectáculo de forma real. Al llegar a su
pieza llora tirado sobre su cama, su cuerpo
en estado fetal. No sabe como su vida se
transformó en un bolero.
Bastaba tan sólo pulsar aquella
tecla...Tenía miedo...sabía que tras esa
acción su vida no tendría retorno. PLAY...
Esa canción le dio el coraje que necesitaba.
0:30 de la madrugada. Pablo transita por
una oscura acera, sumido en sus
cavilaciones... Ha tenido una vida fácil. De
familia adinerada, transitó desde pequeño
por barrios acomodados y los mejores
colegios. Entonces que hacía ahí, a esa
hora?... Recapitula. Decide no pensarlo
demasiado y busca un negocio abierto...
Ya conchetumare entrega la plata! Se oye
decir mientras apunta su pistola... El
vecindario despierta con 5 disparos.
Tan sólo le bastaba rasgar un par de veces
su guitarra para no olvidar, el por qué
seguía día a día, en eso que llamaban
vida.
Luis estaba agotado. Le había exprimido
cada segundo a los minutos de este día.
Su hijo feliz, lo miraba sudado mientras
daba cuenta de su helado. Luis se pregunta
si aquella tarde de fútbol en la plaza, harán
que su hijo lo recuerde con cariño...me
odiará, cae en cuenta.
Esta mañana era distinta. Aún adormecida,
Marta estiró la mano y encendió la
lamparita, esa lamparita que la acompaña
desde su habitación de niña...el sueño
había sido muy real. Odiaba soñar, los
sueños sólo la hacían revivir esos años
de abusos...esta mañana era distinta. Hoy

tomaría la justicia en sus manos.
Con el forestal como escenario. René se
lanza sobre el césped, húmedo gracias a
la bruma que por la noche cubrió la capital.
No debería beber de la manera en que lo
hizo. Huele a tierra húmeda. Pocas veces
tiene razones para celebrar.
Maestro!... Don Miguel Ángel!. Miguel,
despierta lamentando el haber perdido la
genial idea que tenía mientras soñaba. La
hermana Luisa lo espera afuera de la reja...
Miguel se asoma y pregunta,
-qué
pasa
hermana?
- maestro conseguimos los fondos!...le
suelta llena de alegría.
Miguel feliz la abraza, al fin podrá pintar
la capilla...y de paso, se salva hasta fin de
mes.
Ernesto ha seguido las reglas toda su vida.
Por fin hoy entendió que la naturaleza
humana es anárquica.
Marta sonríe mientras revuelve. Toda su
vida ha estada ligada a las ollas. De
pequeña, su que madre trabajaba puertas
adentro usaba el fondo de la patrona como
corral para ella. Su habitación de pequeña
estaba en la cocina, junto a las ollas
negras, vestigio de las tallarinatas hechas
en el fogón. Ya de joven participó de cuanto
cacerolazo hubo. Hoy le toca revolver la
carbonada de la olla común.
Con sus pantalones rotosos y remera
negra, con las escoba como guitarra y el
espejo por audiencia, el rock fluía por cada
poro de su cuerpo. El recital era cortito,
tenía que terminar el aseo.

El cara de chanfle, era uno de los mejores
payasos del Transantiago. Subía al
columpio a cuanto weon se le cruzara. La
talla siempre lista, aseguraban a diario
carcajadas y buena recaudación. De
grandes lentes con marco anaranjado y
chaqueta floreada, finalizaba su
indumentaria unos zapatos que parecían
gualetas. En la población todos lo ubican,
es el papi Ricky. Enviudó gracias a la pasta.
Pablo grita... Escóndete abajo de la cama
con los niños! Son los milicos... Otro
allanamiento se desarrolla en la población.
La olla se lamenta con cada golpe que
recibe con un fierro. Ximena la golpea con
rabia, se siente estafada.
Una lágrima recorre su mejilla...ya está
entregado a la emoción. Se cuestiona el
por qué...no sabe si soportará una hora
más de tortura.
Esa canción era lo que necesitaba. Bajó
la ventanilla del auto y cantó desgarrando
su garganta. Era libre.
Abraham y su hijo trabajan en la "contru".
El capataz lo llama a la oficina. Tatita, le
dice, tenemos que cortar uno y usted es
el jefe de la cuadrilla, así que tiene que
decirle a su hijo que hasta acá llegamos.
Su rostro duro asiente. Al cerrar la puerta
una lágrima se asoma, pero la controla.
Nunca pudo darse el lujo de llorar.
El mundo se detenía, sus manos
entrelazadas. Ajenos a las miradas
inquisidoras, sólo se tenía el uno al otro.
Daniel y Luis se muestran su amor con
todo el cuerpo. Se besan... Mi humilde
homenaje.
Acumulaba sus recuerdos bajo la
almohada, su memoria la abandona.


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