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Patricio Villarejo
noviembre del 2011?
Fue parte de la gira del álbum New Blood que vino
a la Argentina. Los productores me contactaron para
que sea el encargado de juntar la orquesta local
para combinarla con la orquesta que Gabriel traía de
Inglaterra. Creo que de allá vinieron dos cellos, dos
violines, etc. Y yo tuve que completar con músicos
locales para formar una orquesta de 60 integrantes. Los
arreglos me los adelantaron por email y yo comencé
a ensayar con la parte argentina de la orquesta.
Una música bastante compleja, que demandó mucho
ensayo, no eran arreglos así nomás, estaban muy bien.
Luego, cuando nos juntamos con la parte inglesa de la
orquesta, los tipos estaban medio cautelosos porque
nunca saben con qué se van a encontrar en cada
país al que van. Pero cuando comenzamos a tocar les
gustó tanto que el cellista líder me dijo que le había
parecido la mejor orquesta con la que había tocado en
los países de Latinoamérica.
Notas graves
¿Cómo seleccionás a los músicos?
A muchos los conozco desde cuando empecé,
entonces sé lo que hacen, sé cómo son. Y a otros
los voy conociendo en el camino, porque tengo una
característica que heredé del maestro Pugliese de
siempre buscar gente joven, incorporar gente nueva.
Pero lo que sucede es que se trata de gente en la
que yo confío en muchos sentidos, no solamente en
el terreno musical. Lo primero que hago cuando llega
alguien nuevo es probarlo a nivel humano antes que
musical. Porque más o menos ya sé que tocan bien,
por referencias o porque los conozco del ambiente, un
ambiente donde hay que tocar bien. Pero me fijo de
que sean personas agradables, que se pueda trabajar
bien, que uno se pueda sentar a charlar. Tengo una
intuición para juntar gente, cuando hago mis grupos
la gente que convoco luego se hacen amigos y
tocan entre ellos, siempre, tengo buen ojo para eso.
Intuitivamente sé que quizás una persona no sea el
mejor instrumentista que hay pero en cierto contexto
me va a rendir el 100%. En cambio a veces sé que hay
instrumentistas espectaculares pero si los pongo en
la orquesta por diversos motivos voy a quebrar cierta
armonía.
Entrevista: Roque Di Pietro
Fotos: Gentileza PV
Su primer trabajo importante como músico profesional fue en la orquesta de Osvaldo
Pugliese; el último -hasta el momento- junto a Charly García en el teatro Colón. En el
medio pasaron casi treinta años y una carrera que desde su instrumento -el violoncelloy su capacidad para arreglar cuerdas en las más diversas estéticas lo llevaron por todas
partes en el campo de la música popular. Para coronar un año de ultra actividad, Patricio
Villarejo -de él hablamos- acaba de publicar su primer álbum en solitario, titulado Desde
algún lugar, realizado y terminado a instancias de otro de sus mentores, Litto Nebbia.
¿Cómo fue tu formación en la teoría musical y con tu
instrumento en particular?
Mi formación es autodidacta, siempre me gustó la
música y tocar, esa fue mi base, mi curiosidad. Luego
hice estudios del instrumento, redondear cosas digamos.
Lo mismo con lo que es el lenguaje de la música, no fui
a estudiar desde temprano, aprendí casi solo a leer las
notas, a solfear y todo eso. Cuando empecé a estudiar
cello yo ya sabía solfear y por eso no tuve problemas
con esa parte. Con el tiempo hice algunas cosas pero
más que nada soy autodidacta, con algunos profesores
de cello y otros a los que recurrí en algunos momentos.
¿Cómo llegás al cello?
Siempre fue mi instrumento, yo nunca dudé de que ésa
sonoridad era mi voz. Lo supe de movida. Era mi voz,
con eso iba a ser yo, una identificación muy grande. Ni
siquiera sabía que era un instrumento que, por lo menos
hasta no hace mucho, estaba atado a determinados
géneros, no era un instrumento que podría aparecer en
cualquier contexto.
Pero cómo aprendiste la lectoescritura de la música,
algo esencial para alguien con ambiciones de
arreglador…
Aprendí en la escuela, en las clases de música del
colegio, me enseñaron las notas y ya las pude ver en
la flauta, en la melódica y en un piano que había en
mi casa. Me daba cuenta de lo que eran los acordes,
escuchaba a los Beatles y aprendía cosas… Cuando
llegué al cello ya sabía lo que eran las escalas, las
notas, las tonalidades…
¿Con qué instrumento te sentís más cómodo para
componer?
Compongo en el aire, en mi cabeza, luego lo paso a
la computadora o al papel… Si tengo un instrumento a
mano lo agarro y lo pruebo, cualquier cosa que tenga
a mano, una guitarra, lo que sea. En general se me
ocurren así las ideas. Una vez escribí un tema en un
tren, lo escribí en un papel mientras viajaba. O sea,
no es que necesite un instrumento para componer,
aparece en mi cabeza, no necesariamente necesito un
instrumento.
La orquesta de Gabriel
¿Cómo fue la experiencia junto a Peter Gabriel
en su concierto con orquesta en Buenos Aires en
¿El carácter individual de cada instrumentista
queda opacado por la impronta de los arreglos
o la búsqueda del director o es al revés, los
instrumentistas definen el carácter de la orquesta?
Conozco mucho la orquesta como entidad o como
organismo porque yo empecé desde muy joven a
tocar en orquestas. Fue la salida laboral que encontré
más rápida para poder dedicarme a la música con
mi instrumento. La orquesta tiene esa cuestión de
grupo grande de gente donde la masa hace perder
individualidad pero lo que me parece también es que
si hay una conexión entre las personas a nivel grupo
eso también se nota. La orquesta se divide en partes,
si cada parte funciona bien y tiene su líder, entonces
funcionará perfecto, porque cada líder va a seguir a
su líder principal. La orquesta tiene una organización
vertical, no es democrática para nada, pero lo que he
descubierto es que esa verticalidad es buena para
que la cosa funcione bien, no tiene que ver con que
cada líder es un autoritario, sino que funciona de ese
modo y es bárbaro porque se llega a un objetivo que
es que la orquesta funcione como un todo. Si está bien
seleccionado cada líder y cada grupo confía en su líder
y todos confían en su líder principal está garantizado el
éxito. Lo he comprobado. Las orquestas que fracasan
fallan en este aspecto, no tanto en lo musical.
de los discos y me presenté a una audición, recuerdo
que fue en APO, Asociación de Profesorado Orquestal,
donde ensayaba Pugliese, en la calle Sarmiento, entre
Rodríguez Peña y Montevideo. Entro y Pugliese me dice
“Tocá”. Entonces toco un concierto de no sé quién para
que vea que sé tocar. Entonces Don Osvaldo me para
y me dice “Veo que sabés tocar pero ahora tocate un
tanguitio de rompe y raja”. Y me puse tocar “Amurado”.
Luego me dijeron que en un mes empezaba en Mar del
Plata. Pero, otro problema: no había arreglos porque las
carpetas de los cellos no existían más. Bueno, no hay
problema, les dije, yo sé escribir y conozco la música de
Osvaldo desde que nací. Entonces me puse a escuchar
y de oreja escribía las partes de cello si es que había
y si no existían me las inventaba. Así que me armé mi
carpeta y en los ensayos nunca nadie me dijo nada…
¿Cómo era el funcionamiento de la orquesta de
Pugliese en cuanto a su espíritu de cooperativa
y su conocida y activa participación en el Partido
Comunista?
Pugliese nunca bajaba línea política explícita, nada,
jamás…
Nunca te sugirió afiliarte… (risas)
Para nada, incluso en un momento en la orquesta había
un bandoneonista de extrema derecha (risas), es decir
que el maestro no se fijaba en las ideas políticas de
los músicos… Lo que sí hacía era demostrar que su
ideología era absolutamente coherente con su vida. Por
ejemplo ibas a la casa y era una casa de clase media
normal, sin lujos, andaba en un Taunus de los años ‘70
y me consta que cuando le entraba dinero de más el
tipo lo donaba.
Durante la presentación de su álbum Desde algún lugar
en el Café Vinilo.
San Osvaldo
¿Tu carrera profesional comenzó como integrante
de la orquesta de Osvaldo Pugliese?
Pugliese fue mi primer trabajo importante. Estudiaba,
tocaba en la Orquesta Juvenil de Radio Nacional, año
1986. En esa época en la orquesta de Don Osvaldo no
había cellistas, los últimos se habían ido y decidieron
no reemplazarlos porque habían tenido muchos
problemas. El fueye principal era Roberto Álvarez y
el primer violín era Fernando Rodríguez y decidieron
poner un cello para unirlo a los tres violines que había
entonces. Ahí es cuando me comentan que Pugliese
estaba buscando un cello. Yo lo tenía re-escuchado
¿Lo donaba?
La donaba a la Casa del Tango, a orquestas juveniles o
hacía acciones de caridad de las que nadie se enteraba
porque no lo hacía público. Y el tema con el dinero en
la orquesta era así: el 50% de los ingresos se dividía en
partes iguales y el otro 50% se repartía de acuerdo a un
sistema de puntaje en relación a las tareas que hacía
cada músico dentro de la orquesta y a la antigüedad
en la orquesta. Por ejemplo, yo había hecho algunos
arreglos y eso me subió un poco el puntaje. Otro era
tesorero y también cobraba por eso. Pero el detalle era
que no había mucha diferencia, por ejemplo, entre el
puntaje de Don Osvaldo, que era el líder, y el mío, que
recién me incorporaba. Una cosa muy rara, jamás volví
a ver algo parecido en otro lado, jamás vi un artista
como él en ese aspecto.
¿Estuviste con él hasta el final?
Me fui antes, ya tenía muchos compromisos y comencé
a tomar alas. Y creo que lo que siempre él alentó fue
eso, que cada uno formara sus cosas e hiciera su
vida musical propia. El quería formar músicos nuevos
constantemente y que luego esos músicos hicieran sus
propias orquestas, que era lo que pasaba habitualmente.
Un nuevo cello
Yamaha línea Silent
Ensayando con García en La Usina del Arte para Líneas Paralelas en el Colón.
Al Colón con Carlitos
Treinta años más tarde te toca trabajar con García…
Otro gigante, para mí no hay muchas diferencias entre
géneros, disfruto de todo lo que me gusta. Y me tocó
una parte interesante, su debut en el Colón, algo
histórico.
¿Cuáles fueron tus tareas en el grupo de Charly
para este espectáculo?
Hice los arreglos y convoqué a los músicos. En
un principio íbamos a hacer más de 20 músicos en
la orquesta pero luego se fue reduciendo hasta que
quedamos en ocho, dos cuartetos, una sonoridad
muy similar a los Beatles, el doble cuarteto se usa en
“Eleanor Rigby” o “Yo soy la morsa”, donde hay cuatro
cellos, es un tipo de sonido muy cercano a los dos.
Yo lo conocía a Charly de cruzarlo en conciertos de
Mercedes Sosa, yo colaboraba con ella y él muchas
veces estaba de invitado. Cuando me lo presentaron
para lo del Colón se sentó en un piano y comenzó a
tocar con un sonido mellotrón y me dijo “Yo quiero algo
así”. Y me tocó una cosa muy George Martin, es decir
que estábamos pensando en la misma dirección. Al día
siguiente ya le llevé música, “No te dejes desanimar” y
“Desarma y sangra” creo. Entonces él miró la partitura
y dijo “Se ve lindo”. Lo pasamos con la compu y ya
se puso a cantar arriba. Y cuando terminó me dijo
“Perfecto, seguí con el resto”. Y en dos semanas
completé todo el laburo hasta que llegamos a los
ensayos y ahí corregimos alguna cosita.
¿Qué te pareció el resultado de los dos conciertos
en Colón?
Quedé contento porque salió todo muy bien. La
orquesta se amalgamó de una manera espectacular
al grupo de Charly. En teoría era un montaje para el
Colón y nada más pero pasó que a Charly le gustó
tanto que estamos girando con él como si fuésemos
parte de su grupo estable y es posible que volvamos
al Colón en febrero.
Desde algún lugar
Al mismo tiempo estás publicando tu primer disco
solista luego de tocar durante muchos años al
servicio de otros…
Es un disco que lo tenía a medio hacer y Litto (Nebbia)
me empujó para que lo terminara. Lo grababa de a
poco y así también lo dejaba. Pero como que ahora
fue el momento ideal para terminarlo y publicarlo.
Tiene músicas de muchas épocas y es una suerte de
miniretrospectiva. Hay cosas folklóricas, tangueras,
roqueras, pop, jazz, rock sinfónico, una mezcolanza
de influencias muy grande, que en realidad es todo lo
que me gusta a mí. Me gusta el resultado que genera
la mezcla de sintetizador, clarinete, loops, cello, etc.
Muchos piensan que es un disco de música clásica,
pero no tiene nada que ver. Lo más cercano a eso es
una versión de Piazzolla, un tema poco frecuentado
del que casi no hay versiones, “Milonga sin palabras”.
Mi versión está hecha a grabada a cinco cellos, todos
tocados por mí, que es un sistema que ya había usado
para un cover del tema “Don’t talk (Put your head on
my shoulder)” de los Beach Boys para un tributo a
Brian Wilson que hizo Litto Nebbia.
16
«Siempre quise tener este instrumento, un
cello eléctrico Yamaha de la línea Silent,
pero por diversos motivos nunca lo pude
tener. Viajaba y lo veía pero no tenía la plata,
o viceversa. Es un instrumento diseñado y
fabricado en Japón, una serie muy especial
que tiene tres modelos y está pensado para
tocar en forma eléctrica, no tiene caja, como
si fuese una guitarra eléctrica. Lo podés
enchufar con pedales, con lo que vos quieras.
Lo probé una vez y me pareció que tenía
una calidad fantástica y desde entonces
me fanaticé. Y tuve tanta suerte que un día
la gente de Yamaha en Argentina me llamó
para ofrecerme tocar con un cello de la línea
Silent porque justamente están comenzando
a trabajar estos instrumentos en el país. Es el
cello que toca Jaques Morelenbaum cuando
toca eléctrico. Me encanta. Me permite no
utilizar mecanismos de amplificación porque
ya vienen incorporados al instrumento. Es
un instrumento eléctrico pero está pensado
y fabricado para que suene como un cello
acústico. Pero lo genial de eso es que no
tengo problemas de zumbidos, ruidos, cables,
voy directo a los pedales como una guitarra
eléctrica.»
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orquesta
pugliese
desde
lider
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