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Miguel Alandia Pantoja
“Un arte por la revolución y una revolución hecha arte”
Por Rodro
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Alandia Pantoja, es sin duda uno de los artistas que
más ha sacudido con su arte los sentimientos,
pasiones y pensamientos de muchas generaciones
de las distintas clases sociales y de toda una época
en nuestro país; esto no sólo porque su obra sea
titánica sino ante todo porque su creación se funde
con los cambios sociales de una manera tan
consciente que le permite captar, no pasiva, sino
activamente las contradicciones y los procesos
históricos de su época, un caso insólito en la historia
del arte, ya que en la mayoría de los casos los
artistas que muestran indudablemente muchos
aspectos de la realidad de una manera incisiva y
profunda, al estar guiados por su sensibilidad e
intuición terminan en la mayoría de los casos por
llegar a un punto en el que no pueden explicar el
por qué de esa realidad y muchas veces acaban
frustrándose al no poder comprender el mundo que
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ellos mismos han pintado y peor aún los procesos
que hacen que de repente todo lo que conocen y
tienen por seguro llegue a su fin y se transforme. En
cambio, Alandia Pantoja al abrazar el marxismo se
dota de un método para comprender el mundo en
constante movimiento lo que la permite participar
activamente en
2
su
transformación,
de ahí que su
arte no se atrofie
con los grandes
cataclismos
sociales sino que
se alimente de
ellos y alcance
insospechadas
alturas.
Un arte que brota entre la historia
Alandia nace en Catavi, Potosí en 1914, y desde muy
temprana edad comienza a pintar, su vida pronto se
ve sacudida por la historia, ya que con sólo 18 años
de edad tiene que marchar al Chaco a participar del
baño de sangre entre bolivianos y paraguayos por el
petróleo (1932-1935). Alandia es uno de los miles de
prisioneros que caen en manos de los paraguayos y
como muchos también, logra huir del Paraguay
cargado de ideas y emociones que marcaran sus
primeras obras.
La guerra amplifica la lucha de clases que viene
librándose en nuestro país y acelera el proceso
revolucionario. Alandia es arrastrado por la lucha de
clases y su obra se ve influenciada por el
Indigenismo, corriente que denuncia la miseria y
explotación de los indígenas revalorizando su
simbología en oposición al dominio económico y
cultural
extranjero.
Esta
influencia
viene
4
principalmente de Cecilio Guzmán de Rojas, pero
Alandia no se limita a imitarlo simplemente, al
contrario lo asimila críticamente y propone un estilo
particular en el que muestran principalmente
personajes con rasgos indios de voluminosas y
fibrosas extremidades y cuya expresividad no se
centra tanto en el rostro de sus dibujos sino en el
movimiento de sus cuerpos que se muestran en
constante tensión como si estuvieran dominados en
todo momento por una fuerza telúrica que les da
vida impregnándolos del ambiente, del paisaje, de la
tierra, todo dominado por trazos coloridos con
predominancia de matices entre el amarillo y el rojo.
Los hombres forjan su historia en las candentes
llamas de la revolución
En la década de 1940 Miguel Alandia es ganado al
trotskismo y se adhiere al POR (Partido Obrero
Revolucionario), este es un momento crucial en su
vida personal y
artística porque a
partir
de
entonces su vida
se entroncará de
una manera muy
estrecha con el
desarrollo
histórico
de
nuestro país, ya
no
para
ser
arrastrado por la
rueda
de
la
historia sino que
ahora
como
parte
de
la
vanguardia
revolucionaria
estará en el ojo mismo de la tormenta junto a otros
tantos intentando hacerse dueños de su destino y de
su historia. La politización de Alandia irá
acompañada por una madurez artística y a partir de
entonces no es posible ya separar al artista del
revolucionario.
Alandia Pantoja participa en primera línea de los
acontecimientos más importantes de nuestra
historia. Durante el periodo del sexenio rosquero el
pintor ahora militante revolucionario participa de la
organización de la Central Obrera Nacional, y de la
politización de los obreros, mediante su arte difunde
las ideas de avanzada de proletariado y sufre en
carne propia la persecución por parte de la rosca
minera encaramada en el poder, todo este proceso
estalla en la revolución de 1952 donde los
explotados bolivianos derrotan a la feudal burguesía,
sirviente incondicional del imperialismo en nuestro
país; Alandia deja a un lado la paleta y el pincel para
tomar el fusil y participar de esta titánica lucha, es
aquí cuando el revolucionario se sobrepone al artista
porque la historia así se lo exige en ese caótico
momento. Alandia el revolucionario luego tiene un
papel fundamental en la creación de la gloriosa
Central
Obrera
Boliviana,
siguiendo
los
planteamientos de la Tesis de Pulacayo.
Una memoria de lo posible
La revolución nacional del 9 de abril del 52 abre la
perspectiva de la toma del poder por el proletariado,
es un momento de cambios profundos no sólo en lo
económico y social sino también en lo cultural y
artístico, la revolución le da el impulso a Alandia
Pantoja para dar el salto artístico que se venía
incubando en él desde mucho antes y que al igual
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que las contradicciones sociales llegaron a un punto
de quiebre. Si bien Alandia es absorbido por el
proceso histórico y tiene que poner todas sus fuerzas
al servicio de la revolución, ahora la revolución le
servirá de alimento a su arte, la violencia
revolucionaria tomará por asalto su creación, como
hiciera él cuando tomó por asalto la historia, hombro
con hombro, al lado de los mineros, obreros y
campesinos que en adelante dominarán sus murales
y sus pensamientos hasta su muerte.
Cuando la revolución es capturada y desvirtuada por
el MNR, Alandia haciendo eco de su partido el POR
denuncia el carácter pro burgués y pro imperialista
del MNR. Este periodo de depresión de la revolución
y de la constante lucha porque los obreros y
campesinos superen al nacionalismo pequeño
burgués, es también el periodo más fructífero de la
producción de Miguel Alandia, aquí el artista toma
fuerza por que su espíritu revolucionario se ha
templado en la lucha más grandiosa que hayan
emprendido los explotados por su liberación, en este
periodo produce sus mejores trabajos los más
rebeldes, los más polémicos y los más hermosos.
6
El estilo de sus primeras obras (pintura de caballete,
dibujos y caricaturas) no se pierde en sus nuevas
creaciones (murales) al contrario se mantiene con
elementos nuevos, llega a dominar completamente
la técnica de mostrar a sus imágenes en
“movimiento y tensión”, y esto es lo insuperable en
la obra de Alandia, ya que esta manera de plasmar a
sus personajes no sólo refleja la desesperación y
tenacidad de las mujeres de “Huelga y masacre”, el
dolor y convicción de lucha de “testimonio” o el aura
de triunfo de “voto universal y reforma educativa”
sino que capta en toda su belleza y de una manera
inigualable la dialéctica misma de la historia, las
contradicciones en que se desarrollan y realizan sus
acciones los hombres y mujeres, esto explica por que
cuando uno admira sus murales estos a pesar de
estar pintados sobre las rigidez de las paredes nos
dan la impresión de una moción constante donde
cada parte tiene su propia dinámica que hace que la
totalidad este llena de una impulso explosivo
contenido por una armonía precaria que parece
pronta a romperse y quebrar todo el edificio. En sus
murales Alandia muestra toda la fuerza de su
plasticidad y su genio, realiza abstracciones
geométricas de los cerros, las bocaminas, aparecen
por doquier formas rectas y equinadas que
contrastan con las curvas musculosas y tensas de sus
personajes que no pierden sus rasgos indígenas. Los
detalles en sus murales se desbordan como si
quisiera mostrar todo el proceso histórico en una
sola pared, no deja casi espacio sin acción, sin color,
sin contraste como en “Lucha del pueblo por su
liberación” que se satura en elementos hasta casi
romper la composición, pero no lo hace, por la
magistral utilización del las luces y las sombras como
recurso de armonización dejando a la imagen central
del “cóndor derrotando al águila imperialista”
rodeada por escenas más oscuras que a medida que
se van alejando hacia los costados ganan de nuevo
en luminosidad, este recurso es frecuentemente
utilizado por el pintor en vario de sus murales, en
otros en cambio logra una bella composición
apelando a la forma del edificio como en su mural
destruido “Historia de la mina”, donde el mural
converge con las escalinatas del palacio de gobierno.
Su estilo le permite mostrar los cuadros épicos y
dantescos de la revolución a la vez que la facilita la
expresividad emotiva de sus personajes como en el
caso de una de sus más bellas obras que se basa en
el asesinato del mítico César Lora y de la que
Guillermo Lora comenta: “El pintor llamó a su obra
arrancada de su cerebro y su corazón “Testimonio”.
Vemos a un Cesar Lora convertido en un puñado de
nervios encarnando la revolución social y que ofrece
a los explotados y oprimidos su propio cadáver”
Alandia no pretende mostrarnos un retrato de los
hombres individuales sino que logra hacer una
abstracción tal que sus personajes son ellos y no son
ellos, son la clase obrera, son un símbolo de lucha.
La gigantesca producción artística de Alandia Pantoja
alcanza su cúspide en otro proceso revolucionario
esta vez los obreros encabezando a la nación
oprimida después de superar al nacionalismo,
llegarán a las puertas del poder, con la célebre
Asamblea Popular donde el revolucionario Alandia
Pantoja tiene una participación descollante
encabezando al sindicato de artistas, y otra vez su
arte estará al servicio de la revolución con la
ilustración de panfletos y cartelones para encender a
las masas.
La disolución de la asamblea popular en manos de la
reacción imperialista encabezada por el dictador
Banzer, significa una terrible derrota para el
movimiento obrero, los revolucionarios son
perseguidos y desterrados entre estos últimos,
Alandia Pantoja, sale del país hacia el Perú, país en el
que finalmente morirá. Esta vez la revolución
derrotada es un duro golpe para Alandia el
revolucionario y para Alandia el artista, y no es que
puedan separar sus dos facetas, ya que forman una
unidad indisoluble, unidad que permitió a Alandia
alcanzar las cumbres más elevadas del arte y tocar
las puertas del socialismo, pero esta fue también la
causa de su agotamiento artístico, ya que al haber
ligado tan estrechamente su arte a la revolución,
este sufrió todos sus triunfos y derrotas y con el fin
de la Asamblea Popular termina todo un periodo
histórico marcado a fuego por la revolución, periodo
que ha quedado testimoniado en la obra de Alandia
que con sus poderosos trazos supo escudriñar entre
el dolor, y la violencia revolucionaria para encontrar
la belleza entre ese mundo enmarañado y esos
personajes harapientos y oprimidos que intentaron
cambiar el mundo, elevando su arte como un
emblema de la revolución, como un testimonio de
que se puede cambiar nuestra triste realidad. Sin
embargo también se ganó el odio de los poderosos y
la reacción, por que el arte mueve conciencias, el
arte llama a la acción y no habiendo obras más
rebeldes y provocativas que las de Alandia Pantoja,
los generales fascistas decidieron destruir sus
murales como si así pudieran acallar su llamado a la
revolución, al socialismo, a un mundo nuevo.
Las paredes volverán a hablar
Miguel Alandia Pantoja podría ser recordado con los
más altos honores solamente por su actividad
revolucionaria que es de por sí considerable,
también podría ponérsele en un sitial por su
gigantesca obra artística con 13 murales, numerosos
cuadros, dibujos y un estilo único, pero al ser el
revolucionario y el artista un mismo hombre su
figura se agiganta como pocas en nuestra historia.
La obra de Alandia Pantoja no ha sido superada pese
a todos los ataques, la indiferencia y olvido con que
han querido sepultarla, continua allí, diseminada, en
el imaginario del pueblo boliviano, al estar ligada su
obra al movimiento obrero y a la lucha por el
socialismo su arte no puede perder su vigencia sobre
todo en una época como la nuestra en la que la clase
obrera a pesar de todas sus derrotas continua en pie
y poco a poco se reencuentra con su rica tradición
revolucionaria por lo que tarde o temprano se
reencontrará con el magnífico legado de Alandia,
donde se verá así misma en sus heroicas luchas
pasadas y es que los murales de nuestro artista más
que ser un simple documento de la revolución
pasada, son un llamado a la futura revolución. Y será
sólo en esta nueva revolución que los artistas
podrán igualar y superar al gran maestro pero no sin
antes conocerle en toda su grandeza, en todo su
genio, en toda su vitalidad revolucionaria.
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1.- “Lucha del pueblo por su liberación” mural pintado en 1964, superficie 160 m2, Plaza Villarroel, La Paz.
2.- Miguel Alandia Pantoja.
3.- “La imilla” óleo.
4.- “Milicia India” óleo.
5.- “Huelga y masacre” mural pintado en 1954, superficie 34 m2, sede de la FSTMB, La Paz.
6.- “Testimonio” óleo.
7.- “El petróleo en Bolivia” serie de cinco murales pintados en 1958, superficie 30 m2, Edificio YPFB, La Paz.
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