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El proceso de formación de la economía internacional
El sistema capitalista
El capitalismo comenzó en Inglaterra luego de un proceso de profundos cambios sociales y económicos,
que conllevaron la modificación de los sistemas de producción y de las relaciones sociales, no sólo en las
ciudades sino también en el campo.
A partir de la Revolución Industrial – iniciada en aquel país después de mediados del Siglo XVIII - el
trabajo asalariado se difundió en los centros urbanos y también en las zonas rurales. Muchos campesinos
desplazados de estas últimas, contribuyeron al crecimiento de las ciudades, donde se estableció la mayoría
de las nuevas fábricas.
El capitalismo fue un nuevo sistema de organización económico-social, que dio origen a una nueva
organización del trabajo – el trabajo fabril – y a un nuevo tipo de trabajador – el obrero industrial.
El capitalismo originó dos clases sociales enfrentadas:
· la burguesía, propietaria de todos los medios necesarios para la producción, como los establecimientos industriales, las maquinarias, la tierra, las herramientas.
· La clase obrera, compuesta por trabajadores sin tierras ni herramientas para producir los bienes necesarios para satisfacer sus necesidades básicas. Para poder subsistir, debieron vender su fuerza de trabajo. En
las fábricas recibían un salario – un pago en dinero – a cambio de ese trabajo.
Durante el siglo XIX fue cada vez más evidente que, mientras una parte de la burguesía acumulaba más
riquezas, la mayoría de los obreros y sus familias vivían en la miseria. La explicación de esta diferencia, se
encuentra en el funcionamiento del capitalismo como forma de organizar la producción de mercaderías y la
apropiación de la riqueza. Los obreros con su trabajo, producían más de lo que necesitaban para su supervivencia, pero los burgueses les pagaban lo menos que podían, lo cual a veces no alcanzaba para subsistir.
Esta diferencia originaba una ganancia cuyo control estaba en manos de los burgueses.
La obtención de ganancias (el lucro) es el motor del capitalismo, ya que una parte de aquellas se utiliza
para mantener la producción en marcha, para luego lograr nuevas ganancias. La parte que no se invierte en la
producción, puede acumularse, reinvertirse y originar nuevas riquezas.
La economía capitalista requiere la existencia de mercados, es decir un sistema de intercambios y de
precios, resultantes del ajuste entre la oferta y la demanda de bienes y servicios. Hay mercados no solamente
para los bienes y servicios producidos, sino también para los factores de producción: la mano de obra, la tierra
y el capital. Estos mercados están interrelacionados.
En la segunda mitad del siglo XIX predominó el capitalismo liberal. Los gobiernos de los países
industrializados hicieron suyas las principales premisas del liberalismo económico y actuaron en consecuencia. Suprimieron los controles y regulaciones sobre la actividad económica. Dentro de cada uno de ellos, las
barreras a la libertad de empresa, al comercio libre y a la iniciativa privada, fueron sistemáticamente levantadas.
Sin embargo, las periódicas crisis los obligaron a intervenir en la economía. Además, las diferencias
relativas en el desarrollo económico entre los países fueron utilizadas por cada uno de los industrializados
como argumento para adoptar medidas proteccionistas y cerrar así sus mercados internos frente a la competencia extranjera.
Como ya se ha señalado, la primera fase de la Revolución Industrial había comenzado en Inglaterra. En
el siglo XIX, sobre todo después de mediados del mismo, se advierte una segunda fase, ya extendida a otros
países europeos, tales como Francia, Bélgica, Alemania, Holanda y un poco más tarde, Italia del norte. En
América del Norte, los EEUU experimentan rápidamente un proceso similar, intensificado a partir de la Guerra
de Secesión (1861-1865). Hacia finales del siglo XIX, también Japón se incorpora al proceso de industrialización..
La unificación del mundo y la división internacional del trabajo
El progreso tecnológico durante el siglo XIX, llevó a un gran desarrollo de los medios de transporte y
comunicación – ferrocarriles, navegación a vapor, telégrafos, teléfonos... – lo que hizo posible un amplio y
rápido crecimiento del comercio mundial.
Este proceso trajo como consecuencia la división internacional del trabajo entre diferentes áreas del
sistema capitalista en expansión: las centrales (industrializadas) y las periféricas (productoras de materias
primas y receptoras de manufacturas e inversiones provenientes de las áreas centrales).
Las áreas centrales, necesitadas de materias primas y alimentos que no existían o que eran insuficientes
en sus propios territorios, debieron buscarlos en regiones hasta entonces marginales, que de esa manera se
incorporaron a la economía mundial. Ejemplos: cobre para la generación y transmisión de electricidad (Chile,
Zambia); caucho para cables, bicicletas y neumáticos de los automóviles (selva amazónica); petróleo como
combustible (Rusia y posteriormente el Cercano Oriente); fibras para la industrial textil: lanas (Australia, Nueva Zelanda, la Patagonia argentina) o algodón (la India, Perú, Egipto).
El aumento de la población y de su capacidad de consumo, abrió un enorme mercado para la exportación
de alimentos tanto de las zonas templadas (cereales y carne de EEUU, Canadá, Australia y el Río de la Plata),
como de las tropicales (café de Brasil; Costa Rica o El Salvador, azúcar cubano, té de Ceilán o bananas
centroamericanas).
Las regiones proveedoras de materias primas y alimentos recibieron inversiones destinadas en primer
lugar a facilitar el acceso de sus productos a los mercados metropolitanos: ferrocarriles, puertos, frigoríficos,
etc. o a las instalaciones de las explotaciones mineras. Al mismo tiempo, se transformaron en consumidoras
de los productos manufacturados de las economías de los países centrales.
Los países industrializados protegieron sus respectivos mercados mediante altos impuestos aduaneros
a la importación. A la vez, exigieron que los países productores de materias primas, no pusieran ninguna traba
al ingreso de las manufacturas y capitales provenientes de las áreas centrales.
En el último cuarto del siglo XIX, las ambiciones de las potencias europeas tomaron impulso y en pocos
años se repartieron la mayor parte del continente africano e importantes zonas del Asia, formando nuevos
imperios coloniales. El dominio político fue posible por la enorme superioridad militar, técnica y económica
de los países centrales.
En cada territorio colonial, la respectiva metrópoli impuso un mercado cautivo. Esto significaba para la
colonia la obligatoriedad de comerciar solamente con su metrópoli, y de recibir solamente las inversiones y
productos de ese origen. Esta situación implicaba una fuerte dependencia, y por consiguiente, la explotación
de la colonia.
La mayoría de los países de América Latina mantuvieron su independencia política, pero estuvieron
sujetos a una fuerte penetración económica de los países centrales, especialmente Inglaterra.
El imperialismo no se limitó a las potencias europeas. Más tardíamente, se hizo muy fuerte la presencia
de los EEUU. Si bien inicialmente realizaron su expansión sobre la base de un territorio1 y un mercado interno
crecientes, hacia fines del siglo XIX intervinieron militarmente en apoyo de sus inversiones en América Central
y el Caribe, ocupando Cuba y Puerto Rico. En el Pacífico, ocuparon Hawaii y se acercaron a las costas
asiáticas. Japón, por su parte, inició su expansión hacia las islas cercanas y la costa oriental del Asia.
Durante el siglo XX, los EEUU – el centro principal del sistema capitalista - han acrecentado, no sin
dificultades, su dominio a nivel mundial.
Las crisis en el sistema capitalista
La economía capitalista no mantiene siempre un estado de equilibrio. Por el contrario, se producen en
ella fluctuaciones llamadas ciclos.
1 El crecimiento territorial de los EEUU se hizo por la ocupación de los territorios indios (la famosa
“conquista del Oeste”) y por la ocupación de parte del territorio que antes pertenecía a México (que perdió casi
la mitad de lo que había recibido al independizarse de España ).
1
El crecimiento territorial de los EEUU se hizo por la ocupación de los territorios indios (la famosa “conquista del Oeste”) y por la ocupación
de parte del territorio que antes pertenecía a México (que perdió casi la mitad de lo que había recibido al independizarse de España ).
Un ciclo económico consta de cuatro fases:
· :En la fase de crisis, se acumulan mercaderías sin vender, se reduce la producción, disminuyen las
ganancias, bajan las cotizaciones de las acciones, se producen quiebras de las empresas y la producción
llega a su punto más bajo.
· En la fase de depresión, se mantienen las dificultades para vender la producción y obtener ganancias.
· En la fase de reactivación, los niveles de producción comienzan a recuperarse, cuando existe un
mayor poder de compra y un alza de la demanda de los artículos de consumo.
· En la fase de auge, la capacidad productiva llega a su punto más elevado y se repiten las condiciones
para que se produzca una nueva crisis y el consecuente inicio de un nuevo ciclo.
Las crisis cíclicas de la economía capitalista se inician cuando se produce un desajuste entre la oferta de
bienes producidos y la capacidad de la demanda para comprarlos.
El desajuste puede deberse a un exceso de producción – sobreproducción – o a una disminución de la
capacidad de compra – subconsumo.
Las transformaciones del sistema capitalista desde finales del siglo XIX
Frente a las crisis periódicas, los estados de los países centrales buscaron diversas respuestas:
- establecer medidas proteccionistas para su producción industrial para evitar la penetración comercial
de productos extranjeros en sus mercados internos;
- iniciar o ampliar una expansión imperial con el fin de obtener nuevos mercados para sus manufacturas
y capitales y nuevas fuentes de materias primas baratas; (por ejemplo, lucha y reparto colonial entre los países
europeos, de gran parte de Asia y África); como ya se ha dicho, en cada territorio colonial, la respectiva
metrópoli impuso un mercado cautivo.
Por su parte, las empresas renovaron la tecnología y reorganizaron los procesos de trabajo, lo que
condujo a la concentración industrial, reforzada por la creación de monopolios y oligopolios.
Se entiende por monopolio, al control exclusivo de la oferta de productos en el mercado, realizado por
una empresa poderosa dedicada a una rama de la producción, la comercialización o la prestación de un
servicio. Por ejemplo: el trust petrolero de la Standard Oil (1882), la General Electric Company (1892); la
United Fruit Company, todas de origen norteamericano...
Cuando el control sobre el mercado lo ejercen unas pocas empresas, se considera que existen oligopolios.
Tanto los monopolios como los oligopolios tienden a eliminar a las empresas competidoras más débiles
y llegar a algún tipo de acuerdo entre las más fuertes. De este modo, pueden fijar los precios de sus productos
en el mercado, establecer la cantidad de bienes a producir y repartirse las regiones del planeta en las que van
a comerciar.
La eliminación de la competencia les permite obtener mayores ganancias.
Las ventajas de la concentración monopólica estimulan a los bancos a invertir parte de su capital en la
actividad industrial. Estas inversiones permiten que las empresas incorporen nuevas tecnologías, amplíen su
capacidad de producción y obtengan mayores ganancias. A la fusión del capital bancario con el capital industrial, se la denomina capital financiero.
Para incrementar el lucro, las empresas más poderosas ofrecen una parte de su capital en las Bolsas de
valores, en forma de acciones que el público puede adquirir. El valor de las acciones – que pueden comprarse
y venderse en la Bolsa - depende del rendimiento económico de la empresa.
Las Bolsas de valores y el capital financiero ocupan un lugar cada vez más importante en la economía
capitalista.
Este proceso de concentración económica, iniciado a fines del siglo XIX, se continúa durante el siglo XX.
Después de finalizada la primera Guerra Mundial (1914-1918), mientras las potencias europeas pasaban
a un segundo plano, los EEUU se transformaron en el centro del sistema capitalista mundial.
El crecimiento desenfrenado de su economía en los años posteriores a la guerra, desembocó en la gran
crisis económica de 1929-30. Esta crisis iniciada en la primera potencia industrial y financiera, tuvo consecuencias en todo el mundo. EEUU dejó de importar a la vez que retiró capitales de otros países. Simultáneamente, se quebró el sistema financiero internacional. El alto grado de integración de la economía mundial,
trasladó la crisis al resto del planeta.
A partir de ese momento se inició un período de contracción económica mundial, que se extendió durante
la década del ‘30, conocido como la Gran Depresión.
En los EEUU, la recuperación económica se inició ya en los años ’30, a través de políticas de intervención activa del Estado en la economía (subsidios a desocupados y agricultores, grandes obras públicas,
creación de fuentes de trabajo, sistemas de jubilación y protección para los pobres y marginados).
Esta recuperación – tanto de la actividad económica como del nivel de empleo – se completó en la
década del ’40 con la organización del complejo militar-industrial: el Estado planificó la economía y orientó
las inversiones hacia la industria pesada (siderurgia) destinada a producir armamentos. La incesante demanda de mano de obra que generó este crecimiento, llevó a la incorporación al mercado de trabajo, de las
mujeres y los negros, hasta entonces excluidos.
Entre 1939 y 1945, las grandes potencias se involucraron en una segunda Guerra Mundial. Al concluir el
conflicto, la economía europea estaba quebrada: el continente que había sido el centro comercial e industrial
del mundo, el polo más dinámico del capitalismo internacional, había perdido su lugar de privilegio.
Cabe destacar que antes de la finalización del conflicto, por iniciativa de los EEUU, se firmaron los
acuerdos de Bretton Woods (1944), que establecieron las nuevas reglas de juego de la economía mundial
capitalista. Fueron creados el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (también conocido como Banco Mundial), ambos con su sede principal en Washington
y en las cercanías de la Casa Blanca.
El mundo después de la segunda guerra mundial
Del mundo arrasado por la guerra, surgieron dos nuevas potencias hegemónicas, que impusieron su
dominio sobre vastas regiones del planeta: Estados Unidos de América y la Unión de las Repúblicas
Socialistas Soviéticas.
Eran los países que contaban con los recursos económicos y militares más importantes. Su población y
sus extensos territorios les proporcionaban la fuerza de trabajo, las materias primas y las fuentes de energía
necesarias para desarrollar sus industrias.
Norteamericanos y soviéticos, los representantes más notables de dos formas distintas de organización
social y económica (capitalismo y comunismo o socialismo soviético, respectivamente) se lanzaron a ampliar
sus áreas de influencia. El resultado de esta política de expansión fue la división de Europa y del mundo en
dos bloques enfrentados: Occidente y Oriente.
Se llamó Guerra Fría al conflicto que se produjo, luego de la segunda Guerra Mundial, entre el bloque de
países capitalistas, liderado por EEUU, y el bloque de países socialistas, bajo el control de la URSS2 . La
particularidad de este conflicto fue que ambas potencias evitaron enfrentarse directamente en el plano militar,
dado el peligro que representaba la disponibilidad de armamento nuclear. Quedaron así contenidas por el
“equilibrio del terror”. La presencia de una ponía límites a la expansión de la otra.
Una de las estrategias de las potencias consistió en atraer a su zona de influencia a otros países, por
medio de alianzas político-militares o relaciones económico - financieras. En algunas ocasiones, esta forma
de expansión provocó conflictos armados localizados, pero sin que las dos grandes potencias lucharan directamente. (Ejemplos: las guerras de Corea y de Vietnam).
2
El Imperio Ruso – con una economía rural atrasada y una industrialización muy limitada – había caído con la Revolución Rusa de
1917. A partir de ella, surgió la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, que – con la dictadura de Stalin - aplicó una política
autoritaria y una planificación rígida que transformó al país. El socialismo soviético fue durante décadas, una alternativa al sistema capitalista. Después de la finalización de la segunda guerra mundial, ocupó militarmente varios países de Europa oriental y central, y compitió
con los EEUU por la hegemonía mundial.
Las transformaciones en el sistema capitalista desde mediados del siglo XX
En las décadas del ’50 y del ’60, el sistema capitalista experimentó un importante crecimiento reflejado
en los siguientes aspectos:
- La utilización de nuevas tecnologías y la disminución del precio de la energía (carbón, petróleo,
gas natural y electricidad) posibilitaron un aumento espectacular de la producción agrícola e industrial, especialmente en los países centrales.
- El modelo de producción ‘fordista’ 3 se difundió en todo el mundo.
- La extensión a nuevos grupos sociales, del consumo de bienes que antes habían sido un lujo, fue
favorecida por mejores salarios y estimulada por las campañas publicitarias: adquisición de heladeras,
lavarropas, teléfonos, televisores, discos, radios a pilas, automóviles, etcétera.
- Los transportes y las comunicaciones se modernizaron, se construyeron carreteras y vías férreas
y se estimuló la producción de energía.
- La política social permitió que la población pudiera gozar de atención médica y educación gratuitas, pensiones a la vejez, subsidios de desempleo y muchos otros beneficios. La disminución de las
horas de trabajo, el aumento de los salarios y las políticas de pleno empleo permitieron una importante mejora en el nivel de vida de la población.
Este conjunto de transformaciones impulsadas desde el Estado, constituyeron el llamado “Estado de
bienestar”, que se difundió en muchos de los países del bloque capitalista y mantuvo su plena vigencia hasta
finales de la década del 60’.
Paralelamente y a partir de la finalización de la segunda Guerra Mundial, se ha profundizado el proceso
de concentración económica y cobran plena vigencia las corporaciones multinacionales.
Algunos de sus rasgos característicos son:
- La existencia de una sede central o matriz radicada en los países desarrollados: EEUU, países
de Europa Occidental, Japón.
La instalación de filiales en gran parte del mundo, decidida desde las matrices, a fin de aprovechar ventajas comparativas, tales como: recursos naturales de fácil acceso, bajo costo de la mano
de obra, menores exigencias en el cuidado del medio ambiente frente al empleo de elementos contaminantes o al destino de los efluentes industriales, menor presión impositiva, mercado de consumo. En los casos de países con situaciones económicas críticas y gobiernos débiles, la presión es
mayor y las ventajas se amplían; en ocasiones, resulta evidente que la corporación multinacional es
más poderosa que el Estado en cuyo territorio ha sido implantada la filial.
El gran desarrollo tecnológico aplicado a la producción y a la publicidad, que les permite
competir exitosamente en calidad, productividad y precios.
La diversificación de las ramas de la actividad, que incluye desde variada gama de bienes
industriales hasta servicios (control de las líneas de comercialización, seguros, créditos, etc)
La disponibilidad de enormes capitales, producto de la fusión entre el capital industrial,
comercial y financiero (bancos).
Entre las actuales empresas multinacionales o transnacionales, podemos mencionar:
Ford, General Motors, Toyota, Mitsubishi, Yamaha, Renault, Fiat, Volkswagen, Boeing, General Electric,
Siemens, ITT, IBM, Microsoft, NBC, Mac Donald, Coca Cola, Pepsi Cola, American Foods, Nestlé,
Wal Mart, Nidera, Cargill, Monsanto, Botnia, Esso, Shell, British Petroleum, Repsol-YPF, Elf, Bayer,
Schering, Pfizer, Citicorp y Citibank, Boston Bank…
El fin de la prosperidad: la crisis del petróleo y sus consecuencias
Hacia fines de los ’60 se advirtió una disminución del ritmo de crecimiento de la economía de los países
más desarrollados de Occidente y se debilitó el “Estado de bienestar”.
La situación se complicó desde 1973. A raíz de un conflicto desatado en Medio Oriente, los miembros
3 El ‘fordismo’ es una forma de organizar la producción y el trabajo, introducida inicialmente por Henry Ford en su empresa automotriz en los años 20’, y luego difundida en otras ramas de la producción. Consiste en la organización de la cadena de montaje, lo que permite
una división precisa de las tareas y una asignación rigurosa de tiempo para cada una. Se logra con esto aumentar notablemente la
productividad y abaratar los costos, con el propósito de incrementar las ventas.
árabes de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) limitaron sus exportaciones. El precio
del barril de petróleo aumentó entonces en más de un 300%, por lo cual se encarecieron sus derivados, como
los plásticos, las naftas, el gasoil, etcétera. Otros productos también aumentaron sus precios debido al incremento en los costos del transporte.
Toda esta situación agravó la crisis que atravesaban los países desarrollados, donde reaparecieron problemas que parecían definitivamente superados, como la pobreza y la desocupación. Pero la crisis no afectó
a todos los países por igual. fue más grave en aquellas áreas periféricas que dependían de las importaciones
de petróleo.
Por su parte, las multinacionales petroleras estadounidenses y europeas, asociadas a grandes bancos
de Occidente y a los productores de los países árabes (Arabia Saudita, Kuwait, Irak, Irán, Yemen, etcétera),
se enriquecieron, acumulando una gran cantidad de dinero (“petrodólares”), que desde mediados de los años
’70, se ofrecieron en préstamo a bajos intereses a otros países..
Los gobiernos de América Latina recurrieron a esos préstamos “baratos” que obtenían en el exterior.
Éste es el punto de partido de la deuda externa de estos países.
Japón superó rápidamente la crisis gracias a su gran desarrollo tecnológico que le permitió ganar nuevos mercados al ofrecer productos muy modernos, de buena calidad y a bajo costo.
En el caso de EEUU la crisis significó algunas restricciones económicas, mientras se producía un debilitamiento temporario de su liderazgo internacional relacionado con el fracaso de la guerra de Vietnam (1975)
y el desprestigio por el apoyo a regímenes dictatoriales en América Latina. Durante el gobierno de Ronald
Reagan (1980-88), la recuperación económica se dio mediante el apoyo del Estado a las grandes corporaciones y la reducción del gasto social.
Entre tanto, en Europa occidental, Francia y Alemania dirigieron la consolidación de la Comunidad
Económica Europea (conocida hoy como la Unión Europea)4 .
En cuanto a la URSS, hacia 1980 se hicieron evidentes los problemas estructurales de la economía y de
la sociedad soviéticas (estancamiento tecnológico, insuficiente producción de bienes de consumo, excesivos
gastos militares, bajo nivel de vida de la población). Esta situación se manifestó a través de movimientos de
protestas que fueron reprimidos por un régimen político autoritario.
A pesar de los intentos reformistas emprendidos por Mikhail Gorbachov desde 1985, la URSS sufrió un
proceso de fragmentación y en 1991, once de las quince repúblicas que la habían integrado, formaron la
Comunidad de Estados Independientes.
Paralelamente, los países de Europa Oriental hasta entonces dependientes de la URSS (como Hungría,
Polonia, Alemania oriental, Checoslovaquia...) recuperaron su autonomía. La destrucción del muro de Berlín
en 1989 es el símbolo de la disolución del bloque socialista soviético y del fin de la Guerra Fría.
Con la caída del bloque soviético, el capitalismo se transforma en el sistema hegemónico, y dentro de
él se afianza el liderazgo de los EEUU.
Como algunos signos de este liderazgo – hoy confrontado de diversas maneras en el mundo – podemos
mencionar:
- la mayor parte de las corporaciones multinacionales y bancos privados internacionales son de
origen estadounidense
- los organismos internacionales de crédito – F.M.I., B.I.D., Banco Mundial – tienen su sede
principal en los EEUU, el socio más poderoso
- el rol político-militar que ejerce dentro de la OTAN es dominante, si bien es resistido por algunos
países europeos
la intervención en América Latina ha continuado con diversas modalidades (desembarcos de tropas
en América Central, intromisiones en asuntos
- internos de los países, base militar en Guantánamo, apoyo a Inglaterra durante la guerra de
Malvinas...)
- los intentos de formar el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) o – en su defecto - de
lograr que países latinoamericanos firmen individualmente tratados de libre comercio con los EEUU.
- las invasiones recientes y la ocupación militar de los territorios de Afganistán e Irak
4
La Comunidad Económica Europea fue creada por el Tratado de Roma (1957). A partir de “la Europa de los seis” (Alemania, Francia,
Italia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo) se fueron incorporando nuevos miembros y profundizando diversos mecanismos de integración.
La globalización hacia finales del Siglo XX
El proceso de globalización, iniciado a mediados de la década del ’70, pone de manifiesto la hegemonía
del sistema capitalista, la que se acentúa desde los ’90, después de la caída del bloque soviético, mientras que
se profundiza aquel proceso.
Abarca un conjunto de cambios estructurales en lo económico-social, lo político y lo cultural, que se
producen a la vez en todo el planeta, aunque con efectos desiguales.
Esta época de notorio predominio del capitalismo, se caracteriza – entre otros - por los siguientes
cambios:
- Se introducen grandes innovaciones tecnológicas (“Tercera Revolución Industrial”) aplicadas a la
producción y a las comunicaciones: microelectrónica, informática, telemática, comunicación satelital,
bioingeniería... Sus consecuencias son contradictorias: por un lado, el aumento del desempleo; por
otro, los avances en las comunicaciones, la medicina, la producción agropecuaria, que no están al
alcance de todos los sectores de la sociedad.
- Aumenta enormemente el poder de las multinacionales, que alcanzan dimensiones planetarias:
controlan la economía mundial e influyen en las decisiones de los estados nacionales; inclusive,
contribuyen al estallido des guerras.
- Se afianza la dominación mundial ejercida por los organismos internacionales de crédito, a la vez
que crece la deuda externa de los países dependientes.
- Los Estados se debilitan, a la vez que se favorece la concentración de capitales en manos de
grandes empresas económicas y financieras, lo que perjudica a las pequeñas y medianas. También
disminuyen los gastos sociales (salud, educación, vivienda, seguridad).
- Crece la exclusión social, es decir la marginación de personas que quedan sin trabajo y sin poder
satisfacer las necesidades básicas. Ello trae como consecuencia la agudización de la polarización
social: sociedades donde el poder económico y el prestigio social se concentran en una minoría
muy reducida, mientras se achican los sectores medios y crecen los sectores sumergidos en la
pobreza, o más aún, en la indigencia.
La globalización, en consecuencia, es una etapa de la evolución del sistema capitalista, en la cual se
acentúan las contradicciones internas al mismo, entre otras:
-
los contrastes y la fragmentación sociales en el interior de cada país
la precarización del trabajo y de la seguridad social
el debilitamiento de los estados nacionales y la formación de bloques económicos regionales
las diferencias entre áreas centrales y periféricas a escala mundial
el sometimiento de los países endeudados al poder financiero internacional
la plena definición de los EEUU como una “república imperial”
la internacionalización de los conflictos y de la violencia
Escuela Normal Superior Nº 32 “General José de San Martín”
Material elaborado por Inés Scarafía y María Leonor Milia para uso de los alumnos
Santa Fe, marzo de 2006
Bibliografía y fuentes de información sugeridas:
Blanco, J.; Fernández Caso, M. V.; Gurevich, R., Geografía Argentina y del Mercosur. Los territorios en
la economía globalizada, Buenos Aires, Aique, 2000.
Korol, Juan Carlos; Tandeter, Enrique, Historia económica de América Latina: problemas y procesos,
El Colegio de México, México, Fondo de Cultura Económica, 2000
Luchilo, Lucas y otros, Historia 3. El mundo contemporáneo (desde comienzos del Siglo XIX hasta
nuestros días), Buenos Aires, Santillana, 1995.
Miranda, Emilio; Colombo, Edgardo, Historia Argentina contemporánea, Buenos Aires, Kapelusz, 1999.
Moglia, Patricia; Sislián, Fabián; Alabart, Mónica, Pensar la Historia Argentina desde una historia de
América Latina, Buenos Aires, Plus Ultra, 1997
Seoane, María, El saqueo de la Argentina, Buenos Aires, Sudamericana, 2003
Sidicaro, Ricardo, Los tres peronismos. Estado y poder económico 1946-55 / 1973-76 / 1989-99, Buenos Aires, Siglo XXI, 2002.
Stiglitz, Joseph, El malestar en la globalización, Madrid, Taurus, 2002.
Medios de comunicación que han sugerido reflexiones y de los que se ha obtenido información:
Diarios:
Clarín (Buenos Aires)
El Litoral (Santa Fe)
La Nación (Buenos Aires)
Página 12 (Buenos Aires)
Radios:
LT10 Radio de la Universidad Nacional del Litoral (Santa Fe)
Radio Mitre (Buenos Aires)
Inés Scarafía
María Leonor Milia
Para el texto de Milia, María L.; Scarafía, Inés, El proceso de formación de la economía internacional.
El sistema capitalista. Material de cátedra para uso de los alumnos de la Escuela Normal Superior N° 32
“General José de San Martín”, Santa Fe, Febrero de 2006.
ACTIVIDAD.
Leé el texto y respondé:
1) ¿Cuáles son las características del sistema capitalista?
2) ¿Por qué se desarrolla el imperialismo a finales del siglo XIX?
3) ¿Cuáles son las principales transformaciones que se producen en la economía capitalista a mediados
del siglo XX?
4) ¿Qué cambios se generan en el capitalismo a finales del siglo XX?
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