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U N A P U B L I C A C I Ó N D E M I N I S T E R I O S E N C O N TA C T O | F E B R E R O 2 0 1 4

EMPA TÍA

IN T E G R A C IÓ N

U N I DA D

PERD Ó N

LA SERIE NUEVA DEL
DR. CHARLES STANLEY

Por radio a partir del
17 de febrero de 2014
También en Internet por
encontacto.org/radio

F E B R E R O

2 0 1 4

artículos
21

Bienaventurados
los que consuelan
No soy sociable con las personas. No sé qué decir.
Eso me hace sentir incómodo. Con frecuencia
buscamos pretextos en vez de brindar compasión.
Pero somos nosotros quienes salimos perdiendo.
por Charles

F. Stanley

SECCIÓN ESPECIAL

LA SOLTERÍA Y
LA IGLESIA
Dios no hace acepción de personas ni le
interesa nuestro estado civil. Cuando los
cristianos se identifican como “casado” o
“soltero” o valoran una categoría más que
otra, la unidad de la iglesia es afectada.



en
el reino
26 Socios
de Dios
por Winn

Collier

familia
30 Una
eterna
por Katelyn

Beaty

F E B R E R O

2 0 1 4

Esta publicación de

departamentos

es para la Gloria de Dios

Dr. Charles F. Stanley
PRESIDENTE Y FUNDADOR

C. Phillip Bowen
DIRECTOR EJECUTIVO

John E. Courtney, Jr.
VICEPRESIDENTE
DESARROLLO Y MERCADEO

en la PALABRA

7

¿Me estoy
perdiendo algo?

15

por JOHN GRECO

Una gran
bienvenida
No podemos hacer
favoritismos. Cristo no tiene
extraños en su iglesia,
solamente amigos.

Una reflexión acerca
de la Trinidad
¿Cómo afecta a nuestra fe
una comprensión plena de
la Deidad? (Parte 1 de 3)

18

EDITOR EN JEFE

Victor M. Rodriguez
DIRECTOR DE CONTENIDO

Martha Alvarez Restrepo
EDITORA

Tom Sabonis-Chafee
DIRECTOR DE SERVICIOS CREATIVOS

Nora T. Hernández
COORDINADORA DE MERCADEO

por TO N Y WO O D L I E F

ESTUDIO BÍBLICO

13

La mesa de un
Padre
Ya sea que se haga en
la Cena del Señor o en
el comedor de nuestro
hogar, partir el pan tiene
que ver con la santidad
que hay en y alrededor de
nosotros.

El divorcio no hace que
una persona se quede
incompleta. Dios puede
utilizar el divorcio para
lograr sus propósitos.

11

Cameron Lawrence

por el CAMINO

Steve R. Lindsey

De la lluvia
radioactiva al
fuego del infierno

DIRECTOR DE MATERIALES
Y DISTRIBUCIÓN

Para evangelizar con
efectividad, lo que
decimos importa mucho
más que cómo lo
decimos.

David Blahnik
GERENTE DE PRODUCCIÓN

por CHAD THOMAS JOHNSTON

p o r A L I S T E R M C G R AT H

otras secciones
6

Palabras del
Dr. Stanley

33

Meditaciones
diarias
Devocionales diarios
extraídos de los mensajes
del Dr. Stanley.

¡Ahora o nunca!
Dios nos ama y desea saciar nuestras necesidades. Él
promete responder a nuestras oraciones; sin embargo,
en algunos casos, no necesariamente de la manera
que desearíamos.
Esta serie nos recuerda que esperar en el
Señor es un principio fundamental para todo
cristiano. Dios sabe cuándo es el momento
adecuado para poner en acción su plan perfecto
y conoce nuestras vidas desde el principio hasta
el final.

ESPEREMOS EL TIEMPO DE DIOS
Serie en 2 CDs | ETDCD $8
Serie en 2 DVDs | ETDDVD $16
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Revista En Contacto©, febrero de 2014. Tomo XIV, no 5. Todos los derechos reservados..
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Foto del Dr. Stanley
por Corey Lack Pictures

palabras del DR. STANLEY

Crecer juntos
Las relaciones interpersonales están entre las mayores bendiciones que Dios nos ha
dado. Imagine lo vacía que sería su vida si estuviera solo en una isla desierta sin nadie
con quien hablar o alegrarse.
Sin embargo, esta bendición puede ser también el origen de algunos de nuestros
mayores desafíos. Es por esto que necesitamos considerar cuidadosamente cómo
tratamos a los demás en el hogar, la iglesia, el trabajo y en público.
Afortunadamente, tenemos al Espíritu Santo que nos ayuda a relacionarnos de maneras
que le honran al Señor. Tenemos también la Palabra de Dios para instruirnos y guiarnos.
El Señor nos dice cómo vivir en armonía unos con otros (1 P 3.8). Ahora bien, eso no
significa que uno tiene que estar de acuerdo con todo el mundo en todas las cosas. Él
nos creó con personalidades y capacidades
diferentes, y por eso vemos la vida desde
Dios nos
perspectivas distintas. Pero, en lugar de
dice que
enfocarnos en nuestras diferencias, podemos
elegir combinarlas, de la misma manera que
busquemos
los miembros de un coro armonizan sus
la paz y que
voces.
bendigamos,
Habrá ocasiones, sin embargo, cuando
nuestras
relaciones parecerán más irritantes
incluso a
que gratificantes. ¿Cómo quiere Dios que
quienes no
reaccionemos cuando enfrentamos insultos,
lo merecen.
conflictos o maltratos? Por más difícil que
pueda parecer, Él nos dice que busquemos
la paz y que bendigamos, incluso a quienes
no lo merecen (vv. 9.11). Hubo tiempos en
mi vida cuando quise defenderme contra las
ofensas, pero el Señor me dijo que callara y confiara en que Él sería mi defensor. Lo que
he descubierto es que negarse uno a caer en una discusión es un gran testimonio para
los demás. De hecho, a veces Dios nos pone realmente en situaciones difíciles para que
podamos demostrar amor a aquellos que nos tratan mal.
Como embajadores de Cristo en el mundo, tenemos la responsabilidad de representarlo
con nuestra conducta, palabras y actitudes. Quienes no conocen al Señor son más
influenciados por la manera bondadosa como tratamos a otros, que por nuestro
conocimiento de la Biblia. Vivir en paz y en armonía con los demás no solamente mejora
las relaciones; también llenará la vida de alegría y bendiciones.

e n l a PA L A B R A

ILUSTRADO POR JEFF GREGORY

I D E N T I D A D

¿ME ESTOY
PERDIENDO
ALGO?
La relación más importante de la vida
no se encuentra en el matrimonio,
¡gracias a Dios!
por John Greco

en la PAL A B R A

E

l libro de Génesis es un libro de
comienzos: del comienzo de los cielos
y la tierra, del comienzo de la vida y,
lamentablemente, del sufrimiento que
ahora experimentamos. El libro registra
también el comienzo del matrimonio. Dios
une al primer hombre y la primera mujer
como “una sola carne” (2.24), les bendice y
les dice: “Fructificad y multiplicaos” (1.28).
Contrariamente a lo que algunos puedan
pensar, el matrimonio no es un invento
cultural para dar seguridad y ventajas
sociales. Fue parte del buen plan de Dios
para este mundo desde el comienzo.
No hace mucho tiempo, parecía que para
mí no quedaban comienzos, sino solamente finales. Mi mundo pareció derrumbarse
cuando mi matrimonio
terminó abruptamente. Sin
previo aviso, mi ex esposa
confesó que me había sido
infiel y que iba a introducir
una demanda de divorcio. Si
el matrimonio es la creación
de “una sola carne”, entonces el divorcio se siente
como si a uno le arrancaran
un brazo.
Cuando la herida estaba
fresca, Jesús fue mi único
consuelo. Cuando tuve que enfrentar mis
errores y aprender a perdonar, el Espíritu
Santo me guió. Cuando estuve listo para
recoger los pedazos y seguir adelante, Dios
dirigió mis pasos. Pero no importa cómo
me bendijera, parecía que estaba viviendo una vida a medias. Sin embargo, este
sentimiento no venía como resultado de la
autocompasión o el pesimismo. Se basaba
en las inmutables palabras de la Biblia, o
eso creía yo. En la epístola a los cristianos
en Éfeso, Pablo escribe acerca del matrimonio: “Por esto dejará el hombre a su padre y
a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos
8 FEBRERO 2014 EN CONTACTO

serán una sola carne.
Grande es este misterio; mas yo digo esto
respecto de Cristo y de
la iglesia” (Ef 5.31, 32).
Para mí, la implicación
era que en el matrimonio hay una bendición
maravillosa que no se
parece a ninguna otra.
En el Maravilloso Mago de Oz, las brillantes zapatillas eran el boleto de Dorothy
a casa, y las había tenido todo el tiempo
desde que ella y su casa fueron a parar por
primera vez en Oz. Un detalle aparentemente pequeño al comienzo de la historia
vuelve después para revelar algo esencial
para la trama, y eso lo cambia todo. Solo
que no se trataba de una
idea tardía; el autor, L. Frank
Baum, lo había planeado
desde el principio. Dios
hizo algo parecido cuando
escribió la historia de la
redención.
En Efesios, Pablo explica
cómo Dios había sepultado
un misterio en la trama de
la redención, en Génesis 2,
un misterio que cambiaría
nuestra manera de pensar
sobre su buen regalo del matrimonio. Al
establecer un paralelismo entre el amor de
un esposo por su esposa y el de Cristo por
la iglesia, pensamos que Pablo está simplemente utilizando un gran ejemplo de
amor para hacerse entender. Sin embargo,
el matrimonio es el ejemplo —el símbolo, la
metáfora, la ilustración—, usado para reflejar algo más antiguo y más fundamental.
El propósito del matrimonio no es tema
de debate. Es una imagen de la relación
que hay entre Cristo y su pueblo. Y el objetivo final del amor de Cristo por su esposa,
de acuerdo con este pasaje, es “santificarla,

habiéndola purificado en el lavamiento del
agua por la palabra, a fin de presentársela
a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no
tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”
(Ef 5.26, 27). Los esposos deben ayudarse
mutuamente para llegar a ser más como el
Señor.
En cuanto al divorcio, leo pasajes como
Efesios 5 con una tremenda sensación de
pérdida. Si el matrimonio es un regalo, un
medio para llegar a ser más como Cristo,
entonces dejé de parecerme a Él. Lo cual
me dejaba, además, sintiéndome como un
cristiano de segunda clase. Como muchas
personas solteras, pensaba que quizás me
estaba perdiendo de algo especial. Peor
aun, yo había estado casado y por eso sabía
lo que eso era.
Con el tiempo, sin embargo, descubrí
que nada tiene el poder para sabotear
los planes de Dios —ni la ruptura de un
matrimonio ni ninguna otra dificultad,
sufrimiento o trauma por el que podamos
pasar. La cruz de Jesucristo proclama que
Dios está a favor de nosotros. “El que no
escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos
dará también con él todas las cosas?” (Ro
8.32). Dios utiliza todo en la vida, cada
circunstancia y cada relación para hacernos más como el Señor Jesús, ya sea que
estemos casados, solteros o divorciados. Es
con ese propósito que Él nos ha llamado
primordialmente (Ro 8.29, 30; 1 Co 15.49).
Cuando creemos que algo en la vida
puede desbaratar este propósito de Dios,
estamos creyendo uno de los engaños
más antiguos de Satanás: que Dios está
escondiendo algo de nosotros (vea Gn 3.5).
Y así como lo hizo Jesús, cuando enfrentó
las mentiras de Satanás en el desierto,
nosotros también debemos responder con
la verdad de la Palabra de Dios —la verdad
de quiénes somos en Cristo. Armados con

Dios utiliza todo en la vida,
cada circunstancia y cada
relación, para hacernos
más como Cristo, ya sea
que estemos casados,
solteros o divorciados.
este conocimiento, podemos estar firmes
contra las acusaciones del diablo. La Palabra de Dios nos asegura que los que están
en Cristo son:
• Pecadores rescatados. Según se dice,
Peter Minuit compró la isla de Manhattan
a nativos norteamericanos por unos artículos que valdrían hoy unos veinticuatro
dólares. Fue un intercambio ridículamente
desigual. Pero parecería justo comparado
con el que tuvo lugar el Viernes Santo.
Allí, el Señor Jesús llevó nuestro pecado
y nos dio su justicia a cambio. Por más
asombroso que eso pueda ser, Dios nos
llama “justos” cuando rendimos nuestra
vida a Cristo (vea 2 Co 5.21). Y si Dios es
capaz de hacer esto por nosotros, también
es capaz de volvernos más como su Hijo,
haciendo que toda circunstancia sea para
bien, no importa en qué circunstancia nos
encontremos.
• Templos del Espíritu Santo. Dios se
acercó cuando le habló a Moisés desde la
zarza ardiente. Se acercó cuando llenó una
tienda del desierto, y más tarde el templo,
con su presencia, y cuando se hizo carne
como Jesús de Nazaret. Sin embargo,
quiso acercarse más todavía, y su Espíritu
habita ahora dentro de cada creyente. Él
es el gran Consolador, y su presencia es
la afirmación inquebrantable en nuestra
vida de que Dios realmente se interesa
ENCONTACTO.ORG

9

El regalo
del perdón
Uno de los regalos más grandes
que usted puede hacerse es el
regalo del perdón.
En este libro, el Dr. Stanley
examina aspectos muy importantes
de la vida cristiana, al enseñar
acerca del perdón, la libertad
y la amargura.

LA PAZ DEL PERDÓN
Libro | LPPBK $13
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por nosotros, incluso en los momentos más
difíciles.
• Hijos del Rey. Tal vez la mayor evidencia de los buenos propósitos de Dios sea
su plan de adopción. Cuando un pecador
confiesa a Cristo como Señor, no solo es
perdonado sino también adoptado como
hijo de Dios. Independientemente de cómo
hayan sido nuestros padres terrenales, no
hay ninguna necesidad de dudar de Dios
como padre: “¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una
piedra?... Pues si vosotros, siendo malos,
sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos,
¿cuánto más vuestro Padre que está en
los cielos dará buenas cosas a los que le
pidan?” (Mt 7.9-11).
En los meses siguientes a la terminación de mi matrimonio, mi identidad se
vio sacudida. Ya no era un esposo, ya no
era un yerno, ya no era el tío de un par de
encantadores niñitos que había conocido
desde que llegaron a este mundo. Incluso
mi identidad como pastor se vio también
sacudida; las perspectivas de trabajo
para un graduado del seminario que se
ha divorciado son horribles. Pero estos
pedacitos de identidad son secundarios
y constituyen un pobre fundamento para
una vida extraordinaria. Cuando esas
facetas fueron removidas de mi vida por
el divorcio, quedé con la única identidad
que importa: mi vida en Cristo, la de un
hombre amado por el Rey eterno.
El asombroso amor de Dios demostrado en el Calvario sigue siendo verdad, no
importa lo que nos presente la vida. Es en
circunstancias difíciles como el divorcio,
que tenemos que aferrarnos más a la identidad que tenemos en el Señor Jesucristo. Hacer esto tiene el poder de neutralizar cada
momento de inseguridad y dudas, porque la
bondad de Dios brilla con más intensidad
en la cruz, ofreciéndonos a cada uno de
nosotros un nuevo comienzo. l

E S T U D I O

B Í B L I C O

UNA GRAN BIENVENIDA
Juzgar a otros y tener preferencias pueden ser conductas humanas
naturales, pero no tienen lugar en la casa de Dios.

U

porqué Santiago
se preocupó
tanto cuando se
enteró de que en
algunas iglesias
le estaban dando
preferencia a los
ricos. Los líderes
de esas iglesias
daban especial
atención a la persona que entraba
con “anillo de oro
y ropa espléndida”, pero cuando entraba
“un pobre con vestido andrajoso” era dejado a un lado (Stg 2.2, 3).
Por desgracia,
este mismo escenario se ha estado
repitiendo a lo
largo de la historia:
los pobres son criticados, mientras
que los ricos acumulan más poder y
reciben más atenciones. Es por esto
que las Escrituras,
desde el Antiguo
Testamento hasta el Nuevo, anuncian que
Dios levanta al pobre. Él busca a los empobrecidos, a los que son dejados a su suerte,
y a quienes han sido oprimidos. Dios es
verdadero amigo de los pobres (Lc 4.16-21;
Sal 140.12).
Esta es una buena noticia para todos
nosotros, porque todos, de alguna manera,

ILUSTRADO POR JEFF GREGORY

n historiador de la iglesia cuenta una
tradición que surgió entre ciertas
congregaciones primitivas. Cada vez
que un miembro de la comunidad
entraba para adorar, un ujier lo saludaba y
se ocupaba de lo que le hiciera falta. Pero
si un extraño cruzaba la puerta (y más
aun si era un extraño pobre), el obispo se
levantaba de su asiento e iba rápidamente a
la entrada para darle una cordial bienvenida
y demostrar así amistad a alguien que había
sido marginado por la sociedad.
Aunque no sabemos qué tan extendida
estaba esta práctica, la motivación detrás
de ella provenía de la esencia misma de
la fe cristiana. Últimamente, el
estudio bíblico que tengo cada
mañana ha sido sobre el libro de
Hechos. Entretejido en estas excelentes historias del cristianismo
está el surgimiento de la iglesia
que contrasta con las poderosas
normas sociales de la época. Los
que eran desechados por la sociedad romana o judía (los pobres,
enfermos, débiles, extraños) eran
recibidos con entusiasmo en la
comunidad de los seguidores de Jesús.
El tema continua a lo largo del Nuevo
Testamento, donde encontramos iglesias
poniendo en práctica la insistencia del
Señor en cuanto al compañerismo con los
pobres, extranjeros y marginados.
LEA Santiago 2.1-13
Este imperativo del evangelio explica el

ENCONTACTO.ORG

11

en la PAL A B R A

somos pobres. Santiago pensó primero,
sin duda, en los desposeídos económicamente, pero la palabra pobre tiene un
significado amplio en la Biblia. En un
mundo caído somos pobres en un sinfín
de maneras. Podemos sentir aflicción,
dolor o sentimientos de culpa desgarradores. Podemos, también, estar inmovilizados por la poderosa mano de la soledad.
Podemos sentir temor por no saber si
tendremos algo de dar de comer a nuestros hijos, o si algún día tendremos hijos
que podamos llamar nuestros. No importa
de qué forma sea usted pobre, reciba esta
palabra del evangelio: Dios le ha elegido.
Como dice Santiago: “¿No ha elegido Dios
a los pobres de este mundo, para que sean
ricos en fe y herederos del reino que ha
prometido a los que le aman?” (Stg 2.5).
Puesto que Dios ha ordenado que se
dé una gran bienvenida a todos los que
somos marginados, y dado que la muerte
y la resurrección de Jesucristo crean una
nueva humanidad, Santiago no podía
entender por qué se seguía juzgando y
teniendo favoritismo. La iglesia es el lugar
donde nuestras diferencias externas dejan
de ser barreras y donde Dios nos da la
bienvenida a todos.
Para Santiago, esta referencia a “Cristo”
era muy importante (v. 1). Esencialmente
nos está preguntando: ¿Recuerdan que
el Señor es quien manda aquí? ¿Cómo
pueden ustedes tener favoritismo, cuando
Jesús es el Rey? El favoritismo era la negación explícita de la autoridad de Cristo
y de su mandato: “Amarás a tu prójimo
como a ti mismo” (v. 8).
La iglesia es el lugar donde los extraños
son amigos; donde todos son bienvenidos
y donde todo el mundo encuentra amistad.
Allí, los humildes son exaltados, y los desposeídos reciben abundancia. Quienes han
sido dejados a un lado son sentados en un
lugar especial en la mesa del Rey.
12 F E B R E R O 2 0 1 4 E N C O N T A C T O

REFLEXIONE + EXPLORE
n Un antídoto contra la condescendencia
y la discriminación es el reconocimiento
de que todos estamos necesitados de
que Dios llene nuestro corazón.
Lea Mateo 5.1-12, las primeras palabras
del Sermón del monte de Jesús. Note las
muchas clases de luchas, impotencia y
vulnerabilidad; el pasaje es una letanía
de las muchas maneras en que las personas necesitan de la gracia y el toque
sanador de Dios. ¿En cuál de estas áreas
está usted necesitado?
n Lea de nuevo Mateo 5.1-12, y esta vez
preste atención a cómo Dios interviene
en favor de cada persona. ¿Qué puede
significar la palabra “bienaventurados”?
¿Cuáles son las implicaciones para
nosotros cuando nos damos cuenta de
que todas las personas son bendecidas
por el mismo Dios, y de que encuentran
esperanza y sanidad en su amoroso
rescate?
n Santiago nos recuerda que Dios derriba
las barreras y crea una nueva comunidad inclusiva. Lea Hechos 2.42-47.
¿Cómo ve usted demostrado entre los
seguidores de Jesús este evangelio de
amistad y aceptación, sin diferenciación
de clase social, etnicidad o sexo?
RESPONDA
n ¿Dónde ve usted favoritismo, prejuicios
o temor en su vida? Pregúntele a Dios
cómo quiere Él que el poder de Jesús,
el Rey de nuestras vidas, derribe esas
barreras.
n ¿De qué manera puede el Señor estar
llamándole a relacionarse con otra
persona? ¿De qué manera está demostrando amar al prójimo como a usted
mismo?

T E O L O G Í A

UNA REFLEXIÓN ACERCA DE
LA TRINIDAD
por ALISTER MCGRATH

D

e joven, yo era un ateo agresivo. En realidad, cuando leo los escritos de Richard
Dawkins me pongo todo nostálgico. ¡Es que
solía ser como él, también! Consideraba
que las personas religiosas estaban engañadas,
creyendo toda clase de disparates absurdos. Si
me hubieran preguntado qué consideraba yo lo
más ilógico de la fe cristiana, habría señalado
la doctrina de la Trinidad. ¿Cómo puede Dios
ser tres y uno al mismo tiempo? Eso no era más
que una palabrería absurda.
Después de descubrir al cristianismo
mientras estudiaba en la Universidad de
Oxford, comencé a explorar el panorama
de la fe. Esa fue una actividad gratificadora, pues me di cuenta de que yo era capaz
de encontrarle sentido con bastante rapidez a muchas de las ideas cristianas fundamentales. Pero la doctrina de la Trinidad
me seguía pareciendo absurda. Esa es la
razón para querer explicar por qué esta
doctrina es tan importante, y cómo podemos encontrarla lógica.
Comencemos por preguntar qué trata de
hacer la teología. Una de las mejores respuestas es que intenta entretejer los hilos
de la Sagrada Escritura. Trata de contar la
historia, de modo que hagamos justicia a
la maravilla y a la gloria de Dios. La fe cristiana es como un lente que nos ayuda a ver
la luz que ilumina el paisaje de la vida para
que podamos verlo más claramente. C. S.
Lewis dijo: “Creo en el cristianismo como
creo que el sol ha salido: no solo porque
lo veo, sino además porque, por medio de

él, veo todo lo
demás”.
Entonces,
¿cómo podemos hacer
justicia a
Dios? ¡Dios
es tan grande
que nuestras
mentes no
pueden explicarlo! Cuando
nos topamos con algo demasiado grande
para entenderlo, nuestro instinto natural
es reducirlo. No hay nada malo en ello,
a menos, por supuesto, que creamos que
nuestra reducida versión de la realidad
es la verdad absoluta. Al final, nuestras
mentes no son lo suficientemente grandes
para entender a Dios. Él, sencillamente,
rebasa nuestra capacidad mental.
Algunas veces, en nuestros intentos
por dominar algo complicado, lo hacemos
simple. Pero uno no puede simplificar algo
complicado. Lo que uno hace, en realidad,
es dejar fuera piezas complicadas o meter
a la fuerza algo complejo. La simplificación
tiene que ver siempre con la reducción de
algo y, a veces también, con su distorsión.
Esto es igualmente cierto cuando
reflexionamos en cuanto a Dios. Él no
puede ser conocido a fondo. Él es supremamente resistente a nuestros intentos de
reducir su realidad a nuestro nivel. Cuando
Pablo expresa que la paz de Dios “sobrepasa todo entendimiento” (Fil 4.7), no está
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13

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En Contacto
con el Dr. Charles Stanley

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14 F E B R E R O 2 0 1 4 E N C O N T A C T O

diciendo que esto no es lógico; más bien,
está señalando la incapacidad de la mente
humana de comprender tal cosa.
En el siglo V, uno de los primeros teólogos, Agustín de Hipona, escribió acerca
de este problema. Al tomar un descanso
mientras escribía su magna obra Sobre
la Trinidad fue a dar una caminata a una
hermosa playa cercana. Mientras caminaba,
se encontró con un niño que tenía una conducta extraña. Una y otra vez, el niño iba a
la orilla de la playa, llenaba un caracol con
agua del mar y después lo vaciaba en un
hueco que había hecho en la arena.
Agustín estuvo observando esto durante cierto tiempo, sin entender por qué lo
hacía. Al final, decidió preguntarle al niño
qué estaba pasando. Apuntando hacia el
Mar Mediterráneo, el niño dijo: “Voy a
vaciar el mar en este hueco que hice en la
arena”. Según la leyenda, Agustín sonrió, y
dijo: “No puedes hacer eso; nunca podrás
meter el mar en ese pequeño hueco que has
hecho”. El niño respondió: “Y tú estás desperdiciando tu tiempo escribiendo un libro
sobre Dios. Nunca podrás meter a Dios en
un libro”.
¡Muy cierto! La doctrina de la Trinidad
nos priva de reducir a Dios al nivel de lo
que somos capaces de entender. Su propósito es decir la verdad acerca de Dios, no
importa lo difícil que nos resulte entenderla.
Dios es nuestro creador. Él nos redime en
Cristo. Y está presente ahora mismo en el
Espíritu Santo. La Trinidad nos hace contar
la historia completa de Dios, y nos impide
disminuir su grandeza. Después de todo,
esa es una de las razones por la que los
cristianos lo adoramos. Nos damos cuenta
de que Dios es tan grande y glorioso, que
queremos alabarlo. l
En la edición del próximo mes, Alister
McGrath continuará con su serie de tres
partes acerca de la Trinidad.

p o r el C A M I N O

F A M I L I A

LA MESA DE
UN PADRE
La mesa del comedor es un lugar
sagrado, llena de comida para
el cuerpo y para el alma.

ILUSTRACIÓN POR JEFF GREGORY

por TONY WOODLIEF

ENCONTACTO.ORG

15

p or el CA M I N O

N

o guardo muchos recuerdos de mi
infancia comiendo con mi familia a la
mesa. Mi padre ya nos había dejado
antes de que comenzaran mis recuerdos,
y el padrastro que vino después estaba
ausente con frecuencia, ya fuera trabajando
lejos de casa o viendo TV en otra habitación.
Es tal vez por esto que mis hijos tienen un
padre que insiste en que comamos juntos
siempre que sea posible.
Por esa razón insisto siempre
que cada uno de ellos permanezca
en la mesa hasta que la comida y
la conversación terminen. Algunas
veces, especialmente cuando las
actividades y las distracciones han
estado presionándonos más de lo
normal, se quejan de mi norma. Pero
es cuando somos
halados en direcciones
diferentes, que soy más
insistente. El mundo
está amenazando
constantemente con
separar a nuestras
familias, y muchas veces
nosotros cooperamos
con él.
Tal vez vi muchos
episodios de La
pequeña casa de la
pradera. Los veía con
ansias, anhelando poder
sentarme a la mesa
del comedor de la pequeña cabaña,
entre Mary y Laura, y deseando que
Pa fuera mi papá. O quizás algo que
Dios infundió en nosotros nos atrae al
compañerismo de la mesa.
Fue el comer separados, si usted
piensa en ello, lo que arruinó a Adán
y Eva y, por consiguiente, a nosotros.

16 F E B R E R O 2 0 1 4 E N C O N T A C T O

El engañador le
ofreció a Eva la
fruta prohibida,
y ella decidió
comerla sola.
Sabemos por
la Sagrada
Escritura (Gn
3.6) que aunque
Adán estaba con
ella, no habló.
Esto significa
literalmente que estaba allí mirando
en silencio. ¿Qué habría pasado si
hubiera intervenido o si ella hubiera
pensando en pedirle su opinión? ¿Qué
habría pasado si hubieran reflexionado
en cuanto a esta comida juntos,
comprometidos como estaban ellos
entre sí?
Tal vez nada
habría sido diferente;
la historia de la
humanidad demuestra,
una y otra vez, que
somos capaces de
hacer el mal cuando
actuamos de común
acuerdo. Cada vez que
pienso que las personas
deben comer juntas,
como una familia,
en vez de devorar su
comida por separado,
pienso en Adán y
Eva, divididos por la
serpiente y participando de manera
individual de lo que debieron haber
rechazado juntos.
La serpiente ofreció una comida
dividida y esa es precisamente una de
las muchas maneras en que nos tienta
a desobedecer a nuestro Dios. Cristo
se vertió a sí mismo para que nosotros

No es poca cosa que
Jesús instituyera su
Cena alrededor de una
mesa, invitando a sus
discípulos a participar
colectivamente.
pudiéramos llegar a tener comunión
con el Padre. La serpiente nos invita a
comer solos de la fruta prohibida, con la
falsa promesa de que podemos ser como
Dios. Pero Cristo nos invita a que lo
comamos a Él, para que podamos llegar
a ser uno con Dios.
No es poca cosa que el Señor Jesús
instituyera su Cena alrededor de
una mesa, invitando a sus discípulos
—incluso al que estaba perdido— a
participar colectivamente. Él nos pide
que busquemos pasar más tiempo con el
Padre, pero también entre unos y otros.
Esto es lo que está en mi mente
cuando insisto en que mis hijos se
sienten juntos a la mesa del comedor.
Aunque ellos a veces se exasperan por
nuestro ritual, puedo ver que esto les
da más que sustento físico. Puedo decir
esto por la manera como se sienten
atraídos por las historias —los relatos de
mi niñez, las anécdotas de sus vidas y
de cuentos de hadas que esperan que yo
invente en el acto, para ser continuadas
durante los próximos días a la hora de
comer. A veces, me piden que les cuente
historias, y en otras ocasiones son ellos
quienes las cuentan; uno de ellos toma

la iniciativa de narrar una experiencia
que tuvieron juntos, mientras que los
otros intervienen cada cierto número
de palabras para añadir algún detalle
importante o corregir algún error
detectado en el relato.
En nuestra mesa consumimos
no solamente comida, sino además
palabras, por eso no puedo evitar
notar el paralelismo con la Santa
Cena (o Cena del Señor), en la que
nosotros los cristianos comemos
no solo pan y vino, sino también la
Palabra misma (Jn 1.1-5; 6.56). Los
siervos de Dios que forman parte de
nuestras vidas imparten bendiciones y
oran por nosotros, vierten palabras de
gozo y nos dan consejos cuando nos
acercamos para ser alimentados por
ellos en cuerpo y espíritu.
Lo mismo deseo que ocurra en la
mesa de mi hogar. Después de todo,
una manera de conducir a estos
pequeños a Dios es ayudándolos a
ver la santidad en torno nuestro, la
santidad que Dios ha puesto dentro de
nosotros. Por eso, trato de hacer que
nuestro tiempo de la comida sea más
santo, más separado de los pecados y
las distracciones del mundo.
Puede ser que “santidad” no sea
la primera palabra que cruce por
su mente si ve a mis cuatro hijos
varones comiendo ruidosamente y
hablando todos al mismo tiempo,
y hasta algunas veces cayéndose
de sus sillas. Pero, por otro lado, es
posible que así sean las comidas que
tendremos en el cielo por la eternidad:
abundantes, rodeados por seres
queridos y sonrientes por tener un
Padre Celestial que desea estar cerca
de nosotros y que nos ama más de lo
que podemos imaginar. l
ENCONTACTO.ORG

17

p or el CA M I N O

M I S I Ó N

DE LA LLUVIA RADIOACTIVA AL
FUEGO DEL INFIERNO
Evangelizar es más que saber qué decir, es también saber cómo amar.
por CHAD THOMAS JOHNSTON

P

asé el verano de 2002 sirviendo como
misionero en Bielorrusia, una ex república
de la Unión Soviética. Estando allí, trabajé en
un campamento para aliviar el sufrimiento
de los niños afectados por el desastre nuclear de
Chernobyl, en Ucrania. A pesar de que la tragedia
ocurrió el 26 de abril de 1986, los niños llevaban
todavía en sus cuerpos los efectos de esa pesadilla
radioactiva. Esto había arruinado por completo sus
vidas, y por eso lo último que necesitaban escuchar
era un sermón aterrador acerca del infierno.

Sin embargo, un pastor predicó uno
de esos mensajes.
Yo acababa de terminar mis estudios
en la universidad, y era profesor de
oratoria en la Universidad, cuando la
Convención Bautista de Missouri (MBC)
me invitó a servir en un campamento en
la ciudad de Kobryn, en el suroeste de
Bielorrusia. Nunca antes había volado,
así que disfruté pensando en lo que sería
elevarse sobre el Atlántico en un avión.
De hecho, confieso que antes de salir de
los Estados Unidos pensé en esta misión
como una exótica vacación en el extranjero mientras tenía la oportunidad de
servir a Cristo.
Además de volar por primera vez, también conocí lo que llaman comúnmente
“un sermón de fuego y azufre”, si teológicamente se le pueden llamar de alguna
18 F E B R E R O 2 0 1 4 E N C O N T A C T O

manera. Solo
sé que el mensaje fue más
duro que los
sonidos de la
lengua eslava
que estaba
aprendiendo.
Después de
escuchar sus
palabras, los
campistas
lloraron, más
por miedo que por gratitud a Dios por su
amor desbordante.
Como instructor de oratoria, yo entendía la importancia de la relación entre
un orador y su público. Por lo que pude
ver, este pastor nunca había pensado que
los niños que lo escuchaban ese día ya
estaban familiarizados con una clase de
infierno en este mundo. Sí, eran descendientes de Adán, pero también hijos de
la mayor tragedia humana y ecológica
de todos los tiempos. Al no reconocer
esto, el pastor perdió la oportunidad de
conectarse con los niños de una manera
que pudo haber sido más exitosa para
alcanzar sus corazones.
Durante las siete semanas que pasé
en Bielorrusia, aprendí mucho acerca de
estos pequeños que habían escuchado
el sermón de ese pastor. Un niño, en

particular me viene a la mente, Yaroslav,
quien había sufrido múltiples cirugías
intestinales. Al igual que los otros, vino
al campamento para tener compañerismo
con niños como él, utilizar los servicios
médicos del campamento y aprender
sobre Dios. Aquel sermón no satisfizo
ninguna de las necesidades de Yaroslav
de las que yo tenía conocimiento; sin
duda, él no tenía necesidad de más
miedo en su vida. Cuando hablaba con él

dirigidos a los campistas, sus palabras
también me alimentaron a mí.
La cruel lección del pastor, por el contrario, no me hizo pensar en la manera
en que me relaciono con otras personas,
ni con los que estaban a mi alrededor, ni
con Dios. Innumerables campistas declararon su fe en Cristo después de escucharlo, por supuesto, ¿pero cómo podían
responder de otra manera al mensaje de
“arrepiéntete o arde por toda la eterni-

Los niños que lo
escuchaban ese día ya
estaban familiarizados
con una clase de infierno
en este mundo.

y con los otros niños, me parecía que lo
que necesitaban era atención, aliento y
lo que 1 Juan 4.18 describe como “amor
perfecto [que] echa fuera el temor”.
También conocí a los trabajadores
locales que servían a los niños. Aunque
la MBC nos aconsejó que no comiéramos productos del campo de Bielorrusia
porque podían estar contaminados por
la lluvia radioactiva, el fruto del Espíritu
demostrado por los líderes del estudio
bíblico no se vio afectado por la radiación. Cuando aquellas personas enseñaban, hablaban con tal ternura que yo
sentía regocijo al llamarles hermanos
en Cristo. Aunque sus mensajes estaban

dad” presentado ese día?
En apariencia, el pastor parecía haber
tenido éxito al lograr el resultado deseado. Pero me pregunto si podía haber
sido convencido de que reconsiderara su
método, de haber sabido lo que yo había
aprendido en cuanto a su audiencia.
En vez de resaltar las consecuencias de
rechazar a Cristo, pudo haber hablado de
lo que significa poner la fe en el Salvador
y ser aceptado por Él. En particular,
estoy pensando en Juan 1.12, que dice:
“Mas a todos los que le recibieron, a los
que creen en su nombre, les dio potestad
de ser hechos hijos de Dios”.
Los niños de Kobryn necesitaban
saber que Dios anhela relacionarse con
ellos. Esos niños que se habían convertido en hermanos gracias a las secuelas de
Chernobyl necesitaban saber que también podían ser hijos de Dios. l
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19

Iniciativas

Este es su momento…

LA TRIBU TICUNA DE BRASIL

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20 F E B R E R O 2 0 1 4 E N C O N T A C T O

© 2 014 D A N PA G E C / O T H E I S P O T. C O M

FEBRERO 2014

ARTÍCULOS

I N T O U C H . O R G 21

© 2 014 D A N PA G E C / O T H E I S P O T. C O M

22
22 F E B R E R O 2 0 1 4 E ENN CCOONNTTAACCTTOO

Bienaventurados

los que
consuelan

Jesucristo no deja de mostrar misericordia,
Y quiere que usted haga lo mismo.

P

por CHARLES F. STANLEY

odemos pensar que cuanto más grande es una iglesia más le
agrada a Dios, pero la verdad es que Él está mucho más interesado en las personas que en los edificios. La creación lo demuestra. El Señor no creó la Tierra simplemente para que fuera
admirada por su belleza, sino para que fuera el hábitat ideal de
la corona de su creación: el género humano.
Cuando Jesús inició su ministerio terrenal, también se enfocó
en las personas. Dondequiera que iba se ocupaba de quienes
tenían necesidades físicas, emocionales y espirituales. Por tanto, ¿no deberían
ser las personas también nuestra prioridad? Como creyentes, estamos llamados a
edificarnos unos a otros (1 Ts 5.11) y a sobrellevar los unos las cargas de los otros
(Gá 6.2). Pero muchos cristianos van a la iglesia y asisten a reuniones de estudio
bíblico para empaparse de verdades espirituales que nunca comparten con los
demás. La Palabra de Dios debería cambiarnos y, a la vez, tener un efecto en los
demás cuando atendemos sus necesidades.
Si no tenemos cuidado, podemos ir por la vida con los ojos vendados, olvidando que las personas que nos rodean están sufriendo. Algunos cristianos se
apresuran a decir: “Bueno, yo no tengo el don de la misericordia; por tanto, esto
no se aplica a mí”. Pero los creyentes no están exentos de la responsabilidad de
las prácticas espirituales, y todos los hijos de Dios deberían estar creciendo en
este aspecto.
Para lograrlo, tenemos que ver la situación de los demás desde la perspectiva
de ellos y sentir sus emociones. Las personas que están sufriendo reconocen si
nuestros intentos de consolarlas son simplemente palabras huecas o un interés
sincero que fluye de un corazón comprensivo. Nosotros reconocemos cómo podía

EE NN CC OO NN TT AA CC TT OO .. OO RR GG 23
23

Si deseamos ser usados por Dios, tenemos que
someternos al sufrimiento y reconocer que la
facilidad, la comodidad y el placer no son sus
únicos planes para nuestra vida.
el Señor Jesús ministrar con compasión
genuina. Después de todo, Él es Dios. Pero,
¿cómo vamos nosotros, personas comunes
y corrientes, a ministrar a los demás de la
manera que Él lo hacía?

El valor del sufrimiento. Uno de

los métodos más sorprendentes y efectivos
para desarrollar la empatía en nosotros es
por medio de nuestro sufrimiento. Segunda a los Corintios 1.3, 4 dice que Dios es
“Padre de misericordias y Dios de toda
consolación, el cual nos consuela en todas
nuestras tribulaciones, para que podamos
también nosotros consolar a los que están
en cualquier tribulación, por medio de la
consolación con que nosotros somos consolados por Dios”.
Aunque a nadie le gusta sufrir, ¿quién
mejor para establecer lazos de simpatía
con una persona que está sufriendo, que alguien que ha pasado por un valle oscuro y
salido adelante? Porque hemos tenido una
experiencia dolorosa parecida, podemos
asegurar a otros que el Señor es bueno en
cada situación. Todos los que deseemos ser
usados por Dios, tenemos que someternos
al sufrimiento y reconocer que la facilidad,
la comodidad y el placer no son sus únicos
planes para nuestra vida. Él nos salvó
para que ayudemos a los demás, y sentir
empatía con ellos es una parte integral de
ese llamamiento.

Reconocer a los necesitados. Si

vamos a ser efectivos al expresar empatía,
tenemos primero que reconocer la condición emocional y espiritual de quienes
estamos tratando de ayudar. Si andamos en
el Espíritu, viviendo sometidos a su autori24 F E B R E R O 2 0 1 4 E N C O N T A C T O

dad, Él nos dará el discernimiento espiritual
para ver a las personas y sus situaciones
desde su perspectiva. El Espíritu nos dará
compasión por los que sufren y ayudará a
amar a quienes no se hacen querer.
Parte de ver a las personas como Dios las
ve es reconocer su futuro potencial. Cuando
Cristo miraba a las personas, no veía solamente a quién estaba delante de Él, sino
también en lo que podría llegar a ser. Por
ejemplo, cuando se encontró con Pedro, el
pescador, vio a un líder de su iglesia. También reconoció que Saulo, el perseguidor, se
convertiría un día en el Pablo del evangelio.
Es por eso que nunca debemos etiquetar a
nadie. Algunas veces, saber simplemente
que alguien ve el potencial que hay en ellas,
puede sacar a las personas de la desesperanza y motivarlas a convertirse en fuerzas
poderosas en el reino de Dios.

Acercarse para ayudar. Para ani-

mar a los demás tenemos que acercarnos
en persona. Muchas veces, tratamos de
conectarnos con los demás por medio de
mensajes de texto, correos electrónicos o incluso llamadas telefónicas. Pero nada puede
sustituir la efectividad de una interacción
personal cara a cara. Solo así podremos
ver la expresión fácil y el lenguaje corporal
que revelan lo que está sucediendo en el
corazón. Cuando Jesús se acercaba a las
personas, se conectaba con ellas mentalmente para formarse un juicio sobre su
condición; emocionalmente, para mostrarles compasión; y físicamente, para aliviar su
sufrimiento.

Estar preparados para dar. Después, tenemos que estar preparados para

completando así el ciclo de 2 Corintios
suplir las necesidades de quienes están
atravesando dificultades. No obstante, esto 1.3, 4. Después de ayudar a una persona a
atravesar un valle oscuro, el paso siguiente
requiere gran discernimiento espiritual,
es animarla a utilizar ese sufrimiento para
porque la necesidad más obvia pudiera
ayudar a alguien más. Eso fue lo que Jesús
no ser la más importante. Algunas veces
hizo después de liberar al hombre poseído
parece que la respuesta compasiva sería
de demonios. Le dijo: “Vuélvete a tu casa, y
aliviar el dolor de las personas o ayudarlas
cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios
a salir de una mala situación. Pero, a veces,
Dios tiene el propósito de hacer algo en sus contigo” (Lc 8.39).
Invertir en las vidas de los demás no
vidas por medio de la prueba.
siempre es fácil. Se requiere tiempo y
Cuando Jesús estaba en la región de
energía, pero Cristo promete en Lucas 6.38:
los gadarenos, se encontró con un hom“Dad, y se os dará”. El Señor multiplicará
bre poseído de demonios, cuyo aspecto y
cualquier cosa que usted dé para servirle
conducta podían haber parecido el mayor
a Él. Si sacrifica su tiempo para ayudar a
problema (Lc 8.26-35). Estaba desnudo,
cubierto de heridas y gritando salvajemen- alguien, el Señor le dará el tiempo que necesite para cualquier otra cosa que Él sabe
te. Si Jesús hubiera atendido las necesidaque debe hacer. Si ministrar a alguien le
des inmediatas del hombre, vistiéndolo,
deja emocionalmente agotado, Él promete
pidiéndole que se sentara tranquilamente
renovarle. Darnos a los demás no es una
para comer y conversar en cuanto a lo
vida de privaciones sino de crecimiento
que lo estaba molestando, habría sido un
espiritual, gozo y satisfacciones. l
caos. Y lo que es peor, el hombre se habría
quedado en su desesperada
condición. Pero Jesús lo
encontró en el momento de
su necesidad más grande:
El Hijo de Dios vino a este mundo para responder a la
la de liberación espiritual.
necesidad más crucial del ser humano: el perdón de sus
Después de expulsar a los
pecados y la reconciliación con Dios. No hay nada que
demonios todo lo demás se
podamos hacer para ganar la salvación, pero Jesús vivió
arregló. Al igual que Cristo,
sin pecar y murió en nuestro lugar (2 Co 5.21). Si usted
tenemos que recordar que
nuestras buenas intenciones
pone su fe en Jesucristo como su Salvador podrá vivir
de hacer sentir mejor a las
con Él en el cielo por toda la eternidad. Puede utilizar
personas pueden, en realiesta oración o sus propias palabras:
dad, ser un estorbo.
Señor Jesús, creo que eres verdaderamente el Hijo de Dios.
Confieso que he pecado contra ti en pensamiento, palabra
Utilizar las difiy obra. Te ruego que perdones todos mis pecados, y que me
cultades. Todos hemos
experimentado situaciones
permitas relacionarme contigo a partir de este momento.
cuando nuestras necesidaTe recibo como mi Salvador personal, aceptando la obra
des fueron tan abrumadoras
que realizaste a mi favor en la cruz. Ayúdame a tener una
que lo único que pudimos
vida que sea agradable a ti. Amén.
hacer fue pedir ayuda. Pero,
Con mucho gusto le enviaremos nuestro material gratuiuna vez que hayamos pasado
to “Vida nueva en Cristo”. Puede llamar al 800-303-0033,
por el sufrimiento y recibido
o visitar encontacto.org para más información.
su consuelo, Él quiere que
consolemos a los demás,

¿Conoce usted a Dios?

ENCONTACTO.ORG

25

ILUSTRADO POR JEFF GREGORY

Sección Especial

LA SOLTERÍA Y LA IGLESIA

SOCIOS EN EL
REINO DE DIOS
YA SEA QUE ESTEMOS SOLTEROS O CASADOS, TODOS
SOMOS UNA FAMILIA EN CRISTO. por Winn Collier

26 F E B R E R O 2 0 1 4 E N C O N T A C T O

C

uando nos aventuramos en conversaciones sobre la
soltería o el matrimonio tocamos el alma. Debemos
ser sabios para movernos con cautela, escuchar bien
y para resistir el impulso de generalizar o suponer
que nuestra experiencia es un buen ejemplo de cuáles son los
anhelos y luchas de todos los demás. Mientras escribo este
artículo, no lo hago principalmente como un hombre casado,
sino como un pastor que se sienta a hablar con personas en
cuanto al amplio espectro de este tema.
Al tener estas conversaciones,
descubro cuán parecidos somos, y
cómo nuestros deseos y sufrimientos
son temas que tenemos en común. Un
hombre soltero resiente el hecho —en su
opinión— de que sus amigos encontraron el amor y el matrimonio de una manera fácil. Dos rupturas dolorosas lo han
dejado tambaleándose, y aunque desea
que no fuera así, hay envidia y desesperanza merodeando en su corazón.
Del mismo modo, una mujer casada,
con una carrera exitosa y una familia
encantadora, reconoce que jamás se
había sentido tan sola. Ella cree que su
matrimonio ha sido sentenciado a vivir
sin amor y en aislamiento. Es bueno que
recordemos que la soledad, las luchas y
las frustraciones nos afligen a todos, y
que no somos la experiencia exclusiva
de ningún grupo social.
De la misma manera, la alegría puede
llegar a nosotros desde cualquier ángulo. Conozco mujeres que pueden sentirse agradecidas y satisfechas con su vida.
Estar contentas sin tener un esposo, y
no sentir que su felicidad depende de
una marcha nupcial. Pueden apreciar la
libertad que tienen para dar su tiempo y
sus recursos a las personas que aman y
al trabajo que valoran. Asimismo, hace
varios años una pareja hizo los votos

de amarse mutuamente por el resto de
sus días. En las décadas transcurridas
desde entonces, criaron cuatro hijos, se
preocuparon por ahorrar para pagarles
los estudios en la universidad, y una y
otra vez renovaron su promesa de amor.
Aunque la vida les ha puesto muchas
demandas, ellos no podrían estar más
agradecidos por las cosas que Dios les
ha dado. Por tanto, ni estar soltero ni
estar casado define una vida buena.
En este mundo hay mil maneras de ser
felices.
Es claro que la gracia y las penalidades de la vida no están divididas por
una línea de soltero-casado. Pero, por
alguna razón, nos segmentamos de maneras que perpetúan la idea falsa de que
las dos categorías son totalmente distintas, como si viviéramos en planetas diferentes. Pero la verdad es que lo que nos
une es mucho más grande y profundo
que lo que nos separa. Nuestros deseos
frustrados y nuestros estallidos de alegría no son resultado de nuestro estado
civil, sino de nuestra condición humana.
Todos conocemos el abatimiento, y
gracias a nuestro Dios misericordioso,
recibimos bendiciones.
Cada uno de nosotros anhela la
amistad y el compañerismo. Cada uno
de nosotros puede estar seguro de que
ENCONTACTO.ORG

27

Sección Especial

LA SOLTERÍA Y LA IGLESIA

Ni estar soltero ni estar
casado define una vida
buena. En este mundo hay mil
maneras de ser felices.
tendrá ideales destrozados. Cada uno de
nosotros será tentado a buscar amor y
significado fuera de Dios. Cada uno de
nosotros recibe gracia para sostenernos
en medio de los trechos accidentados
de nuestra vida. Y cada uno de nosotros
encontrará la bondad inmensa de Dios
y experimentará la belleza del amor.
La buena noticia es que nuestra
realidad más esencial no es nuestra condición civil sino más bien la vida que
tenemos en Dios. Como nos recuerda
Colosenses 1.16, todos fuimos “creado[s]
por medio de él y para él”. Cuando
Dios es nuestro centro, todas las otras
identidades o diferencias quedan subordinadas.
Teniendo en cuenta estas verdades,
es crucial que nos definamos ante todo
como “la iglesia”, en vez de simplemente “casados” o “solteros”. Después
de todo, nuestra identidad básica no
depende de un anillo de matrimonio
sino del hecho de que somos cristianos.
Nuestra cultura, obsesionada por establecer separaciones y fijar su atención
en nuestras miopes experiencias, debe
escuchar el testimonio de la iglesia:
Somos uno en Cristo, el cuerpo de Jesús.
En la iglesia, Dios nos da la bienvenida
a la nueva comunidad. Dios nos ha
28 F E B R E R O 2 0 1 4 E N C O N T A C T O

unido, y lo que Dios unió, que no lo separe
el hombre.
Con nuestra identidad compartida y
nuestras luchas comunes, debería ser
obvio que nadie tiene el monopolio de la
virtud cristiana. Tanto los solteros como
los casados deben vivir a plenitud para la
gloria de Dios, en medio de los detalles
particulares de los días que nos han sido
dados. En obediencia al Señor Jesús,
debemos dar nuestras vidas por nuestros
hermanos. El teólogo Stanley Hauerwas
lo dice muy bien: “No amamos porque
estamos casados, sino porque somos cristianos”. Si bien el amor conyugal nos da
una perspectiva de la bondad de Dios, y el
amor de los solteros nos da otra. Ambos
amores encuentran su origen en Dios;
ambos demuestran visiblemente la actitud
misericordiosa de Dios.
Aunque no hemos vivido bien esta verdad, la Escritura nos enseña que el cuerpo
de Cristo necesita tanto de las parejas
casadas como de los solteros para mostrar
la nueva naturaleza de la comunidad de
Dios. Solteros y casados se necesitan
unos a otros para expresar la amplitud del
reino de Dios. Cada uno representa una
manera de ir tras el mismo fin: la vida con
Dios y la dedicación a sus propósitos en el
mundo. La soltería ejemplifica el amor de

Dios al consagrar nuestra pasión, energías
y dones a la “causa del reino de los cielos”
(Mt 19.12).
Hoy en día, la soltería es poco valorada.
Este es un giro extraño de los acontecimientos ya que en los primeros siglos de
la iglesia, a veces, se fue al otro extremo,
y trataba al matrimonio como algo de
segunda clase. No tiene que haber una
jerarquía espiritual. Tanto el Señor Jesús
como Pablo manifestaron aprecio tanto
por la soltería como por el matrimonio confirmando que eran vocaciones
deseables. Pero en una cultura que da por
sentado la importancia del matrimonio,
necesitamos dar importancia a nuestros
otros dones. Una persona soltera puede
tener la capacidad de vivir una vida más
sencilla y dedicarle tiempo a un número
mayor de personas, o de estar presentes
en esferas más amplias. Además, una persona soltera tiene la oportunidad única de
enseñarnos cómo resistir el concepto idolátrico de que el matrimonio (o cualquier
otra realidad aparte de Dios) nos dará una
vida perfecta.
Muchos solteros, por supuesto, permanecen sin casarse durante un tiempo, y no
tienen un llamamiento de por vida para
seguir a Jesús en ese estado. Sin embargo,
durante esta fase temporal, los solteros

nos permiten ver la gracia en acción.
Cuando la persona soltera no está preocupada por su futuro, sino que tiene la
confianza de que Dios tiene su vida en
sus manos, nosotros también somos desafiados a confiarle a Él nuestras dudas.
Cuando los solteros dan sus recursos
y sus energías, y nos sirven de guía en
cuanto a generosidad y sencillez, escu-

El amor conyugal nos da una
perspectiva de la bondad
de Dios, y el amor de los
solteros nos da otra. Ambos
demuestran visiblemente la
misericordia de Dios.
chamos a Dios llamándonos a unirnos
con ellos en esta valiente fe.
Y todos nosotros, solteros o casados,
podemos recibir de la iglesia el regalo
de la familia, recordándonos que nuestra primera identidad está en la manera
como el Espíritu Santo nos une. Somos
el pueblo de Dios, solteros y casados.
Somos socios en el reino de Dios. l
ENCONTACTO.ORG

29

Sección Especial

LA SOLTERÍA Y LA IGLESIA

UNA FAMILIA ETERNA
LOS SOLTEROS SON RELEGADOS CON FRECUENCIA A UN
SEGUNDO PLANO EN LAS IGLESIAS, PUES NO SE NOS CUENTA DE LO
MUCHO QUE PODEMOS APRENDER DE ELLOS. por Katelyn Beaty

A

sisto a una iglesia pequeña
que me permite olvidar
que no tengo esposo.
Nuestra liturgia tiene
un maravilloso efecto
igualador: escuchamos la
lectura de la Biblia, oramos y recibimos
el partimiento del pan de la siguiente
manera: “Cristo ha venido, Cristo ha resucitado, Cristo vendrá otra vez”. Estas
prácticas semanales nos moldean para
ser un pueblo con la mirada puesta en
el futuro. Nos orientan hacia la realidad
del venidero reino de Dios, donde las
personas “ni se casarán ni se darán en
casamiento” (Mt 22.30).
Sin embargo, hay una parte del servicio que pone de relieve mi soledad:
el saludo congregacional. En este momento del servicio las parejas se dan
vuelta y se abrazan mutuamente, antes
de llegar a los pasillos para dar un
apretón de mano a los demás. Yo, por
lo general, espero a que ellos terminen
antes de extender la mano.
Por supuesto, no culpo a las parejas
por saludar primero a sus cónyuges.
Pablo dice que los casados deben
enfocarse en las necesidades de sus
cónyuges, y para muchas parejas, este

30 F E B R E R O 2 0 1 4 E N C O N T A C T O

saludo puede brindar la oportunidad de reconciliarse y dejar atrás el
estrés de la semana. Mis padres se
abrazaban siempre primero el uno al
otro, antes de hacerlo conmigo y con
mi hermano. Pero nuestros cuerpos
tienen una manera de revelar nuestros
pensamientos más profundos y lo que
creemos. Pienso que saludar primero
al cónyuge en la iglesia revela una
priorización equivocada y poco bíblica que deja a los solteros sintiéndose
en un segundo plano.

Parte del todo

En Occidente, sin embargo, los
solteros no son segundos, estadísticamente hablando. Son primeros. Según
el censo de 2011, las parejas casadas
componen solo el 48% de todos los
hogares de los Estados Unidos. Y
los solteros —ya sean divorciados, o
que vivan en concubinato, o padres
solteros, o quienes nunca se han
casado— constituyen por primera vez
la mayoría de los hogares.
La situación es un poco diferente
entre los cristianos evangélicos. Normalmente, muestran tasas más altas
de matrimonio y menos de divorcio

que la población general. Alrededor del
84% de las personas que se identifican
como “nacidas de nuevo” se casan en
algún momento de sus vidas, en comparación con el 74% de quienes no son
cristianos y tienen otra religión, y con el
65% de los agnósticos o “sin ninguna afiliación religiosa” y ateos (Grupo Barna,
2008).
Para que las iglesias lleguen hasta las
personas y transmitan la fe a las futuras
generaciones, es obvio que deben encontrar maneras prácticas de integrar a los
solteros a su vida corporativa. La palabra
corporativa puede hacernos pensar en
la sala de juntas de una compañía, pero
en realidad significa “unidos en un solo
cuerpo”. Por lo tanto, tiene una rica resonancia bíblica. Pablo utiliza la imagen
del cuerpo para hablar de los dones
espirituales de la iglesia de Corinto: “A
fin de que no haya división en el cuerpo,
sino que sus miembros se preocupen
por igual unos por otros. Si uno de los
miembros sufre, los demás comparten
su sufrimiento; y si uno de ellos recibe
honor, los demás se alegran con él” (1 Co
12.25, 26 NVI).
¿Cómo sería si las diferentes partes del
cuerpo, solteros y casados, “se preocupa-

ran por igual unos por otros” y valoraran
debidamente, entre sí, los dones particulares que tiene cada quién? Muchas
iglesias evangélicas tienen ministerios
y grupos de discipulado para solteros,
según las edades y condiciones específicas, que son contextos adecuados para
entablar amistades y crecer espiritualmente. Los solteros nuevos de la iglesia
pueden encontrar que esos grupos son
vías de acceso para integrase dentro de
la congregación, pero también sé que los
ministerios dirigidos a los solteros pueden aislarlos como un grupo de personas
con necesidades especiales.

Cruzar la línea divisoria

¿Y si, por el contrario, los solteros tuvieran un regalo importantísimo que dar a
la iglesia? ¿Qué tal si una cultura de iglesia enfocada en el matrimonio necesitara
a los solteros, en vez de ser al revés?
Sus dones son numerosos. Los solteros
son un testimonio para la iglesia de que
la vida abundante fluye de la resurrección, no simplemente de la biología.
Ellos revelan que venimos a la comunidad de la fe, no por medio de un vientre,
sino mediante el agua del bautismo. Que
los ligamentos del cuerpo están consti-

PORCENTAJES DE PERSONAS QUE SE CASAN

84%

de personas que se identifican
como “nacidas de nuevo”

74%

de los que practican una fe
que no sea el cristianismo

65%

de agnósticos / “sin afiliación
religiosas” y ateos

Los cristianos evangélicos muestran tasas más altas de matrimonio y menores
de divorcio que la población general.
Fuente: Grupo Barna, 2008.

ENCONTACTO.ORG

31

Sección Especial

LA SOLTERÍA Y LA IGLESIA

tuidos por Cristo, no por la línea sanguínea (a diferencia del judaísmo con sus
larguísimas genealogías). Los solteros le
recuerdan a una iglesia enfocada en la
familia, que si bien ella es un hermoso y
confortador regalo, no es el único medio
que tiene Dios para edificar su cuerpo en
cada generación.
Los solteros —quizás especialmente las
mujeres solteras— encarnan una dependencia radical de Dios en cuanto a la
satisfacción de sus necesidades terrenales. Casi siempre ha sido el caso que
las mujeres se han casado por necesidad
económica. ¿Qué sucede con la mujer
cristiana que ha enviudado o que nunca
se ha casado, por la razón que sea? El día
de hoy, las mujeres pueden sostenerse
a sí mismas por medio del trabajo (e
incluso encuentran mucha satisfacción
y su llamamiento allí), y esto es un don.
Pero se mantienen los temores de no
haber ahorrado lo suficiente para su jubilación, de enfrentar la ancianidad, de ser
estafadas por mecánicos o vendedores,
o de convertirse en una anciana rodeada
de gatos. Los cristianos solteros deben
buscar cotidianamente la ayuda de Dios,
y confiar en que Él se las dará cada día.
Pero la verdad es que todos los creyentes deben tener esta misma confianza.
Solo que los cristianos casados pueden
sumergirse en la comodidad de la familia
y el hogar, olvidando tal vez de ese modo
que ninguno de los dos les ofrece su
seguridad verdadera.
Los cristianos solteros desafían
también a poderosos mitos modernos
sobre el sexo y el romance —es decir, de
que ambos son necesarios para vivir. Sí,
el amor y las relaciones son necesarias,
pero éstos pueden tomar muchas formas.
He llegado a los veintinueve años sin
tener sexo. Pero no habría llegado a este
punto en la vida sin buenas amistades
que me ayudaran a crecer y mantenerme

32 F E B R E R O 2 0 1 4 E N C O N T A C T O

firme. Los cristianos solteros demuestran que la comunidad y la intimidad
toman muchas formas diferentes que
no implican amor erótico.
La verdad es que el matrimonio —y
con él, la satisfacción sexual y la posibilidad de tener hijos— no son garantías en esta vida. Nadie puede confiar
en el matrimonio para su sostén y
su seguridad. Pero nosotros, quienes
seguimos al Salvador resucitado, un
hombre que nunca se casó, sí tenemos
una garantía: la promesa de una nueva
familia constituida por todos los que
llaman a Dios Abba.
Y el primer paso que podemos
dar hacia nuestras familias eternas
es acercarnos más —cuando nos

Los cristianos solteros
demuestran que la
comunidad y la intimidad
toman muchas formas
diferentes que no implican
amor erótico.
saludamos en la iglesia, cuando nos
reunimos alrededor de una mesa para
comer, cuando tenemos estudios bíblicos y actividades de evangelización,
cuando oramos los unos por los otros
y nos ocupamos de todas las demás
actividades de la iglesia local. Puesto
que vamos a pasar mucho tiempo
juntos en el futuro, será mejor que nos
acostumbremos a pensar que los unos
y los otros formamos una familia. Lo
que significa que, cuando nos demos
vuelta para saludar a quienes tenemos cerca en el culto de la iglesia,
debemos cruzar con gozo la línea que
divide a casados y solteros. l

meditaciones s diarias
EXTRAÍDAS DE LAS PREDICACIONES DE CHARLES F. STANLEY

Á R B O L D E L AVA N D A E N M A U I , H A WA I I
F O T O P O R C H A R L E S F. S T A N L E Y

I N T O U C H . O R G 33

Cuando las cosas
parezcan imposibles
JUAN 6.1-14

H

asta los discípulos de Cristo tuvieron luchas con la duda y el temor
en momentos de dificultad o incertidumbre. Aunque caminaban estrechamente
con el Salvador, todavía eran propensos
a dirigir su enfoque en la dirección
incorrecta.
Justo antes de realizar el milagro
de la alimentación de los 5.000, Jesús
probó a Felipe preguntándole dónde
podrían comprar pan para la multitud. La
respuesta del discípulo reveló que estaba
pensando en resolver el dilema con ideas
y medios humanos. Al mismo tiempo,
Andrés estaba ocupado sondeando la
multitud para determinar cómo iba a
abordar la situación. Después de encontrar a un niño que tenía cinco panes y
dos peces, Andrés demostró su limitada
manera de pensar, preguntando: “¿Qué
es esto para tanta gente?” (Jn 6.9 NVI)
Una vez más, el Señor realizó un asombroso milagro para demostrar quién era
Él y lo que será siempre. El mismo Cristo
que alimentó a 5.000 personas con
cinco panes y dos peces, actuará a favor
de nosotros cuando las circunstancias
parezcan imposibles de resolver.
En tiempos de dificultad, cuando parezca que se ha perdido toda esperanza,
no se pregunte: “¿Qué voy a hacer?” Por
el contrario, diga simplemente: “Señor,
¿qué vas a hacer?” Recuerde que Jesucristo nos dice que echemos toda nuestra ansiedad sobre Él, porque el Señor
tiene cuidado de nosotros (cf. 1 P 5.7).
Evite la tentación de manipular sus
circunstancias. Las virtudes de la fe y la
paciencia le ayudarán a conocer la gracia
de Dios y a experimentar su amor y
mano milagrosa.

34 F E B R E R O 2 0 1 4 E N C O N T A C T O

L UN

fin de semana

D

3

Dirección divina
JUAN 14.26

ios sabía que nunca podríamos entender toda su grandeza con nuestras
mentes finitas. Es por esto que nos dio al
Maestro divino —el Espíritu Santo.
El propósito del estudio de la Biblia no
es que adquiramos información sino que
seamos transformados. Si lo que leemos
no cambia nuestras vidas, entonces no estamos experimentando el poder del evangelio. El Espíritu Santo tiene un propósito
importante al enseñarnos la Palabra de
Dios: transformarnos según la imagen de
Cristo (Ro 8.29). Y lo hace en tres áreas:
1. En la evangelización. Antes de llegar
a tener fe en Jesucristo, fue el Espíritu de
Dios quien obró para hacernos conscientes de nuestra necesidad de un Salvador.
Este fue el primer paso hacia nuestra
semejanza a Cristo.
2. El discipulado. Después que ponemos
nuestra fe en Cristo, el Espíritu Santo comienza el proceso del discipulado, que se
refiere al crecimiento espiritual continuo
y a un conocimiento cada vez mayor de
las Sagradas Escrituras.
3. Las misiones. Dios quiere que sus
seguidores vayan al mundo para anunciar las buenas nuevas de Jesucristo. Los
creyentes tienen el privilegio de expresar
su gracia a todas las personas.
La transformación es la clave para
llegar a parecernos al Señor Jesucristo.
Aunque nunca alcanzaremos la perfección
en esta vida, la peregrinación hacia la
semejanza a Cristo es importante; pues
es la manera como nos convertimos en
cristianos maduros y activos.
El Espíritu Santo es nuestro guía. Dé
gracias hoy a Dios por su bondad al darle
el Maestro perfecto para que le dirija en
esta apasionante peregrinación de fe.

JUAN 16.12-15

ios envía al Espíritu Santo para
instruirnos personalmente en sus
caminos. Este es un regalo maravilloso
del Padre celestial para toda persona
que decida seguirlo. El Espíritu Santo
está indudablemente calificado para ser
nuestro Maestro divino: como miembro
de la Trinidad, Él es omnisciente, al igual
que las otras dos personas de la Deidad.
Y porque conoce toda la verdad, puede
dirigirnos (Jn 16.13).
Entonces, ¿cómo podemos sacar provecho de la enseñanza del Espíritu Santo?
Primero, debemos creer en Jesucristo y
recibirle como Señor y Salvador. Todo
creyente recibe el Espíritu sin reservas,
pero Él no está presente en las vidas de
quienes no se han rendido a Cristo. Por
esta razón, la fe en Jesús es el primer paso
esencial.
Segundo, debemos creer que la Biblia
es la Palabra de Dios. En ella, el Señor nos
muestra su verdad, con el propósito de
acercarnos más a Él. La Sagrada Escritura
es la revelación de Dios al hombre, y aunque todos sus 66 libros fueron escritos por
autores humanos, cada versículo de ella es
totalmente divino.
Tercero, en vez de apoyarnos en nuestra
capacidad intelectual, debemos depender
del Espíritu Santo para que nos enseñe.
Los más admirados pensadores humanos no pueden ni remotamente llegar a
comprender la mente del Señor. Para el
mundo, el evangelio es locura, pero en
realidad es poder de Dios (1 Co 1.18-25).
Las maravillas del Señor son gratuitas y
están al alcance de todos lo que invoquen
su nombre. Pídale al Señor, en el poder del
Espíritu Santo, que bendiga su estudio de
su santa Palabra.

MI E

MAR

D

4

El Espíritu Santo,
nuestro Maestro

5

Nuestros
pensamientos
ROMANOS 12.1, 2

N

uestros pensamientos influyen en
gran medida, no solo en nuestros
éxitos, fracasos y decisiones, sino también en nuestra relación con el Señor y
con los demás. La santidad proviene de
pensar de la manera que lo hace Dios.
Sin embargo, hay varios problemas
que pueden afectar negativamente lo
que uno piensa. Uno de los más persistentes es la influencia de nuestro pasado.
Cuando usted acepto a Cristo, Dios le dio
un nuevo espíritu y una nueva vida. Pero,
al permitirle empezar de nuevo, no borró
el pasado de su mente. El Padre celestial
quiere que usted sea capaz de utilizar sus
buenas y sus malas experiencias cuando
ayude a los demás. También quiere que
valore la gracia y sepa que es importante
que recuerde de qué le rescató.
Otro problema son las malas influencias. Aunque podamos pensar que somos
inmunes a ellas, lo que permitimos que
entre en nuestra mente afecta en gran
medida nuestra manera de pensar. Las
cosas malas crean la tolerancia y el deseo
de las cosas del mundo, y pueden hacer
que nuestros buenos pensamientos
entren en conflicto con nuestros malos
deseos, lo cual genera sentimientos de
tensión y culpabilidad. Cuando comenzamos a sacar a Dios de nuestras vidas,
permitimos que Satanás tome ventaja.
Es por eso que Dios nos dice: “Todo
lo que es verdadero, todo lo honesto,
todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si
hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Fil 4.8). El Señor
sabe que prepararnos mentalmente
puede protegernos de las trampas del
diablo.

E N C O N T A C T O . O R G 35

C O LO S E N S E S 3 . 1 , 2

A

yer vimos que Romanos 12 nos exhorta a no pensar como el mundo, sino a
ser transformados mediante la renovación
de nuestra mente. Eso puede parecer difícil, pero es posible por medio de Cristo (Fil
4.13). He aquí algunos consejos prácticos:
• Reconozca su capacidad de tener
pensamientos buenos (1 Co 2.16). Si usted
puso su fe en Cristo como su Salvador, el
Espíritu Santo vive dentro de usted. Por
tanto, Él que es santo y puro, le ayuda a
tener pensamientos santos y puros.
• Busque las cosas espirituales (Col
3.1, 2). Cuando se ejercita un músculo,
éste se vuelve más fuerte. Asimismo,
leer la Biblia proporciona sustento a su
mente, de manera que si después ejercita
lo leído, mediante el estudio y la meditación, su manera de pensar se volverá más
cristocéntrica.
• Examine cuidadosamente sus pensamientos por medio de la Palabra y la
voluntad de Dios (2 Co 10.5). Muchas
veces actuamos de manera impulsiva sin
tomar en cuenta las enseñanzas del Señor
o sus propósitos. La lectura y obediencia
a la Palabra de Dios, y la confianza en la
guía del Espíritu Santo, nos ayuda a evitar
muchas aflicciones.
• Decida rechazar ciertos pensamientos (Sal 101.2, 3). Los pensamientos nocivos están entre los “dardos de fuego del
maligno” (Ef 6.16). Puede que no seamos
responsables de que esos pensamientos
aparezcan de repente en nuestra cabeza,
pero sí de nuestra respuesta a ellos. Si
en algún momento usted se detiene a recrearse con ideas malsanas, pídale a Dios
que redirija sus pensamientos. Luego,
dele gracias porque Jesucristo compró su
perdón en el Calvario.

36

F E B R E R O 2 0 1 4 E N C O N TA C T O

VI E

J UE

6

Para transformar
nuestra manera
de pensar

L

7

Nuestro tiempo
EFESIOS 5.15-17

a manera como usted usa su tiempo,
revela sus valores, prioridades y convicciones. Como buen administrador de
este regalo, puede aprovechar al máximo
su tiempo…
• Recibiendo a Cristo como su Salvador personal. Cualquier parte de la vida
que se use fuera de la voluntad de Dios,
es tiempo desperdiciado. La única manera
que usted tiene para lograr su máximo potencial, y experimentar paz y prosperidad
genuinas, es conociendo personalmente a
Aquél que le creó.
• Orando. No hay nada como la oración
para ahorrar tiempo. Cuando usted busca
conocer la voluntad de Dios para su vida
o para tomar alguna decisión, la oración
actúa como la brújula que guía sus pasos.
Jesucristo es nuestro mejor ejemplo de
esto, pues reconocía siempre que la mejor
manera de utilizar su tiempo era encontrando un lugar solitario para estar en
comunión con el Padre.
• Descubriendo el plan de Dios para su
vida, y andando cada día en su voluntad.
El creyente que deliberadamente desobedece al Señor, tendrá una vida infeliz y
sin provecho. No hay manera posible de
maximizar su efectividad si está luchando
contra Dios o se ha endurecido tanto que
ya no escucha su voz.
• Escribiendo la misión que Dios tiene
para su vida. Como Creador, Dios sabe
los planes que tiene para usted. Por tanto,
pregúntele lo que desea para su vida, y
luego dedique tiempo para resumir cómo
piensa utilizar el resto de sus días en este
mundo. Si usted se ciñe al plan que Dios
le ha ayudado a determinar, descubrirá
que su tiempo será invertido en vez de
simplemente “gastado”.

Cómo sobrevivir
en la cultura actual
HEBREOS 5.12-14

S

i queremos sobrevivir en nuestra
cultura actual, entonces la Palabra
de Dios debe tener un lugar central en
nuestra vida cotidiana. Dios nos habla
por medio de la Biblia de sus verdades y
las mentiras del mundo.
Para saber si hemos sido víctimas de la
mentira, necesitamos ser sinceros con nosotros mismos y preguntarnos si somos
verdaderos seguidores de Cristo o meros
creyentes mundanos.
Los cristianos mundanos pueden tener
convicciones fuertes acerca de seguir al
Señor, pero a menudo las comprometen.
Una comprensión débil del carácter y de
los preceptos de Dios, produce una vida
egocéntrica y susceptible a las mentiras
(Ef 4.14). La mundanalidad se revela a
largo plazo en una discrepancia entre el
andar cristiano y las cosas que producen
placer o comodidad. La poca participación en la iglesia local, también impide el
crecimiento en la madurez espiritual.
¿Se siente usted identificado con esta
descripción? Si es así, no se desanime. La
Palabra de Dios es un faro que le puede
guiar por el camino del mundo y ayudar a
transformarse en un verdadero seguidor
de Cristo. La Biblia y la obra del Espíritu
Santo hará que su vida refleje cada vez
más el estándar divino.
Aplicar la Sagrada Escritura a nuestras
actitudes y acciones se traducirán en
más pasión por el Señor, y en una mayor
obediencia a Él. Por tanto, a medida que
esta confianza y esa dependencia de
Jesucristo aumenten, toda nuestra vida
adoptará una perspectiva nueva acorde
con la Palabra del Señor. ¿Qué lugar tiene
la Biblia en las decisiones que usted toma
cada día?

L UN

fin de semana

10

La carrera
de la vida
HEBREOS 12.1-3

L

a vida cristiana es descrita muchas
veces como una carrera diseñada
por Dios. En ella, somos llamados a
cumplir sus planes para nosotros. En
otras palabras, ser conformados a la semejanza de Cristo y glorificar al Señor.
Para correr la carrera, tenemos que
conocer la ruta. La Biblia nos sirve
de mapa, brújula y guía. Es un manual
infalible para mantenernos apartados
del pecado en nuestra sociedad.
Para terminar la carrera necesitamos inspiración y corrección, y la
Sagrada Escritura ofrece ambas mediante sus relatos verídicos. Algunos
de nosotros somos como el rey Saúl,
que respondió al llamado de Dios
y comenzó la carrera muy bien (1 S
10.9-11); pero la corrección es posible
si perdemos nuestro enfoque del plan
de Dios y nos sumergimos en las cosas
del mundo. Otros son como el apóstol
Pablo, quien fue cruel por años antes
de ser salvo. Su vida nos inspira a perseverar y a aceptar el plan de Dios con
más pasión.
En la carrera encontraremos
obstáculos contra los que debemos
perseverar. Algunos de ellos pueden
ser: críticas por parte de creyentes y no
creyentes; intolerancia a nuestro amor
por Cristo; y períodos de soledad e
incertidumbre cuando el camino no sea
claro. El Espíritu Santo nos fortalece
cuando estudiamos el carácter inmutable de Dios y sus promesas eternas.
¿Está usted corriendo bien la carrera?
¿Cómo está respondiendo a las presiones a lo largo del camino? Recuerde
que Cristo, que es nuestra vida misma,
siempre corre con nosotros.

E N C O N T A C T O . O R G 37

LU C A S 6 . 2 6 - 2 8

E

s prudente conocer algunas recomendaciones básicas para enfrentar
el abuso. El problema está tan extendido
que, incluso si usted no lo ha padecido,
alguien cercano, probablemente sí. De
haber recibido este consejo mucho antes, tal vez yo hubiera podido responder
mejor al abuso de mi padrastro.
Busque la dirección de Dios. No
existe una única manera de enfrentar el
abuso, porque cada situación es diferente. Van desde el irritante acoso en la
escuela, hasta la amenazante violencia
doméstica. Las soluciones también
varían; condiciones extremas pueden
requerir escapar de la situación. De
manera que no haga lo que otros dicen
que harían. En vez de eso, pregúntele al
Señor: “¿Qué quieres que haga?” Acuda
primero a la Palabra de Dios. Él nunca
le dirá algo que contradiga la Sagrada
Escritura.
Ore por la persona abusiva. Por más
difícil que parezca, estamos llamados a
orar, incluso por nuestros enemigos. Pídale al Señor que su amor transforme la
vida de su opresor; que éste pueda ver la
maldad del abuso, y que sea libre de esa
conducta tan lesiva. Pídale a Dios que le
dé a usted discernimiento para entender
la motivación del agresor, y pueda así
ayudarle a manejar mejor la situación.
Este consejo no es fácil de seguir; orar
por el opresor va en contra de nuestra
naturaleza humana y del mensaje común
de nuestra cultura. Sin embargo, hay
personas que fueron víctimas de abuso,
que testifican que el Señor no “desaprovechó” su sufrimiento —y que hubo
consecuencias positivas como resultado
de esa experiencia (Ro 8.28).

38 F E B R E R O 2 0 1 4 E N C O N T A C T O

MI E

MAR

11

Al ser víctimas
de abusos

12

A

El poder del amor
LU C A S 1 5 . 1 1 - 2 4

veces, cuando leemos la Biblia, no
captamos todo el significado de
ciertas palabras por las limitaciones de
nuestro idioma. Por ejemplo, en castellano solamente tenemos una palabra para
“amor”, pero las cartas originales de Pablo,
escritas en griego, utilizan dos palabras.
Los creyentes tenemos la promesa de que
el amor de Dios habitará en nosotros (Ef
3.19). Pero a menudo pensamos que se
refiere al amor fileo —el afecto fraternal.
Pero la verdad es que el Espíritu Santo
manifiesta el amor ágape en nosotros —el
amor abnegado y desinteresado.
Nosotros, también, tenemos la capacidad de reflejar el mismo amor que el
Señor Jesús demostró en el Calvario. Él
describió sutilmente el poder de este amor
en su parábola del hijo pródigo. El padre
debió de haberse dado cuenta de que el
egoísmo y deseo por viajar estaban consumiendo al joven, y que negarle su petición
de recibir anticipadamente su herencia lo
llevaría al resentimiento. Por eso, a pesar
de su sacrificio personal y monetario, el
padre le dio a su hijo la herencia. Después,
esperó mientras el pródigo aprendía su
lección.
No cabe duda de que fue un tiempo difícil. Un buen padre quiere proteger a sus
hijos de los errores. Pero el hombre sabio
también sabe que las personas deben descubrir las duras verdades por sí mismas. A
veces, lo mejor es hacernos a un lado.
El hijo pródigo regresó al hogar, sucio,
contrito y buscando un lugar entre los
sirvientes. Pero lo que recibió fue todo el
amor de su padre y la restauración inmediata como el hijo del amo. Ese es el amor
ágape, el amor que gana los corazones y
las mentes para el Señor.

A

MARCOS 12.28-34

mar a nuestro prójimo es un mandamiento bíblico y la base de la regla
de oro, pero la frase no está completa sin
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”
(Mr 12.31, cursivas añadidas). Si queremos ser vasos para derramar el amor del
Padre celestial en los demás, tenemos
que preocuparnos por ellos.
Independientemente de cómo actuemos o nos sintamos, nuestro Padre nos
ama con amor perfecto. La prueba está
en Juan 3.16, el cual dice que Dios amó
tanto a la humanidad, que dio a su Hijo
para que muriera por sus pecados, ¡aunque éramos sus enemigos (Ro 5.8-10)!
Nadie es digno del sacrificio que hizo
Cristo, pero el sentir del Padre celestial
es que valemos la pena. Si Él nos considera valiosos, entonces debemos ver a
los demás de la misma manera.
Recibir el amor de Dios debería inspirarnos a amar a todos los que nos rodean,
aunque sea más fácil amar a unos que a
otros.
En los evangelios, el Señor Jesús
repite el mandamiento a sus discípulos,
probablemente porque sabía que nos
encontraríamos con personas difíciles de
amar. Pero nos asemejamos más a Dios
cuando nos preguntamos: ¿Cómo puedo
servir a esta persona? ¿Qué es lo mejor
para ella?
Aunque encontraremos personas que
parecen difíciles de amar, el mandamiento se mantiene: Debemos amarlas como
a nosotros mismos. Esta es una poderosa
herramienta de evangelización. Pocos
pueden resistir la atracción de un amigo
afectuoso que se comporta como el
Amigo perfecto. ¿Conoce a alguien que
necesita sentirse amado hoy?

VI E

J UE

13

Creados para amar
a los demás

14

Amor
incomparable
1 JUAN 4.16-21

E

l amor de Dios es un regalo eterno. No
podemos hacer nada para merecerlo
ni tampoco para interrumpirlo. El amor
del Padre celestial simplemente está allí;
nada de lo que hagamos lo puede cambiar. Además, tenemos que entender que
cuando intentamos pagar por un regalo
que hemos recibido, afligimos al dador y
revelamos nuestra falta de autoestima.
Mientras sintamos que tenemos que
esforzarnos por ganar el amor del Padre
celestial, no podremos experimentarlo
plenamente. Una persona puede estar
tan ocupada tratando de hacerse digna
del amor de Dios, que no permita que la
naturaleza de Dios tranquilice su mente y
corazón. Dios no simplemente es misericordioso; Él es amor (1 Jn 4.16).
Además, el amor de Dios pone a un
lado los deseos personales con el fin
de suplir las necesidades de la persona
amada. En nuestro caso, la necesidad es
la salvación. Somos pecadores, incapaces
por nosotros mismos de relacionarnos con
un Dios santo. La justicia divina exigía
que pagáramos nuestra deuda de pecado.
Sin embargo, para expresar su amor pero
permaneciendo fiel a su justicia, Dios
dispuso que un sustituto pagara la deuda.
Y por eso envió a su Hijo a morir en la
cruz; allí, el Señor Jesús sufrió la agonía
de separarse de su Padre. Por tanto, toda
persona que confía en el sacrificio del
Salvador, jamás tendrá que experimentar
el mismo sufrimiento.
Dios nos ha amado aun antes de que
naciéramos; nos amó tanto que envió a su
Hijo a morir en nuestro lugar. Por tanto,
no necesitamos ganar el regalo que ya es
nuestro, solo necesitamos “Estad quietos,
y conoced que [Él es] Dios” (Sal 46.10).

E N C O N T A C T O . O R G 39

de semana

La Biblia: La carta
de amor de Dios
JUAN 17.17

P

uesto que Dios desea relacionarse
con nosotros, debemos conocerlo.
En la Biblia encontramos el registro de
sus palabras, sus intervenciones en la
historia, y su venida en la persona de Jesucristo. De este libro obtenemos nuestro
conocimiento del Padre celestial.
¡Qué increíble pensar que toda esta
obra fue recopilada por la pluma de 40
hombres diferentes que escribieron en
tres idiomas, en tres continentes, y a
lo largo de 1.500 años! Reunamos a un
grupo de historiadores de una generación, y no encontraremos la uniformidad
de enseñanzas que se encuentran en las
Sagradas Escrituras.
Cada libro de la Biblia refleja la
personalidad y la historia de su escritor.
Moisés fue el líder político de los israelitas en el desierto; Daniel fue ascendido
al rango de primer ministro estando
cautivo en Babilonia; y Pablo, el culto
exfariseo, dictó cartas desde la prisión.
Pero cada palabra de la Biblia es fiel al
tema central de Dios: Su amor redime a
quienes invocan su nombre.
En 2 Pedro 1.21 vemos que Dios mismo habló a través de cada escritor. En
algunos casos, el Espíritu Santo traía a
la mente detalles esenciales (Jn 14.26),
como el material transmitido oralmente
para formar el Antiguo Testamento o
los evangelios. Y para hacer posible la
escritura de profecías, salmos y epístolas, el Espíritu de Dios reveló verdades
importantes (16.15).
El Padre celestial le ama, y quiere que
pase la eternidad con Él. Por esta razón,
utilizó hombres de todas las condiciones
para escribir su mensaje del evangelio.
Lea su invitación para usted.

40

F E B R E R O 2 0 1 4 E N C O N TA C T O

L UN

fin

17

S

La inerrancia
de la Biblia
SALMO 19.7, 8

eñalar supuestas contradicciones en la
Biblia ha sido un pasatiempo popular
de sus críticos. Desgraciadamente, algunas personas sostienen que partes de la
Biblia no son más que simples palabras.
Por supuesto, estos críticos no se
ponen de acuerdo en cuanto a lo que es
inexacto. Algunos borrarían una frase
aislada, mientras que otros descartarían
todo un libro. Pero los cristianos no necesitamos preocuparnos por la fiabilidad
de la Biblia pues tenemos la garantía de
que “toda la Escritura es inspirada por
Dios, y útil para enseñar, para redargüir,
para corregir, para instruir en justicia” (2
Ti 3.16).
Leer la Biblia como un documento
completo revela que todas sus partes son
compatibles entre sí. Dios permitió que
hubiera diferencias en cuanto a perspectiva y trasfondo de los escritores, lo cual a
veces puede dar la apariencia de discrepancia. Pero un estudio profundo de la
Biblia revela la manera como encajan las
diferentes partes entre sí. Pensemos en
las cuatro perspectivas de los evangelios.
Mateo enfatiza la historia y el cumplimiento de la profecía acerca del Mesías.
Entretanto, Juan cuenta la historia del
Salvador que estuvo dispuesto a morir
por el mundo. Aunque ambos autores
acompañaron a Jesús, sus perspectivas
fueron diferentes. Pero en lo fundamental,
ellos y los otros dos autores coinciden.
Es esencial que los creyentes creamos
en la inerrancia de la Biblia. Un libro con
imperfecciones solo podría ser el producto de la mano del hombre, pero la Sagrada
Escritura es la absoluta Palabra de Dios.
Fue su Espíritu quien habló, no importa la
mano que escribió el mensaje.

L

NEHEMÍAS 8.1-8

os preceptos de la Biblia nos enseñan
cómo vivir en santidad. Sin embargo,
para recibir las enseñanzas de Dios, tenemos que aprender a escucharlo por medio
de su Palabra.
En los días de Nehemías, los israelitas
que ayudaron a reconstruir el templo
eran buenos oyentes. Después de trabajar
juntos para restaurar el muro de la ciudad,
le pidieron a Esdras, el escriba, que les
leyera los rollos que contenían las leyes
de Dios.
La lectura duró varias horas, durante las
cuales el pueblo estuvo de pie escuchando con atención al escriba mientras leía.
Estaban concentrados en comprender lo
que había sido escrito en la ley de Moisés.
Los rollos estaban escritos en hebreo,
y para aquellos israelitas el arameo era el
idioma que hablaban pues habían estado
cautivos en Babilonia. Pero se habían
reunido con el propósito de conocer el carácter de Dios y obedecer su plan. Por esta
razón, los levitas traducían de modo que
el pueblo entendiera la lectura (cf. v. 8).
Mientras Esdras alababa al Señor, los
corazones de las personas fueron transformados. La acción de gracias y la humildad
les prepararon para recibir de Dios. Se
inclinaron en gratitud por el privilegio de
escuchar las Sagradas Escrituras.
Necesitamos entender qué agrada
al Señor para que podamos obedecer
su plan. Eso significa que debemos ser
buenos oyentes que desarrollen mayor
humildad, atención, gratitud y celo por
Él. A medida que aprendamos, debemos
estar dispuestos no solo a compartir la
Palabra de Dios con otros, sino también a
explicárselas para que puedan conocer al
Señor y obedecerle.

MI E

MAR

18

Dios quiere que
sus hijos escuchen

19

Por qué escuchar
es tan importante
NEHEMÍAS 8.9-12

A

veces, no damos importancia a ciertas bendiciones. Deténgase y piense
cómo sería no poder asistir a nuestra
iglesia o no tener acceso a la Biblia.
Durante los setenta años del cautiverio
en Babilonia, el templo y sus sacrificios
no estuvieron al alcance de los israelitas.
Por tanto, cuando surgió la oportunidad
de escuchar la Palabra de Dios en Jerusalén, estuvieron dispuestos a hacerlo.
Esdras les leyó las promesas del Señor
a Abraham y a sus descendientes, los
pactos que Dios hizo con la nación de Israel, y los requisitos en cuanto a la fe y la
obediencia. Mientras el pueblo escuchaba con corazón arrepentido, se sintieron
culpables y lloraron por sus pecados.
Pero también sintieron alegría porque
estaban de nuevo obedeciendo los mandamientos del Señor. El pueblo confió no
solo en la Palabra, sino también en los
hombres que explicaban su significado.
La Biblia es nuestra fuente de verdad
en cuanto al carácter justo de Dios, la
naturaleza pecaminosa de la humanidad,
y el plan de salvación. En sus páginas
descubrimos que el hombre tiene un problema de pecado que no puede resolver
por sí mismo, y que la naturaleza justa de
Dios exige un pago por la transgresión.
La Palabra de Dios nos revela la manera
cómo se ejecutó la justicia divina por
nuestro pecado; que Cristo murió en
nuestro lugar, y por medio de la fe en Él
recibimos el perdón y el regalo de la vida
eterna.
Escuchar bien es esencial, porque la
fe viene por oír el mensaje de Dios (Ro
10.17), y el crecimiento espiritual depende también de prestar atención a lo que
Él nos dice.

E N C O N T A C T O . O R G 41

GÉNESIS 39.21—40.8

S

i alguien tenía motivos para estar
afligido, ese era José. Su madre
murió cuando era niño. Sus hermanos
lo odiaban, lo vendieron como esclavo,
y convencieron a su padre de que había
muerto. José trabajó duro en la casa de
Potifar, pero terminó en la cárcel por falsas acusaciones. Sin embargo, no fue una
persona amargada.
José mantuvo una actitud llena de fe
porque confiaba firmemente en Dios,
quien siempre estuvo con él. Aun en la
cárcel, le fue dada la responsabilidad
sobre otros (vv. 21, 22). Al igual que él ,
nosotros podemos estar “cautivos” —del
desempleo, la mala salud o una relación
destructiva. No obstante, podemos experimentar la presencia de nuestro Padre
celestial, y tener éxito, pues su Espíritu
Santo produce en nosotros el buen fruto
cuando dependemos de Él (Gá 5.22, 23).
Cualesquiera que fueran sus circunstancias, José se negaba a concentrarse en sí
mismo. Cuando dos de los servidores del
rey fueron encarcelados, tuvo compasión
de ellos y los ayudó. Tanto en tiempos
de bendición como de crisis, debemos
ayudar a otros (2 Co 1.3, 4). Notemos,
también, que José no rehuyó hablar con
osadía acerca de Dios a estos hombres y
a Faraón. Le dijo a este dirigente egipcio
que la respuesta que buscaba en cuanto a
sus sueños vendría del Señor (Gn 41.16).
Ya fuera que estuviera esclavizado, en la
cárcel, o como segundo al mando después
de Faraón, José prosperó. Soportó muchas
dificultades, pero vio que el Señor las había usado para bien (Gn 50.19, 20). Gracias
a la presencia del Espíritu Santo en nosotros, podemos —al igual que José— tener
una actitud que glorifique a Dios.

42

F E B R E R O 2 0 1 4 E N C O N TA C T O

VI E

J UE

20

Una actitud
llena de fe

21

A

Nuestras
convicciones
DANIEL 1.1-21

pesar de que nuestros círculos de
influencia varían de tamaño, todos
tenemos el poder de afectar a los demás,
para bien o para mal. Ya sea en nuestro hogar, en la iglesia o en el mundo,
nuestras vidas están a la vista de todos.
Muchas veces ni siquiera somos conscientes de quiénes son afectados por nuestras
palabras, actitudes y acciones.
Daniel no tenía el propósito de causar
una impresión en los demás, pero algo
acerca de él afectaba a todos los que le
rodeaban. Lo que hacía sobresalir a este
joven eran sus convicciones. Creía en la
verdad absoluta de las Sagradas Escrituras. Cuando fue llevado a Babilonia, “propuso en su corazón” no contaminarse con
la comida del rey (v. 8); sabía que comer
carne ofrecida a ídolos estaba prohibido
por la ley de Moisés.
Las convicciones de Daniel, no la
presión social, determinaban su conducta. Nuestro mundo ofrece muchas
maneras de hacernos olvidar de nuestros
principios, pero si nos mentalizamos con
antelación, seremos capaces de mantenernos firmes en nuestra obediencia a
Dios. Aunque un mundo incrédulo pueda
burlarse de nuestros valores y estilo de
vida, su respeto por nosotros se reduce
cuando hablamos por hablar y cedemos a
las tentaciones. Y lo que es peor, nuestro
testimonio de Cristo resulta dañado.
La convicción en cuanto a la verdad de
Dios es como un ancla. Cuando soplen los
vientos de la opinión y nos azoten las olas
de tentación, podremos saber con certeza
la manera correcta de responder. No vacile en su obediencia al Señor. Su postura
firme por lo que es correcto puede influir
poderosamente en otros.

de semana

La planificación
y la oración
LU C A S 1 4 . 2 8 - 3 0

E

n el pasaje de hoy, el ejemplo de construcción de una torre dado por Jesús,
demuestra la importancia de planificar y
usar los recursos de manera inteligente.
Todo plan financiero debe estar acompañado de oración. Primero, pida a Dios
la sabiduría para entender sus enseñanzas sobre el dinero, y de cómo se aplican
a su situación. Luego, pídale claridad en
cuanto a los detalles.
El paso final es buscar la dirección del
Señor para determinar si los hábitos de
consumo están acorde con sus prioridades. Al evaluar esto, es útil dividir los
gastos en categorías, incluyendo:
1. El apoyo económico a la iglesia local y
los misioneros.
2. Las necesidades básicas de comida,
ropa y vivienda.
3. Seguros, plan de jubilación y ahorros.
4. Deudas, tales como hipotecas, préstamos y tarjetas de crédito.
5. Gastos personales en actividades recreativas y gastos extras como teléfonos
celulares, Internet, televisión por cable,
restaurantes, vacaciones, etc.
Algunos de nosotros descubriremos
que nuestras finanzas no concuerdan con
los principios divinos, y eso puede ser
desalentador. Si este es su caso, acuda al
Señor con arrepentimiento, confiésele su
pecado, y pídale la firmeza para manejar
sabiamente los recursos que le ha dado.
La disciplina financiera es algo que se
aprende. Exige el compromiso de vivir
de acuerdo con la Biblia, el esfuerzo de
cambiar malos hábitos, la aplicación para
desarrollar nuevos, y fe para aprender a
vivir de acuerdo con las prioridades de
Dios. Somos bendecidos cuando planificamos teniendo como base la oración.

L UN

fin

24

Una paz
inquebrantable
FILIPENSES 4.6, 7

L

a ansiedad es enemiga de una vida
tranquila. Las personas hacen todo
lo posible para deshacerse del estrés: la
publicidad promete vacaciones que la
eliminen; los gimnasios ofrecen curarla;
y las revistas recomiendan maneras de
reducirla cambiando algunos hábitos. El
problema es que no hay nada que podamos hacer para liberarnos por completo
de la ansiedad, las cargas o los problemas.
Sin embargo, podemos efectivamente
tener paz en los momentos de ansiedad.
Jesús dijo que busquemos la paz en su persona porque Él ha vencido a este mundo
(Jn 16.33). La clave está en quitar nuestra
mirada del problema y ponerla en Dios,
quien nos da todo lo que necesitamos y su
poder sin límites (Sal 50.10; Ro 8.11).
La paz no puede ser fabricada; es un
regalo de nuestro Padre celestial. Su
Espíritu Santo produce una sensación de
serenidad en los que buscan la protección del Señor (Fil 4.7). La palabra griega
traducida como “guardará” en el pasaje de
hoy significa “pondrá guarnición en una
plaza fuerte”. Dios envuelve el corazón y
la mente con paz, resguardando contra la
inquietud y el temor. Observe que Él no
hace que los problemas desaparezcan; podemos seguir bajo presión, pero estamos
cubiertos contra la ansiedad y rodeados
también de paz.
Los versículos de hoy nos dicen que
debemos orar en vez de entregarnos a la
ansiedad. Esas palabras son las órdenes
de Pablo para enfrentar las tensiones y los
problemas. La oración mantiene la mente
y el corazón revestidos de paz. Siga confiando en Dios para que sus defensas se
mantengan fuertes y la ansiedad no pueda
introducirse en su vida.

E N C O N T A C T O . O R G 43

ISAÍAS 26.2-4

S

u casa le da protección contra la
naturaleza. Por eso, cuando una tormenta se aproxima, usted busca refugio
dentro de la seguridad de esas cuatro
paredes. El mismo principio se aplica
a las tormentas de la vida. Si hemos
construido una casa sólida sobre un
fundamento de fe, entonces tenemos un
refugio al cual correr cuando se formen
nubes oscuras y la ansiedad amenace
con arrollarnos.
Supongamos que algo le preocupa
y sus amigos y familiares tratan de
entenderlo, pero se están cansando de
que esté tan enfocado en el problema.
Escuche ahora la alternativa liberadora
que Dios le ofrece: “Echa sobre Jehová tu
carga, y él te sustentara” (Sal 55.22). Él no
cancela los males que irrumpen en esta
vida, pero sí nos protege del peso de la
angustia, tomando las situaciones en sus
manos.
No obstante, el llamado a tener una
vida libre y tranquila no es escuchado a
menos que la persona tenga confianza
en el Señor. La confianza se construye
por medio de la relación —orando durante las pruebas y las victorias de la vida
diaria, buscando dirección bíblica para
tomar decisiones, y experimentando la
Palabra de Dios de manera práctica. Es
así como se construye una casa de fe,
ladrillo a ladrillo, sobre la roca sólida de
Jesucristo.
La persona que confía en el Señor recibe la paz que promete Isaías 26.3. Pero la
paz inquebrantable no es instantánea; se
cultiva por medio de una relación constante con Dios. Depender de Él cada día
de nuestra vida es la clave para soportar
las tormentas con calma sobrenatural.

44

F E B R E R O 2 0 1 4 E N C O N TA C T O

MI E

MAR

25

Una vida de paz

26

P

La base de
la sabiduría
PROVERBIOS 9.7-12

roverbios 9.19 nos dice: “El temor de
Jehová es el principio de la sabiduría”. Pero, ¿cómo puede hacernos sabios
el temor a Dios?
Primero, necesitamos entender lo que
significa temer al Señor. Este término se
utiliza para referirse a un temor reverencial que nos lleva a reconocerle como el
supremo Gobernante del cielo y de la
tierra, a someternos a su voluntad y a
andar en obediencia. El resultado de tal
respuesta será la obtención de sabiduría.
En aquellos que se dediquen a vivir
según los propósitos del Padre celestial,
se desarrollará una mayor comprensión
del Señor. El Espíritu Santo los capacitará para ver las circunstancias y las
personas desde su perspectiva divina.
Esta clase de sabiduría va más allá de la
percepción humana, y da discernimiento
para tomar decisiones que se ajustan a
los planes del Señor. Sabiendo que Él
obra siempre para nuestro mejor interés,
estamos facultados para andar con confianza tanto en los buenos tiempos como
en los malos.
Pero hay quienes rechazan lo que Dios
dice; lo deshonran negándose a reconocer su derecho a gobernar sus vidas. Es
una tontería rebelarse contra su autoridad y pensar que podemos ganar. Temer
a Dios es la única manera de conocer la
verdadera sabiduría.
¿Cuál es su actitud hacia el Señor?
Si usted realmente le tiene reverencia,
escuchará lo que Él dice y prestará atención a sus advertencias. El deseo de honrarle y agradarle le motivará a apartarse
del mal y a buscar vivir en obediencia. El
resultado será una sabiduría más allá de
la comprensión humana.

L

FILIPENSES 2.1-11

a humildad se caracteriza por una
actitud que no busca su propia exaltación o reivindicación. Esta cualidad no
se encuentra, sin duda, en todo el mundo.
Pero en el reino de Dios, es un atributo
esencial que deben tener los seguidores
de Cristo.
La vida de Jesús es el ejemplo perfecto
de lo que significa ser “humilde”. Para
convertirse en hombre, dejó la gloria, la
majestad y el poder que eran suyos en el
cielo. El Señor se vació voluntariamente a
sí mismo —así como se vacía un vaso de
agua— y por el propósito de servirnos se
privó de todo lo que tenía con su Padre.
Pero no solamente eso, como hombre, Jesús adoptó el papel de un siervo
humilde. Se sometió a sí mismo por amor
al plan de su Padre, y renunció incluso a
sus derechos terrenales para rescatarnos
del pecado. Soportó críticas, el ridículo, la
incredulidad, y finalmente, la crucifixión
para ayudarnos.
Su humildad no tuvo límites. Se humilló
delante del Padre para convertirse en el
Cordero de Dios, y lo hizo a la vista de
todo el mundo, aunque fue tildado de criminal y condenado injustamente. Su vida
demuestra la importancia de ser humilde,
y nos da un modelo claro a seguir.
Los discípulos no entendieron esto sino
después, ya que no esperaban un Mesías
en forma de un siervo. Los líderes del
mundo se sintieron amenazados porque
el llamado de Jesús de seguir su estilo de
vida no les daría la importancia que ellos
deseaban. Las multitudes estaban desconcertadas porque no entendían el peligro
del orgullo, pero el Padre vio la mansedumbre de Jesús, y quedó agradado.
¿Qué actitud ve Dios cuando nos ve?

VI E

J UE

27

El modelo de
humildad

28

La humildad en la
vida del creyente
M AT E O 1 1 . 2 8 - 3 0

J

esús vivió sus días terrenales con
un espíritu humilde, y enseñó que
también debemos demostrar humildad.
A los ojos de Dios, quienes se vuelven
como niños son honrados (Mt 18.4);
quien desee ser el primero, debe tomar
el último lugar (Mr 9.35); y el servicio
humilde es una señal de elevación (Mt
23.11). Con sus enseñanzas, nuestro
Salvador cambió la definición de grandeza. En el cielo, la mansedumbre es un
atributo de honra.
La humildad no se origina automáticamente en las personas que tienen pocas
posesiones materiales, o en quienes
se desprenden de lo que tienen. Una
persona rica puede ser modesta, y una
persona pobre ser orgullosa. El éxito no
tiene que llevar al orgullo, ni tampoco la
derrota significa humildad. Lo que determina la humildad es la actitud. El Señor
Jesús promete a los que se humillan, que
serán enaltecidos por su Padre celestial.
Pero advierte que quienes se pongan en
primer lugar encontrarán la oposición de
Dios (Stg 4.6).
Al reconocer que no podemos lograr
nada en la vida sin el Señor habremos
comenzado a recorrer el camino de la humildad. Cuando renunciemos a nuestros
planes y aceptemos los del Padre celestial estaremos dejando atrás el orgullo.
Si somos malinterpretados o tratados
injustamente, pero seguimos donde
estamos hasta que el Señor nos diga que
hablemos o actuemos, habremos entonces comenzado a vivir con la humildad
que agrada a nuestro Salvador.
El Señor Jesús ofrece ser nuestro Gran
Maestro para que podamos aprender las
virtuosas lecciones de la humildad.

E N C O N T A C T O . O R G 45

C OM IE NZOS

¡Q

Reflexiones acerca de la vida interior

Amar el mundo
por CAMERON LAWRENCE

¡Qué palabras tan duras! “Si amas tu
vida, la perderás”. Pero más difícil aún:
“Odia tu vida, y la guardarás para siempre”.
Cada mañana salgo en un pequeño
automóvil conduciendo en dirección al
sol. Regreso por la tarde teniendo detrás
de mí el cálido resplandor del día, y con
las llantas del auto calientes, que han
llegado para descansar en el piso de mi
garaje. Hago lo que mucha gente hace,
sin duda, dejo mi familia cada día para ir
a trabajar y traer el sustento.
Estoy agradecido por mi trabajo,
pero la verdad es que me gusta más el
regreso. Regreso al amor de mi esposa
y de mis tres hijas; a nuestros amigos
y a la familia para estar con ellos en
los momentos de alegría y de dolor. Es
ese regreso lo que hace que valga la
pena dejar la casa. Amo mi vida en este
mundo. Amo este mundo.
Y allí está el problema. O quizás no. Tal
vez todo depende de cómo se vea.
Fue Jesús quien dijo esas palabras
en cuanto a amar y odiar la vida, y
durante siglos los cristianos han tratado
de saber cómo vivirlas. Hubo quienes
vieron al mundo demasiado lleno de
recompensas terrenales, así que huyeron de la civilización al desierto, donde
podían dedicarse totalmente a la oración y a la tarea de vencer las pasiones
pecaminosas. Se marcharon para llegar
a ser como el Señor mismo.
Comprendo el impulso por retirarse
a un lugar remoto. Veo el atractivo de
librarse de las distracciones externas,
concentrarme simplemente en la pre-

46

F E B R E R O 2 0 1 4 E N C O N TA C T O

sencia de Dios; de morir al mundo por
causa de Aquel que me llamó por mi
nombre. Pero ¿es eso realmente necesario?
Confieso que mi impulso es con más
frecuencia en la otra dirección. Miro a
mi alrededor —a las personas, la naturaleza, a todo lo que Dios ha bendecido

nuestras manos para hacer y cultivar— y
quiero más. Veo en esta tierra, no una
vida que carece de riquezas, sino una
en la que, a pesar de todas los males y
penalidades, hay una belleza voraz, una
generosidad tan profunda, que algunos
días siento que pudiera tragármela toda.
¿Cómo pudo Jesús decir esas palabras? O, para el caso, cómo pudo decir
su seguidor Juan, uno de mis héroes
favoritos: “Si alguno ama al mundo, el
amor del Padre no está en él” (1 Jn 2.15)?
Solo de pensar en eso me dan ganas
de gritar: “¿No hay una solución intermedia?” Y en los momentos de quietud,
cuando estoy solo, y siento sobre mí el
peso de la misericordia del Señor sobre
mi vida, quiero arrodillarme y susu-

rrar: “Señor, ¿cómo no amar tu mundo?
¿Cómo no decirte ‘gracias’?
Tal vez la diferencia sea un corazón
agradecido. Quizás el amor al mundo
está mal solo cuando se convierte en
un fin en sí mismo; cuando olvido que
las cosas buenas que he recibido fueron
dadas con amor. Fueron dadas como
un medio de gracia para alimentar mi

Quizás el amor al
mundo está mal solo
cuando se convierte
en un fin en sí mismo;
cuando olvido que
las cosas buenas que
he recibido fueron
dadas con amor.
Fueron dadas como un
medio de gracia para
alimentar mi corazón,
mi alma y mi cuerpo,
para que yo pudiera
ser atraído a Dios.
corazón, mi alma y mi cuerpo, para que
yo pudiera ser atraído a Dios, y al conocerle, compartir la naturaleza divina (2 P
1.4; 2 Co 3.18).
Cuando Dios hizo el mundo, miró la
obra de sus manos y vio que todo era
bueno. Y cuando su imagen en el hombre llegó a distorsionarse tanto que ya
no se parecía a Él, amó al mundo lo suficiente para convertirse en uno de nosotros y rescatar lo que se había perdido.
Cristo vino para redimir al mundo, y esa
redención comenzó hace más de 2.000

años en un establo de Belén. Continuó
cuando Él, que era Dios, puso los pies
en la tierra, se sumergió en las aguas
de un río, comió pescado y partió pan,
caminó sobre el mar, convirtió al agua
en vino, y puso sus manos sobre las personas dando vida a los muertos.
Puede haber corrupción en este
mundo, pero lo que yo amo es la bondad
de Dios evidente en todo lo que está
a mí alrededor; en cómo Él está trabajando para redimir al caído. Amo este
mundo porque en él siento la complacencia y la bendición de mi Padre celestial al vivir, moverme y ser quien soy.
Doy gracias porque Él me amó lo
suficiente como para darme vida: la
bendición de un techo sobre mi cabeza y comida en el refrigerador; por
las sonrisas de tres pequeñas niñas
después de dejar atrás el tráfico de las
horas pico, y por una esposa con la cual
reír en la penumbra de la noche; por el
sonido del viento moviéndose a través
de los árboles; por una pizza napolitana, los tomates y el queso mozzarella;
por las cálidas aguas del Pacífico, la
fuerza de las olas enviadas desde las
profundidades del mar; por las puestas
del sol sobre un cañón; por montar en
motocicleta a través del desierto; por
el encanto de la madrugada, cuando el
mundo está todavía en silencio; por el
agua salada de las almejas frescas aderezadas con jugo de limón y rábano silvestre; por la belleza de la forma humana, doblada y arqueada; por el sonido
de una guitarra; por la risa de mi padre,
la voz de mi madre, la compañía de mis
hermanas; por despertarme hoy y por
la esperanza de ver el día de mañana;
por estas y tantas otras cosas ­—por este
mundo, mi hogar.
Doy gracias. l
E N C O N T A C T O . O R G 47

COMPLETOS EN CRISTO: ESTUDIO SOBRE COLOSENSES, VOL. 1
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Descubra las riquezas de la misericordia de Dios mediante el estudio del libro de Colosenses
con el Dr. Stanley, quien reflexiona en la “esperanza de gloria” que tenemos en Cristo. No
hay necesidad de pagar por nuestras debilidades ni de cumplir con una lista de parámetros
para poder agradar a Dios. Por el contrario, Cristo pagó por nuestros pecados, y nos da todo
lo que necesitamos para disfrutar de una vida plena. Por lo tanto, podemos tener paz con Él
y con los demás, y también sentirnos satisfechos en cuanto a nosotros mismos—a pesar de
nuestras deficiencias y limitaciones.

¿Se ha sentido alguna vez como si no estuviera
a la altura de las circunstancias? Aunque las
creencias populares y las religiones falsas
prometen aliviar los problemas de la vida, la
única esperanza se encuentra en una relación con Jesucristo.

– JESUCRISTO

“Te acepto tal
como eres”.

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