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CONCEPTOS DE PSICOLOGIA .
CAPITULO CUARTO.
PARTE 1.
PSICOLOGIA DE LAS EMOCIONES.
INTRODUCCIÓN.
Uno de los aspectos más importantes de la vida mental para la calidad
y el significado de la existencia de las personas son las emociones.
Sin embargo, con frecuencia se había otorgado una primacía y valor a las
cogniciones para un funcionamiento adecuado de la vida mental y social
de las personas. Se consideraba que las emociones tenían sólo un efecto
negativo en el ser humano, por lo que hubo negligencia en su estudio y
comprensión.
Dicha concepción fue difundida por Platón, quien planteó que la
mente humana tenía tres componentes básicos: razón (cognición), deseo
(conación) y emoción. Este legado de Platón implica superioridad de la
cognición sobre la emoción, manifestando que las personas como seres
humanos debían ser guiadas por la razón.
La separación entre componentes mentales y supremacía de la cognición
sobre la emoción se mantuvo implícita o explícitamente a través
de los siglos como un eje para entender el fenómeno mental.
En este contexto, la emergencia de las teorías de la emoción en el
siglo XIX fue titubeante. Las más simples y representativas teorías de la
emoción son las que conciben las emociones sólo como una clase de
sentimientos diferenciados desde la sensación y percepción de la experiencia
emocional.
La teoría de William James y Carl G. Lang postula que las emociones
son sentimientos específicamente causados por condiciones fisiológicas
relacionadas con funciones motoras y autónomas. Es decir, la percepción
de los cambios corporales produce la emoción. La emoción sigue más la
causa de los cambios voluntarios e involuntarios del cuerpo con que es
expresada. Por ejemplo, cuando un individuo percibe algún peligro, la
percepción del conjunto de respuestas del cuerpo y la conciencia de
estas respuestas constituiría la emoción del miedo. Una limitante de esta
teoría es la dificultad para explicar las diferencias entre emociones.
Walter Cannon 1929), respondiendo a esta objeción, argumenta que
hay reacciones viscerales similares en emociones, como miedo e ira,
que no permiten distinguirlas.
En 1962, Schacter y Singer concluyeron que la mayor parte de los
estados emocionales difícilmente pueden relacionarse con una forma
particular de activación fisiológica. Investigaciones posteriores han mostrado
que un limitado número de emociones sí tienen significativas diferencias
en los perfiles de activación fisiológica (LeDoux, 1998).
La· variedad de las emociones que puede activar una situación sugiere
que hay diferentes formas de excitación. M. Arnold (1960) introduce
la noción de activación como un proceso a través del cual el significado
de una situación para un individuo es determinante. La activación emerge
de la atracción o aversión, y la emoción es equivalente a una tendencia
positiva o negativa hacia el objeto.
En la década de 1990, en el marco de la ciencia cognitiva se reconceptualiza
la emoción y se impulsa la investigación intra e interdisciplinar.
Uno de sus enfoques es la psicología evolucionaria, la cual postula
que las emociones tienen una función de sobrevivencia y coordinación
inicial de necesidades básicas (Cosmides y Tooby, 2000). Por tanto, las
emociones son adaptativas (Plutchik, 1980) e involucran altos procesos
cognitivos. Lo anterior permite investigar sobre las diferentes funciones
sociales y psicológicas que las emociones han desarrollado por una selección
natural, moldeada de forma relativamente independiente por la
selección natural (Cosmides , 2000).
Las teorías cognitivas aceptan, además, que la emoción involucra proposiciones
actitudinales. Por tanto, las emociones pueden ser identificadas
por juicios (Neu, 2000; Nussbaum, 2001; Solomon, 1980), mediante
un conjunto de creencias y deseos, cargas de los juicios afectivos y complejas
creencias, deseos y sentimientos (Oakley, 1992). Las emociones
como creencias y deseos pueden existir junto con la ocurrencia de eventos,
así como persistir sólo en la mente. Sin embargo, las creencias disponibles
tienen una fuerte conexión con la ocurrencia de emociones.
De igual modo, estas teorías postulan que las emociones involucran
la capacidad del cerebro para monitorear en el cuerpo las respuestas
pasadas e hipotéticas en el sistema autónomo y voluntario con base en
"marcas somáticas". La asociación entre las características de estados corporales
con experiencias hipotéticas y pasadas, así como de respuestas
pasadas, establecen alguna conexión entre la emoción y el mundo ausente
(Damasio, 2001).
En la vida diaria se usan en muchas ocasiones en forma indiscriminada
términos como emoción, afecto, estados afectivos, estados de ánimo
y sentimientos. Estos usos indiferenciados son favorecidos por las dificultades
para establecer los límites de cada uno de ellos en el quehacer
cotidiano. Sin embargo, en el campo de la psicología cognitiva hay sutiles
y a la vez importantes diferencias entre dichos conceptos que permiten
entender diversos aspectos del comportamiento humano.
Las emociones son eventos discretos; son pasajeras, con una meta
específica, y tienen la habilidad de motivar cierto tipo de conducta derivada
del objeto que ha iniciado la respuesta de esa emoción en particular.
El afecto es una amplia categoría que incluye cualquier representación
de valor (bondad-maldad), preferencias y actitudes (disposiciones
afectivas) y emociones. Los estados de ánimo son la suma de los componentes
de las experiencias subjetivas de las emociones básicas: felicidad,
tristeza, miedo, disgusto, ira y sorpresa, donde el objeto no es sobresaliente
o ha llegado a ser inespecífico. Las dimensiones de discriminación
de los estados de ánimo diarios están correlacionadas con la actividad de
las emociones básicas. Los sentimientos afectivos son claves experienciales
placenteras o displacenteras características de los estados de ánimo
y las emociones.
GRANDES PERSPECTIVAS TEÓRICAS.
Cornelius 0996) propone cuatro grandes perspectivas teóricas acerca
de cómo se define, estudia y explica la emoción: la darwiniana, la jamesiana, la
constructivista social y la de procesos cognitivos.
Perspectiva darwiniana
La idea central en la perspectiva darwiniana está asociada con la tradición
iniciada por Darwin (citado en Cornelius, 2003) del estudio de las
emociones. Se apoya en la teoría de la evolución por selección natural
como bagaje para entender las expresiones emocionales y las emociones
en sí mismas. En este sentido, las expresiones emocionales deben ser
entendidas por su función y su valor para la sobrevivencia de la especie.
Esta perspectiva ha conjuntado un impresionante cuerpo de evidencias
de la universalidad de un pequeño número de expresiones faciales
que se han relacionado con emociones básicas. Cada emoción básica es un rol
específico adaptativo clave y un patrón de respuestas relativamente
automáticas, relacionadas con la sobrevivencia en el curso de la historia
evolucionaría de la especie (Plutchik, 1980). Las demás emociones son
resultado de ellas.
Otras investigaciones transculturales de autores como Ekman y Friesen
(1989) han demostrado que algunas emociones básicas como tristeza, miedo,
ira, sorpresa y disgusto tienen expresiones faciales reconocibles universalmente.
Otras emociones llamadas complejas o secundarias han mostrado
expresiones faciales relacionadas con su cultura.
Perspectiva jamesiana.
William]ames (1984) es el inspirador de esta perspectiva (citado en
Cornelius, 2003). Concibe la emoción provocada por cambios corporales
automáticos seguidos de la percepción de hechos excitantes. Al igual
que en la postura darwiniana, las emociones son adaptaciones al medioambiente
con funciones de sobrevivencia.
Se ha encontrado evidencia de algunas emociones con despliegues
de respuestas autonómicas específicas, como diferencias en tasas cardiacas
y cambios en la temperatura de los dedos asociadas con temor, ira,
disgusto y felicidad (Levenson, 1992). Cambios en la activación autonómica
parecen seguir a expresiones faciales y posturas corporales de la
emoción asociadas con emociones negativas y positivas (Levenson,
1990; Stepper y Strack, 1993).
Perspectiva constructivista social.
Las emociones, como productos culturales que logran su significado
y coherencia a través del aprendizaje de reglas sociales, son la idea central
en esta perspectiva. La cultura proporciona el contenido para las evaluaciones
que generan las emociones y los guiones para la manifestación
de la emoción. Averril (1980) sugiere la regulación de las relaciones
ínterpersonales
como función social de las emociones al establecer los límites
donde un comportamiento es apropiado o inapropiado.
Perspectiva de procesos cognitivos.
Hoy día el estudio de la emoción es la perspectiva predominante. A
ella se han incorporado las posturas darwiniana, jamesiana y constructivista
social. La acepción central es que la cognición y la emoción son
inseparables.
Todas las emociones dependen de un proceso de evaluación por
el que los eventos ambientales son juzgados como positivos o negativos
para el organismo, informando al organismo de las condiciones
específicas del ambiente e induciendo estados que faciliten actuar
ante esas condiciones. Cada emoción está asociada con un patrón
diferente de evaluación que proporciona el enlace entre las características
de la persona, su historia de aprendizaje, personalidad y la situación
en que la persona se encuentra.
Este abordaje ha generado aproximaciones explicativas, como el modelo
de proceso componente de la emoción de Scherer , (1987), que ha
reportado evidencias de consistencia en la evaluación de una secuencia
invariante de estímulos de verificación que extraen información de los
eventos elicitadores de emoción, en particular de los novedosos y placenteros
(Scherer, 1999).
Las cuatro posturas son complementarias. Cada una es un nivel de
análisis. La perspectiva darwiniana se encuentra en el nivel neural; la
jamesiana, en el nivel de subsistemas del sistema nervioso; la de procesos
cognitivos, en el nivel de cogniciones específicas y conducta, y el
constructivista social, en el nivel de relaciones interpersonales.
PROCESAMIENTO COGNITIVO EMOCIONAL DE LA INFORMACIÓN.
El procesamiento cognitivo se refiere a la transformación y categorización
de los estímulos sensoriales, su almacenamiento y recuperación
de la memoria. Contempla un procesamiento de alto nivel conceptual
controlado, como el uso de estrategias de memoria, búsqueda de información,
razonamiento, solución de problemas, formación de expectativas,
metas y planes sobre una situación. El procesamiento emocional
involucra evaluar la significancia de los estímulos para el bienestar del
sujeto. La respuesta emocional es menor dependiendo de las características
objetivas del evento. Está más determinada por la evaluación subjetiva
del significado del evento.
Dado que el cerebro procesa la información en paralelo, los procesos
cognitivo y emocional ocurren simultáneamente más que secuencialmente.
La cognición puede ser alterada por las emociones, y las emociones
pueden priorizar el sistema cognitivo para atender y focalizar lo que
es mejor para el individuo en un estado emocional específico (Palfai y
Salovey, 1993; Melton, 1995; Schwarz, 1990).
La aproximación más destacada que intenta explicar cómo la cognición
y la emoción interactúan en la memoria es la teoría de redes del
afecto (Bower, 1981), que puede complementarse con las propuestas teóricas de
tono cognitivo (Schwarz, 1990) y la capacidad limitada de
recursos cognitivos.
Teoría de redes del afecto.
En 1981 Gerald Brower, apoyado en el modelo de la dispersión de
la activación de Collins y Loftus (1975), propone la teoría de redes del
afecto. Extiende la noción de redes conceptuales en la memoria para
incluir nodos que involucran asociaciones emocionales. En esta teoría, el
procesamiento de la información emocional es clave para recuperar información
almacenada y filtrar la naturaleza de la información entrante
al sistema de memoria. Además, sustenta la existencia de nodos de emociones
básicas activados biológicamente y emociones aprendidas que
pueden disparar un nodo emocional particular (Bower, 1991).
La idea de redes neuronales de trabajo que presenta modelos de memoria
integrados en una aproximación dinámica (Damasio, 1989) contribuyó
a la superación de la separación entre cognición, emoción y
motivación.
La activación de la memoria puede ocurrir por emociones y por conceptos.
Los conceptos pueden ser asociados de manera directa con la emoción
o ser relacionados con la emoción a través de otros conceptos.
Tono cognitivo.
La aproximación teórica de tono cognitivo sugiere un apropiado procesamiento
cognitivo como clave para la presencia de emociones (Schwarz,
1990). Plantea el disparo de las emociones cuando el individuo atiende
ciertas señales del mundo que necesitan respuesta (Frijda, 1988). Las
emociones positivas son claves que informan al individuo que las cosas
están bien, y las emociones negativas sirven como representaciones de
un problema que provocan acciones para intentar corregirlo. Sin importar
si la emoción es posltiva o negativa, impacta en el procesamiento de
la información que hace el individuo.
Capacidad limitada de recursos cognitivos.
Las emociones ocupan cierta capacidad cognitiva, reduciendo la disponibilidad
para otros procesamientos de la información (Pritchard, 2000).
Las emociones pueden, además, producir pensamientos irrelevantes a las
tareas que interfieren con la ejecución de la misma.
Wyer, (2002). debaten que las reacciones emocionales participan
en el procesamiento de la información como respuestas aprendidas,
siendo precondiciones para operaciones cognitivas (Anderson, 1983;
Smith, 1990) que dirigen la conducta en situaciones relevantes. Las emociones
también son fuente de información de actitudes hacia uno mismo
y hacia otros, en situaciones donde el individuo es confrontador por el
resultado conductual de estas situaciones y de lo apropiado de ciertas
estrategias para el logro de objetivos específicos. Por tanto, las .emociones
influyen en juicios, decisiones, clasificaciones y actividades de metas
autodirigidas (Wyer , 2002).
Interacción emoción-cognición.
Las emociones son patrones de respuestas adaptativas a las demandas
del medio ambiente, son organizadores de la conducta. Por consiguiente,
las emociones evalúan la necesidad de movilizar al organismo para enfrentar
una situación. El primer paso de la secuencia emocional es la valoración
cognitiva de la situación (Lazarus, 1991). Es necesario que el sujeto conozca
si su bienestar está implicado en una transacción para mejorar o empeorar.
Las mismas situaciones e iguales cambios fisiológicos pueden tener diferente
categorización emocional dependiendo de la valoración que el sujeto
realice del estímulo y de las variables contextuales en que ocurre el estímulo.
La detección de una situación u objeto por el sujeto implica el uso
de la atención. Luego se interpreta (percepción) recurriendo a información
almacenada en la memoria a largo plazo. La interpretación involucra
la exploración de los conceptos y emociones de los esquemas para
evaluar la situación u objeto y tomar decisiones sobre la consecuencia
positiva o negativa que puede tener para el bienestar del individuo. El
resultado es un tipo de emoción que organiza la conducta del individuo
consciente o inconscientemente para establecer planes para afrontar la
situación y seleccionar estrategias para el logro de las metas.
El empleo y los resultados de las estrategias de afrontamiento son
monitoreados por el sistema supervisor de la memoria a corto plazo y
almacenados en memoria a largo plazo para usos posteriores. De esta
forma, la información y su organización en la memoria a largo plazo son
mantenidas y modificadas continuamente.
En la vida diaria una persona con frecuencia evalúa consciente o
inconscientemente la información del medio ambiente interno y externo
decidiendo con base en una valoración positiva o negativa. Por tanto,
responde a través de una gran variedad de emociones.
TEORÍAS DE EVALUACIÓN DE ESTÍMULOS ANTECEDENTES DE LA
EMOCIÓN.
En la teoría de procesamiento de la información, la emoción es un
proceso más que un estado. Es puesta como mediadora entre situaciones
y eventos en constante cambio y las respuestas conductuales del individuo
(Scherer, 1982).
La aproximación de evaluación de antecedentes de la emoción asume
que las emociones son adaptativas y emergen en situaciones importantes
para la persona. Los modelos explicativos sostienen que cada emoción
distinta es producto de la evaluación de las circunstancias en una forma
particular (Roseman, 1984; Smith y Lazarus, 1990) e intentan predecir
cómo emociones específicas serán recordadas.
La idea básica es que la elicitación y la diferenciación de una emoción
están determinadas por la evaluación de un evento, situación u
objeto, como basante significativo para deseos, necesidades o metas en
la vida del individuo. Scherer, 1994a, 1999). Además, que los individuos
muestran gran variedad de reacciones emocionales ante eventos similares.
En este sentido, las emociones son reacciones contextualizadas.
Reflejan reacciones a estímulos e implicaciones personales ante una situación
Especifica . De ahí a que ayudan a explicar las metas y necesidades del
Individuo. (Smith, 1998).
La emoción es evocada como resultado de una evaluación cognitiva de
circunstancias personales
Implicadas en el bienestar personal. La emoción , entonces, es activada por
estimulación
Autor relevante en el contexto de un mensaje importante
En el tema que se maneja.
Proporciona retroalimentación (Carver y Scheier, 1990)
para mantener el balance entre el medio interno autorrelevante y el medio
ambiente externo produciendo acciones correctivas (LeDoux, 1989).
El resultado de la evaluación moldea y organiza el resto de la respuesta
emocional, incluyendo la expresión facial y patrones de actividad
autonómica, la generación de motivos urgentes o tendencias de acción
y un estado subjetivo de sentimiento que comprende experiencias conscientes,
como ira, tristeza y temor (Smith, 1998).
Modelo de proceso componente de la emoción.
Scherer (1984, 1987, 1999, 2001) presenta un modelo de proceso
componente de la emoción (CPM), que es un sistema multicomponente
multinivel y multiaproximación. La emoción es definida como una
cuencia de cambios sincronizados e interrelacionados con cinco componentes
principales que sirven a la persona y a su medio ambiente
social (Scherer, 1987, 1999):
l. El componente cognitivo de la emoción asume la evaluación de
los eventos para la detección de su relevancia y discrepancia en
términos del bienestar del individuo y la activación del potencial
de enfrentamiento.
2. El componente neurofisiológico se hace cargo de la regulación
de los estados internos que preparan al organismo para la acción
y el abastecimiento de energía para la actividad conductual.
3. El componente de motivación es responsable de la preparación,
activación y dirección de motivos específicos y tendencias de
acción.
4. El componente expresivo corresponde a la expresión y comunicación
de la reacción e intención.
5. El componente de sentimiento subjetivo son la focalización, la
reflexión y el monitoreo de los cambios en los estados organísmicos.
En este sentido, la emoción es un constructo psicológico que consta
de una evaluación cognitiva, una activación psicológica, una expresión
motora, tendencias motivacionales y estados subjetivos de sentimientos
(Scherer, 1982, 1984b, 1987, 1999, 2000, 2001) .
La emoción es una respuesta a eventos discretos actuales o imaginados,
pasados o esperados, y ocurre cuando hay un desbalance entre los
subsistemas. Sólo los eventos evaluados como relevantes para necesidades
y metas del individuo pueden elicitar la emoción (Scherer, 1987,
1988). El tipo específico de emoción experimentada depende de los resultados
de la evaluación del evento en términos de su significancia para
la sobrevivencia o bienestar del organismo (Scherer, 1987, 2000, 2001).
El nivel y la complejidad de la evaluación del estímulo se incrementan
con el desarrollo filo y ontogenético. Así, el término verificación implica
el disparo de mecanismos innatos y de procesamiento cortical superior,
conceptual o simbólico (Scherer, 1987, 1999, 2000, 2001).
Las emociones son desarrolladas desde formas reflexivas activadas
por procesos sensoriomotores hasta complejos patrones cognitivo-emocionales,
con participación de procesamiento de la información y niveles
de memoria esquemática y conceptual. Estas memorias son activadas por
estímulos continuos que verifican y procesan la evaluación emocional
producto de diversos estímulos: novedad, agrado intrínseco, relevancia
de planes y metas, potencial de enfrentamiento y normas y autoconceptos
compatibles (Leventhal y Scherer, 1987; Scherer, 1982, 1987, 1997 !.2000, 2001).
Descripción de la verificación de evaluación de estímulos.
1. Verificación de novedad.
Evaluación de cambios en los patrones de estimulación
interna o externa, en particular si un evento novedoso
ha ocurrido o es esperado.
2. Verificación de placer intrínseco.
Evaluación de si un evento es placentero, induciendo
tendencias de aproximación, o no placentero,
induciendo tendencias de evitación con base en características innatas o
asociaciones aprendidas.
3. Verificación de significancia de metas y necesidades.
Evaluación de la relevancia de un evento para las metas
o necesidades del organismo (subverificación de
relevancia) y si se requiere alguna clase de respuesta de
urgencia conductual (subverificación de urgencia).
4. Verificación de enfrentamiento potencial.
Evaluación de la causalidad de los eventos
(subverificación de causalidad) y las habilidades de
enfrentamiento disponibles, en especial del grado de
control sobre el evento o sus consecuencias
(subverificación de control), del poder relativo del
organismo para cambiar o escapar de los resultados a
través de la lucha o huida (subverificación de poder) y
el potencial para ajustar el resultado final vía la
restructuración interna (subverificación de ajuste).
5.verificación de compatibilidad de norma y el yo.
Evaluación de si un evento, en particular una acción,
se conforma de acuerdo con las normas sociales,
convenciones culturales o expectativas de otros
significativos (subverificación de estándares externos), y
si es consistente con las normas internalizadas o
estándar que son parte del concepto del yo o el ideal
del yo (subvericación de estándares internos).
La evaluación de estímulos puede ocurrir en tres niveles.
l. Nivel sensoriomotor. Es el más bajo y ocurre en gran parte en forma
innata. Está constituido por sistemas reflejos especializados en
el procesamiento de patrones específicos a estímulos.
2. Nivel esquemático. Es el nivel intermedio y los criterios de verificación
están compuestos por el esquema. Está basado en la historia
de aprendizaje del individuo y puede ser conceptualizado
en forma de representaciones abstractas de respuestas aprendidas
ante patrones de estímulos específicos. Su activación es automática
y rápida.
3. Nivel conceptual. Es el nivel más alto y es además el almacenamiento
de la memoria proposicional que permite criterios para
una evaluación y procesamiento consciente y reflexivo más que
automático.
Niveles de procesamiento para la verificación de evaluación.
Nivel conceptual:
Novedad.
Expectativas: Recuerdo Conciencia Habilidad de
causa/efecto, probabilidades estimadas.
Placer agrado.
Recuerdo anticipado derivado de evaluaciones positivas o negativas.
Metas necesidades y tendencias.
Conciencia de metas y planes.
Habilidad de enfrentamiento potencial.
Habilidad de solucion de problemas.
Normas y compatibilidad.
Yo ideal,
evaluación
moral.
Nivel esquemático.
Novedad.
Familiaridad : esquemas de igualación.
Placer agrado.
Preferencias y aversiones aprendidas.
Metas necesidades y tendencias.
Necesidades, motivos adquiridos.
Habilidad de enfrentamiento potencial.
Cuerpo de esquemas.
Normas y compatibilidad.
Esquemas social y del yo.
Nivel sensoriomotor.
Novedad.
Estimulación intensa y repentina.
Placer agrado.
Preferencias y aversiones inatas.
Metas necesidades y tendencias.
Necesidades básicas.
Habilidad de enfrentamiento potencial.
Energía disponible.
Normas y compatibilidad.
Adaptación empática.
El modelo ha presentado evidencia de la existencia de procesamientos
automáticos y controlados precedentes a reacciones emocionales en
ambientes de simulación. Destacan las diferencias individuales, debido
a la personalidad o factores patógenos en la evaluación antecedente a la
emoción (Van Reekum y Scherer, 1997) y los "sesgos" de procesamiento
de la información con respecto al despliegue de atención, predominancia
de esquemas, atribución causal, potencial de evaluación de enfrentamiento
y relaciones normativas (Van Reekum y Scherer, 1997).
Evidencias desde la psicobiología muestran bases universales de los
mecanismos de la emoción (Scherer, 1993), e investigaciones transculturales
sugieren un limitado conjunto evolucionario de emociones básicas
universales caracterizado por patrones de respuesta neuromotoras fijas
(Scherer, 1994d).
La príncípaf función evolucionaría de la emoción es la ruptura de
cadenas de estímulo-respuesta (Scherer, 1984a). A través de esta
se generan latencias en los tiempos de reacción para la reevaluación y que el
el organismo pueda tener flexibilidad para elegir entre respuestas alternativas.
(Scherer, 1994b).
El impacto de factores culturales se ha manifestado en la elicitación
De situaciones antecedentes específicas; la evaluación y diferenciación en el
aprendizaje durante el proceso de socialización; las modalidades de
regulación y respuestas de control; las diferencias en conductas subsecuentes
a la emoción, y la diversidad en la representación social de la
emoción (Scherer, 1993, 1994c).
Estos hallazgos se pueden encontrar en investigaciones realizadas
por especialistas en el tema. En un estudio con 112 pasajeros que perdieron
su equipaje en vuelos aéreos se encontraron diferentes niveles de
emoción. El factor más relevante de la evaluación para la emergencia
de la emocion fue la importancia de esta perdida en el contexto de las
metas y planes del momento de la persona (Scherer y Ceschi, 1997).
En otro estudio, a 192 sujetos entrevistados por vía telefónica se les
pidió la evocación de situaciones recientes que les hubieran provocado
fuertes sentimientos emocionales y la descripción de los patrones asociados
con estas reacciones. Los resultados mostraron que la mayoría de situaciones
evocadas fueron negativas. Además, gran parte de los eventos
antecedentes se relacionaron con la familia, amigos y situaciones de trabajo.
Sólo la alegría la ira fueron reportadas como estados relativamente
puros. Las otras emociones estuvieron mezcladas, ocurriendo con mayor
frecuencia ira-tristeza y tristeza-miedo. Los cambios de expresión facial,
síntomas cardiacos y musculares fueron las reaeciones más frecuentes en
todas las emociones (Scherer y annenbaum, 1986).
Estudios transculturales para evaluar las demandas de los participantes
en debates en 37 países de los cinco continentes mediante la aplicación de
cuestionarios mostraron que las emociones mayores (alegría, temor, ira, tristeza,
disgusto, vergüenza y culpa) tienen alto grado de universalidad en los
patrones emocionales y un elevado grado de diferencias en la elicitación,
regulación, representación simbólica y moldeamiento social (Scherer y Wallbott,
1994). Resultados similares se obtuvieron en un estudio con 81 estudiantes
estadounidenses y 193 estudiantes japoneses quienes reportaron sus
experiencias y relaciones con siete emociones (alegría, temor, ira, tristeza,
disgusto, vergüenza y culpa). Se encontró un elevado acuerdo cultural en
procesos antecedentes de evaluación y diferencias en aspectos de reacción
y expresión de la emoción. Los hallazgos sugieren posibles programas innatos
de la emoción en constantes culturales (Matsumoto et al., 1988).
Modelo de autorregulación de la emoción.
Smith et al., 1998) proponen un modelo que plantea la autorregulación
de la emoción mediante las funciones de regulación de la atención
y la motivación complementaria con el modelo de proceso componente
de Scherer (1987, 1999, 2001).
En este modelo la regulación de la atención tiene la función de monitorear
la evaluación de eventos significativos en el medio ambiente y
la autoconciencia de alerta cuando hay riesgo. Por tanto, no sólo depende
de la atención focal. La evaluación de una respuesta emocional necesita
la habilidad para procesar la información sin una atención intensiva.
La regulación de la motivación prepara y dirige la respuesta emocional
del individuo para enfrentar las implicaciones adaptativas del evento elicitador.
La función motivacional elicita procesos informativos. Una mayor información
de señales emocionales en circunstancias elicitadoras moviliza cambios
psicológicos y tendencias de acción apropiadas para el individuo.
Para responder a la pregunta de cómo la evaluación puede regular la
atención en forma no intensiva y al mismo tiempo identificar y codificar
. de manera adecuada el contexto de información específica de las relaciones
de la persona con su medio ambiente, Smith et al. (1998), apoyándose
en la distinción de Leventhal y Scherer (1987), sugieren la existencia
de un procesamiento esquemático y un procesamiento conceptual.
El procesamiento esquemático está basado en la preparación y dispersión
de la activación en la memoria. Es un proceso rápido y automático
con activación de múltiples memorias en paralelo. Ocurre en gran
parte fuera del foco de la conciencia, con un mínimo de recursos de atención.
Por tanto, tiene funciones regulatorias de la atención.
El procesamiento conceptual representa un proceso de razonamiento
más flexible bajo el control voluntario y opera en gran parte de modo serial,
por lo que es más lento que el procesamiento esquemático. Funciona
por accesos verbales a información semántica. La base en información
semántica es una importante característica del procesamiento conceptual
(Smith et al., 1998).
La activación esquemática incrementa la accesibilidad del procesamiento
conceptual. De manera similar, el procesamiento conceptual deja
residuos de activación que contribuyen al procesamiento esquemático
subsiguiente. Cuando se ha experimentado una situación una o dos veces
y se ha trabajado conceptualmente con la significación personal, el significado
es almacenado en las memorias para estas experiencias. La siguiente
vez que se está en situaciones similares, cuando memorias relevantes
son activadas, la evaluación completa almacenada está de inmediato disponible
y dirige hacia una reacción emocional (Smith et al., 1998).
En la regulación de la emoción, el umbral de activación de la información
de evaluación que afecta los procesos emocionales es más bajo
que el nivel disponible del procesamiento conceptual (Smith et al., 1998).
El registro de evaluación detecta y combina evaluaciones significativas
del procesamiento esquemático y conceptual para generar una reacción
emocional. Este registro de evaluación puede ser operado subcorticalmente
en el sistema límbico a través de la amígdala cuando se presentan
elicitadores significativos de temor (Smith et al., 1998).
Una emoción intensa se registra de manera consciente como un estado
de sentimiento subjetivo y proporciona un mecanismo que regula
la atención. Las reacciones iniciadas esquemáticamente por un reconocimiento
consciente pueden llamar a un procesador conceptual que colabore
en un análisis más profundo de la significancia personal de la situación.
De esta manera, es posible transformar la reacción emocional en
una respuesta más flexible y sensitiva al contexto (Smith et al., 1998).
En resumen en la aproximación de la evaluación de antecedentes de la
emoción, ésta es entendida como un proceso consistente de una evaluación
cognitiva, una activación psicológica, una expresión motora, tendencias
motivacionales y estados subjetivos de sentimientos. Asume que las emociones
son adaptativas y emergen por la evaluación de una situación como
altamente significativas para necesidades y metas del individuo.
La evaluación del significado de un evento es moldeada por experiencias
pasadas que han creado esquemas, expectativas y creencias sobre
el evento y por las metas actuales de la persona. El significado atribuido
por la evaluación determina la naturaleza de la respuesta emocional.
Los modelos de evaluación de antecedentes de la emoción se caracterizan
por inclusión de al menos dos modos de procesamiento evaluativo
que pueden interactuar: uno de alto nivel cognitivo, conceptual, reflexivo,
profundo y controlado, y otro de bajo nivel esquemático, automático
o preatentivo que la mayor parte de las veces es inconsciente.
El nivel de procesamiento conceptual o cognitivo está caracterizado
por mecanismos de memoria como los procesos de solución de problemas,
proposicionales y reflexivos que comprenden capacidades para abstraer
y razonar acerca del ambiente que permiten mayor flexibilidad que
la respuesta emocional.
El nivel de procesamiento esquemático o emocional responde en
especial a mecanismos atentivos. Activa automáticamente esquemas que
se han desarrollado a lo largo de la vida del sujeto y emergen sin una
elaboración cognitiva, en particular cuando el estímulo tiene una relevancia
personal. Activa la colocación de recursos atentivos, lo que interfiere
con un procesamiento consciente, profundo y conceptual.
Las emociones pueden activarse de manera automática usando gran
cantidad de recursos atentivos cuando son de alta intensidad, dirigiendo
la conducta y el pensamiento sin un procesamiento cognitivo. Sin embargo,
intensidades medias y bajas de emoción permiten mayor flexibilidad
y control al activarse por un procesamiento esquemático que interactúe
con un procesamiento conceptual (cognitivo) facilitando el manejo de
las emociones para una respuesta más adaptativa a las características y
demandas del contexto en que está inmerso el sujeto.
La diversidad de emociones es explicada por la evaluación que hace
la persona de las circunstancias en una forma particular, y la factibilidad
de combinar el procesamiento esquemático y conceptual permite la generación
de diferentes niveles de intensidad, flexibilidad y sensibilidad
al contexto en la respuesta emocional.
ESTRUCTURA DE LA EMOCIÓN.
Con frecuencia la estructura de la emoción en los modelos cognitivos
ha sido definida por las emociones discretas y sus características de
dimensiones de valencia y activación.
Dimensiones de valencia y activación.
Las teorías dimensionales de la emoción (Bradley et al., 1992; Bradley,
1994; Diener ., 1995; Lang , 1997; Lang y Dhillon, 1995;
Russell y Mehrabian, 1977; Watson y Tellegen, 1985) conceptualizan la
emoción con dos dimensiones básicas: valencia y activación. Estas dimensiones
se constituyen en ejes que representan parámetros motivacionales
primitivos integrados en los centros cerebrales que definen "el
estilo de procesamiento emocional de la información como la tendencia
general de responder positiva o negativamente y la intensidad de aproximación
o evitación a los estímulos por el sujeto" (Lang ., 1997).
"La dimensión de valencia es concebida como un rango continuo de
respuestas emocionales que van de lo positivo a lo negativo" (Ortiz, 1999).
Por tanto, el contenido de la valencia son las emociones que una persona
ha vivenciado en el tiempo. La dimensión de activación es definida
como un espectro de respuestas de excitación a calma que implica la
forma particular de intensidad de la activación emocional de los individuos
al responder y experimentar subjetivamente la emoción en las situaciones
(Larsen, 1991; Larsen y Diener, 1987).
Las dimensiones de activación y valencia son variables independientes
que se combinan para crear un espacio emocional que contiene emociones
discretas (Lang y Dhillon, 1995).
Emociones discretas.
Las emociones discretas son consideradas divisiones subordinadas
definidas en función de los ejes de activación y valencia en el espacio del
circumplejo de la emoción (Lang ., 1997; Russell, 1991; Watson y Tellenger,
1985). De esta manera se conectan las emociones discretas y los
estilos en intensidad y en valencia del procesamiento cognitivo emocional
de la información.
Emociones negativas.
En la depresión.
se activan representaciones de fracaso (Martin y Jones
1995) la persona depresiva dirige su atención hacia estímulos y características
negativas propias (Ingram, 1984; Matthews y Harley, 1996); recuerda
más información negativa que positiva (Blaney, 1986; Matt ., 1992); usa
débiles o incompletas estrategias para organizar y transformar los eventos
que son recordados por lo que los eventos son menos recordados (Weingartner.,
1981); interpreta la información de forma negativa cuando
otras personas no la ven así (Williams ., 1998), y recupera poca información
en situaciones de elaboración de oraciones (Ellis et al., 1985).
Los individuos deprimidos se obsesionan con sus pérdidas, en consecuencia,
sus respuestas se relacionan con valoraciones de pérdida y
focalización de la atención a problemas personales considerándolos muy
negativos (Beck, 1979).
En la ansiedad.
el individuo se preocupa por anticipado de peligros,
implican o respuestas a valoraciones de amenaza (Beck, 1979); muestra
facilitación del recuerdo de información emocional negativa en comparación
con información neutra o positiva (Calvo y García, 2000), y presenta
un grado bastante alto de malestar subjetivo auto informado en situaciones
de estrés (Calvo y Cano, 1997; Walsh et al., 1994). Lo anterior sugiere una
magnificación subjetiva del malestar interno experimentado.
Las emociones de disgusto son un mecanismo de protección para
cuerpo, mente y orden social Izard, 1993). Las situaciones evocadoras
de disgusto para el sujeto están caracterizadas por un rechazo a un objeto
o ideas (Lazarus, 1991). El sentimiento subjetivo es de náuseas y
repulsión, y la tendencia · de acción del sujeto es desviarse de ellos con
acciones que van de la evitacion hasta el rechazo que previenen el contacto con
el agente ofensor . El disgusto
está basado en practicas culturales aprendidas (Lazarus, 1991).
La tristeza.
está asociada con una evaluación de pérdida irrevocable
o separacion física o psicológica, real o imaginaria, y el fracaso para la
obtención de una meta (Lazarus, 1991; Levine, 1995; Scherer, 1984; Smith
y Lazarus, 1993; Stein y'Levine, 1987, 1989), y lleva a la persona al aislamiento,
ansiedad, cansancio y resignación (Lazarus, 1991; Roseman et al.,
1994). De acuerdo con Izard 0993), la función de la tristeza es disminuir
el funcionamiento de los sistemas motor y cognitivo para que el individuo
pueda manejar el estrés y mover la ayuda de otros.
Los sujetos tristes recuerdan más los resultados de las experiencias
(Levine y Burgess, 1997) que la experiencia en sí misma. La tendencia de
acción es la inacción o retirada al interior del individuo para lograr comodidad
o disminuir la pérdida (Frijda, 1986; Lazarus, 1991; Roseman .,
1994).
La tristeza elicita en la persona un estilo de procesamiento de la información
adaptativo y sistemático orientado con detalle para manejar
la situación problemática (Bless ., 1990; Bless et al., 1992; Bohner
et al., 1994; Isen, 1993; Schwarz, 1990, 2003) por los deseos de la persona
de distraerse a sí misma de pensamientos no placenteros (Lassiter .,
1996; Wegener et al., 1995), conduciéndole a un procesamiento cuidadoso
de mensajes emocionales irrelevantes. La tristeza motiva actividad de
solución de problemas forzando a la gente a focalizarse en información
individualizada (Bless et al., 1996) y usan estrategias de procesamiento
heurístico (Bodenhausen et al., 1994) viendo posibles soluciones y/o ayuda
de otros (lzard, 1993).
La ira.
stá asociada con atribuciones de responsabilidad o culpa a
otra persona del fracaso en el logro de una meta (Averill, 1982; Smith y
Lazarus, 1993; Weiner, 1985), con los intentos de remover obstáculos para
el logro de una meta y así disminuir las ofensas contra uno mismo o a
quien uno ama (Levine, 1995, 1996; Smith y Lazarus, 1993; Stein y Levine,
1987, 1989). Las personas con ira recuerdan más las metas (Levine y Burgess,
1997). La mayoría de las causas de ira están en función de la experiencia
personal, condicionamiento cultural y aprendizaje social.
Algunas formas intensas de ira están asociadas con impulsividad y
agresión, donde la atención se focaliza en un deseo de golpear y atacar
lo que obstaculiza la mt:ta (Frijda, 1993; Lazarus, 1991; Roseman .,
1994). Por tanto, la ira puede ser un energizador y organizador de la
conducta personal (Lemerise y Dodge, 1993). La gente crónicamente irritada
se focaliza en la injusta e inaceptable conducta de otros (Beck, 1979)
y recuerda más las debilidades de un mensaje o mensajes negativos (Mitchel,
2001). Una ira moderada puede ser cierta forma de solución de problemas
con consecuencias en general más beneficiosas que dañinas para
la persona (Averril, 1982).
La culpa.
es una forma de autosanción motivada por conductas inapropiadas
y responsabilidad social que emerge de la violación moral,
ética o de un código religioso internalizado. Surge de una autoevaluación
(Lazarus, 1991) en el contexto de relaciones interpersonales y tiene
una función de mejora de dichas relaciones. La tendencia de acción está
asociada con expiar, remediar y reparar el daño que se ha hecho o buscar
castigo por lo que se ha hecho de manera equivocada (Lazarus, 1991;
Roseman., 1994). La culpa crónica puede invalidar psicológicamente
a un individuo y ser contraproductiva (Lazarus, 1991). Los altos niveles
de culpa a están asociados con altos niveles de ira.
El miedo.
está bastante. asociado con respuestas y pensamiento de
evitación de la situación evocadora de aquél (Nabi, 1999).
La felicidad indica un ambiente benigno que permite confiar en rutinas
empleadas con frecuencia. Reduce el procesamiento de la información
conduciendo a la persona a confiar más en claves periféricas que
en un procesamiento superficial de la información (Schwarz ., 1991),
y en información categórica (estereotipos) para sus juicios sociales (Bodenhausen
., 1994).
Las personas felices atienden y tienen más pensamientos sobre las
fortalezas de un mensaje y las recuerdan más, pero cuando el mensaje
es débil lo ignoran (Mitchel, 2001). Sin embargo, la persona feliz tiene
la habilidad para evitar los estereotipos y procesar un mensaje con cuidado
cuando se le solicita explícitamente hacerlo (Schwarz et al., 1991;
Bodenhausen et al., 1994).
Circumplejo de la emoción.
La forma en la que las dimensiones de valencia y activación y las
emociones discretas se combinan para crear la experiencia emocional
ha conducido a la presentación de modelos. El modelo con más aceptación
es el circumplejo de la emoción (Russell, 1980, 1983, 1989), donde
cada emoción es representada por palabras emocionales y el examen de
las emociones en sí mismas.
En el circumplejo de la emoción la ubicación de cada emoción dentro
del espacio del círculo se realiza por categorización de palabras emocionales.
El uso de la categorización de palabras emocionales para determinar
la estructura emocional de las personas se fundamenta en las palabras
como guía para el reconocimiento, razonamiento, participación y
control social de las emociones (Heise y Weir, 1999). Las palabras tienen
significados llamados sentimientos o connotaciones que integran las actitudes
culturales básicas. El conocimiento cultural acerca de las emociones
es usado para recordar, ensayar y modular la emocionalidad verbal
en las interacciones (Heise y Weir, 1999).
El procedimiento de escalamiento multidimensional permite relacionar
las emociones en el espacio del circumplejo de la emoción y detectar
las correlaciones entre ellas. Las emociones del mismo octante están más
correlacionadas entre sí que con las de octantes contiguos. Las emociones
en un ángulo de 90° muestran correlaciones pequeñas, y las de posiciones
opuestas tienen una correlación inversa. La valencia positiva y negativa,
al igual que la activación excitación-calma de la emoción, son variables
independientes en las dimensiones octogonales.
La estructura de la emoción ha recibido un considerable apoyo empírico
en numerosos análisis factoriales (Almagor y Ben-Porah, 1989;
Mayer y Shack, 1989; Russell, 1989; Watson, 1988; Watson y Clark, 1992;
Watson y Tellegen, 1985). Asimismo, las dimensiones de la emoción de
valencia y activación han sido reproducidas y comprobadas (Diener y
Emmons, 1985; Warr . , 1983; Zevon y Tellegen, 1982) en investigaciones
sobre la naturaleza social y cognitiva de la emoción (Sinclair y Mar k,
1995). Estudios transculturales han encontrado evidencias que fortalecen
las dimensiones de valencia y activación (Mauro et al., 1992; Russell, 1980,
1983; Watson et al., 1984).
Estilo emocional.
Las emociones pueden pueden influir en el estilo de procesamiento de la
información (schwarz, 1990) ; schwarz y clore, 1996) a travez de la valencia
positiva y negativa y la activación emocional alta o baja . la percepción de estimulo
es a su vez influida por los nodos emocionales activados. E l estilo emocional es
la tendencia del sujeto a responder positiva o negativamente y en un nivel de
intesidad emocional en las situaciones a que es expuesto.
Estilo emocional positivo.
El estilo emocional positivo se ha asociado
con procesamiento superficial, simplificado, caracterizado por poca
atención al detalle y considerable confianza en estructuras de conocimiento
preexistentes (Schwarz, 2003). En juicios sociales, la emoción positiva
en el sujeto está relacionada con mayor uso de información categórica
(Bless, 1992), denotando más confianza en miembros de las categorías de
la información e inclinación a estereotipos (Bless . , 1996; Bodenhausen,
1993), uso de guiones (Bless et al., 1996a) y en la información inicialmente
presentada (Sinclair y Mark, 1992).
Se han encontrado correlaciones positivas entre estilo emocional
positivo y autoevaluaciones, autoestima positiva, optimismo (Hamid,
1994; Marshall et al. , 1992), participación social (Harding, 198:2) y extraversión
(Marshall et al. , 1992; Hamid y Cheng, 1996). En este estilo, la
persona se orienta hacia el exterior, a la satisfacción con amigos, familia,
disposición a una amplia red social y extraversión.
Estilo emocional negativo.
Los sujetos con un estilo emocional
negativo hacen juicios sociales con un mayor procesamiento de la información
individual (Bless, 1992), más sistemático y mayor facilidad para
discriminar las fortalezas y debilidades de un argumento persuasivo (Bless
., 1990; Sinclair et al., 1994) que individuos con estilo emocional positivo.
También tienden a expresar moderadas formas de expresión emocional como
desacuerdo, desagrado e incomodidad (Ha mid, 1996), a percibir más variables
internas, como el estrés (Warrl. , 1983) y factores
de personalidad (Diener ., 1984), que factores situacionales.
El estilo emocional negativo ha mostrado correlación con escasa participación
social del individuo (Harding, 1982), síntomas físicos y psicológicos
(Watson y Pennebaker, 1989) , medidas autoinformadas de deterioro de
salud, preocupaciones y ansiedad (Harding, 1982), autoevaluaciones negativas,
pesimismo, ansiedad social y neuroticismo (Hamid y Cheng, 1996). En
términos de rasgos de personalidad se caracteriza por la tendencia a experimentar
estados emocionales displacenteros (Wa tson y Clark, 1984).
Estilo en intensidad emocional.
El estilo en intensidad emocional es la tendencia del sujeto a experimentar
y responder en un nivel de activación emocional a las situaciones
que se le presentan. Larsen et al., (1987) sugieren que las diferencias
en intensidad emocional introducen sesgos en el procesamiento de la información
durante la exposición y evaluación de estímulos emocionales.
El mejor indicador de la intensidad de la respuesta emocional es la
importancia que una persona atribuye a eventos de su vida Linton, 1982;
Sonnemans y Frijda, 1994). Este hecho se explica porque la experiencia
de intensas emociones positivas o negativas sirve de contexto de evaluación
para situaciones posteriores e influye en los juicios. Las emociones
intensas son poco comunes en la vida diaria de la mayoría de los adultos.
Éstos sienten emociones en niveles medios de intensidad (Diener e
Iran-Nejad, 1986; Diener et al., 1992). Las mujeres tienen emociones más
intensas que los hombres, pero no experimentan más frecuencia o tono
emocional (Fujita et al., 1991; Diener et al., 1985).
Las historias de vida de personas con alta intensidad emocional con
frecuencia revelan por igual emociones bajas intensas (Zautra, 1991).
Además, personas que experimentan emociones positivas de alta intensidad
también tienen con facilidad emociones negativas de alta intensidad
(Diener et al., 1985; Larsen y Diener, 1987; Schimmack y Diener,
1997; Magnus et al., 1993) y son propensas a expresar ambos tipos de
emociones e intensidades emocionales (Ghom y Clore, 2000).
La intensidad emocional alta está vinculada con un aumento de la percepción
subjetiva y conlleva consecuencias emocionales para la persona
(Diener et al., 1991). Aunque los sujetos son más sociables, asertivos y empáticos,
informan de mayor número de síntomas somáticos y sensibilidad al
dolor (Larsen y Diener, 1987), pudiendo ser diagnosticados con dolores leves,
problemas gástricos, dermatológicos, etc. Lo antes citado no parece
influir en el nivel de bienestar general o felicidad. Estos individuos no informan de
mayor frecuencia sobre sucesos vitales que sujetos caracterizados
por una menor intensidad de las experiencias emocionales . Sin embargo, las
experiencias emocionales intensas tienen un efecto importante en el bienestar
personal a largo plazo (Diener y Lucas, 2000).
Las teorías cognitivas se caracterizan por describir cómo el objeto de
la emoción es evaluado y cómo se combina con la motivación para definir
la naturaleza de la emoción que emergerá. Argumentan que los estímulos
son evaluados de forma automática en términos de la relevancia
personal, y que entre mayor sea la relevancia, mayor atención automática
será capturada por el estímulo.
El estudio de las emociones discretas, del estilo emocional y en intensidad
muestra cómo procesos automáticos relacionan rápida, eficiente
y frecuentemente fuera del foco de la conciencia al nuevo estímulo con la
representación mental almacenada de la situación y generan emociones
específicas. Este tipo de procesamiento espontáneo está caracterizado
por rápidos juicios basados en un procesamiento mínimo del estímulo de
entrada. Es diferente al estudio tradicional del procesamiento de la información
racional caracterizada como emocionalmente neutral, flexible,
integrativa, coherente, controlada y lenta.
Las emociones se experimentan como reacciones automáticas de patrones
de respuestas de aproximación o evitación hacia un objeto (valencia) en
diversos grados de intensidad. El contenido, la valencia y la intensidad de
las emociones afectan la atención, el pensamiento, la memoria y los juicios
que son críticos para la motivación de la conducta posterior (Porgas, 1999a,
1999b). La emoción, al activar automática y selectivamente pensamientos e
ideas relacianados con eventos específicos, influye en la dinámica de como
la información es seleccionada interpretada, procesada recordada por el
individuo y la motivación para actuar. Por tanto, as experiencias emocionales
intervendrán en grado significativo en el contenido de la cognición y
conducta (qué piensa y hace la gente), y en los procesos de pensamiento y
producción conductual (cómo piensa y actúa la gente) (Bower, 1981, 1991;
Porgas, 1995, 1999a, 1999b; Porgas y Piedler, 1996).
El grado de relevancia de la situación para el sujeto contribuye a diferentes
niveles de intensidad en la respuesta emocional, permitiendo la
interacción del procesamiento cognitivo (conceptual) y el procesamiento
automático (emocional).
DIMENSIONES DE LA PERSONALIDAD.
Las emociones producen trazos permanentes en memoria (Christianson,
1992; LeDoux, 1992; Zajonc, 1980) o son materia de los tipos
de distorsión y bases que caracterizan aspectos de los eventos autobiográficos
biográficos de la persona (Markus, 1986; McCloskey et al., 1988; Neisser
y Harsch, 1992).
Las memorias de emociones pasadas se organizan y conforman esquemas
con creencias básicas (Beck, 1976) que desempeñan un rol vital
en la construcción de la identidad personal (Neimeyer y Metzler, 1994).
Pueden activarse de modo inconsciente disparando reacciones sin que
el individuo tenga la habilidad para interpretar lo que él está experimentando
(Van der Kolk, 1996), dando el significado automáticamente con
base en experiencias pasadas (Beck, 1981).
Los sistemas de memoria pueden ser alterados cuando las experiencias
rebasan la capacidad de enfrentamiento del individuo dejando aspectos
no integrados (Matthews y Chu, 1996). Estos aspectos son almacenados
como fragmentos aislados de estados emocionales y experiencias
sensoriales (Van der Kolk, 1997), que operan fueran del reconocimiento
de la conciencia y con relativa independencia uno de otro (Bremer et al.,
1997; Van der Kolk, 1996, 1997) que al activarse después distorsionan o
interfieren con las funciones cognitivas (Dahl, 1995) al permitir que el
individuo ignore o bloquee aspectos importantes de las experiencias y
sus posibilidades (Van der Kolk y Fisler, 1995).
Los individuos no tienen una mente integrada y racional en sí. Tienen
varios sistemas de control que pueden ser potencialmente coordinados e
integrados (Fischer y Ayoub, 1991). La accesibilidad de estas estructuras
y esquemas dirige a la persona a percibir y conducirse en sus relaciones
en formas muy diversas (Baldwin, 1992, 1994).
Los errores en el procesamiento de la información son las distorsiones
cognitivas que contienen pensamientos automáticos derivados de la
confluencia de la valoración de los eventos supuestos personales y evidencia
insuficiente (Beck, 1997). Tienden a producir una visión de túnel
que dirige determinada percepción y valoración de los eventos (Beck,
1981). También posibilitan la activación de fuertes emociones o introducirse
en la conciencia en forma de pensamientos distorsionados, ansiedad,
experiencias somáticas, cambios de estados emocionales, preocupaciones,
obsesiones, hipervigilancia, reacciones de intensidad emocional
inapropiada o paralización y sentimientos de desconexión (Krystal et al.,
1996; Van de"r Kolk y Van der Hart, 1991).
Además, hay factores de personalidad que producen patrones emocionales
coherentes y pueden alimentar las experiencias emocionales de
agrado o desagrado (Magnus et al., 1993). Por tanto, las características
emocionales están bastante asociadas con medidas de personalidad (Mayer
y Shack, 1989).
En general, se aceptan dos dimensiones básicas de la personalidad:
extraversión e introversión, que representan diferencias en vulnerabilidad
y disposición para responder con emociones específicas a idénticos
estímulos emocionales (Rusting y Larsen, 1997; McFatter, 1998). Church
(1994) identificó como factores de orden superior en la personalidad la
emocionalidad positiva y la negativa.
Las características de extraversión/introversión dirigen los tipos de
información que el individuo valora y busca. La extraversión se relaciona
con el componente emocional positivo y variables de apoyo social, como
cantidad de contacto social, disponibilidad de apoyo y satisfacción con
amigos (DeNeve y Cooper, 1998; Diener, 1998). El individuo extravertido
usa claves externas, se involucra con otras personas y es más sociable e
interactivo que el introvertido (Eysenck, 1975; Geen, 1973).
La introversión se relaciona con acontecimientos negativos, como
estresores, molestias cotidianas, eventos vitales negativos, problemas de
salud, ansiedad y depresión (Costa y McRae, 1980; Costa et al., 1981). Los
sujetos introvertidos prefieren contextos de estimulación menos sociales.
El estado emocional positivo y la extraversión están correlacionados
con el incremento en la interpretación y juicio de claves emocionales de
recuerdos positivos. La introversión y las emociones negativas están
correlacionadas
con el incremento de interpretaciones, juicios y recuerdos de
claves emocionales negativas del sujeto (Rusting, 1997).
Las relaciones entre estructura de personalidad y emociones (Watson
y Clark, 1984; Meites et al., 1980) han mostrado que las medidas de introversión
convergen en alto grado con la emocionalidad negativa, lo mismo
ha ocurrido con la extraversión y medidas de emociones positivas
(Watson y Clark, 1991).
CONGRUENCIA EMOCIONAL.
En el procesamiento emocional congruente cuando una emoción es
activada trae a la memoria de trabajo palabras, conceptos, temas e inferencias
que han sido asociadas con esa emoción en el pasado, y dirigen
a la persona a percibir e interpretar el mundo social en forma que confirme
sus estados emocionales. Estas interpretaciones, a su vez, mantienen
el estado emocional de la persona (Bower y Lang, 2003).
El efecto de congruencia emocional provoca que la persona, cuando
está feliz, recuerde la información emocional positiva más que la
negativa. En contraste, cuando la persona se encuentra en estado emocional
negativo recuerda más información negativa. Los estados emocionales
congruentes son reflejados en !¡:¡ tendencia a codificar o recuperar
información de la misma cualidad hedónica del estado emocional
positivo o negativo (Bower, 1981; Bower et al., 1978; Pritchard, 2000).
Una explicación para este fenómeno es que el estado emocional actúa
como clave contextual para la información almacenada en una red neuronal
similar (Bower et al., 1981). La información es más rápida y fácil de recordar
si está muy relacionada con información recientemente recordada o activada.
Otra explicación del efecto de congruencia emocional es la preservación
de la conducta del estado emocional. En esta propuesta para mantener su
estado emocional la persona tiende a focalizarse en información congruente
con dicho estado emocional más que en información que lo altere.
El efecto de congruencia emocional es apoyado por investigaciones
de Siegle (1999), donde en condición de estado emocional positivo las
personas exhiben un incremento en autorreportes asociados con ese tipo
de estado emocional, y los individuos en condiciones de estado emocional
negativo y neutral experimentan un decremento en los autorreportes.
Lo anterior apoya la idea de que la información positiva es
procesada más precisa y eficientemente que la información negativa.
Sujetos inducidos a tristeza o felicidad reportan el recuerdo de mayor
número de eventos autobiográficos relacionando su estado emocional
actual que con el opuesto (Snyder y White, 1982), a diferencia de los sujetos
temporalmente tristes que piensan en menos actividades que ellos
consideran placenteras que las personas felices. Cuando se preguntó a
sujetos felices la cantidad de actividades durante la semana que les habían
producido felicidad y tristeza ellos reportaron más planeación y actividades
placenteras que los tristes. Los individuos tristes planearon más
actividades solitarias, no divertidas (Bower y Lang, 2003).
Las personas crean asociaciones entre palabras placenteras y displacenteras
con base en emociones de felicidad o tristeza (Bower, 1981).
Cuando se pidió a sujetos la primera palabra que llegara a su mente con la
letra inicial "s", las personas felices respondieron sol y primavera (springtime),
y las tristes tempestad (stormy) o nevada (snowy) (Mayer et al.,
1992). Una persona aprende y recuerda más en el mismo estado emocional
que cuando aprende en un estado emocional y recuerda en otro
(Eich y Metcalfe, 1989).
En relación con la salud, la persona triste tiene una historia médica
con más enfermedades, síntomas crónicos, quejas y salud deficiente que
individuos de estado emocional neutro o de felicidad. La tristeza incrementa
el recuerdo de las veces que la persona se siente mal (Salovey y
Bimbaum, 1989).
En el aspecto de logro académico, los hallazgos indican que estudiantes
felices atribuyen su éxito a su habilidad y esfuerzo en el estudio
y explican sus fracasos por la mala suerte. Los estudiantes tristes atribuyen
su éxito a la facilidad de la prueba o un golpe de suerte, y cuando
fracasan se culpan a sí mismos del fracaso y los pocos esfuerzos realizados
(Bower y Lang, 2003).
Para Forgas (1998a), los estados emocionales positivo y negativo tienen
un significativo efecto de congruencia con los pensamientos, planes
y expectativas de las personas. Sujetos con estado emocional negativo
evalúan más negativamente peticiones poco corteses de otro que los individuos
felices. Las personas felices planean y usan de forma adecuada
más estrategias de cooperación y negociación que los individuos tristes
(Forgas, 1998b).
En 1987, Forgas y Bower, en un estudio con sujetos inducidos a felicidad
o tristeza antes de leer descripciones favorables y desfavorables
de un extraño, encontraron que los sujetos tristes invirtieron más tiempo
para leer la información que los felices. Los sujetos en estado emocional
positivo detectaron y recordaron las características positivas, mientras que
los individuos tristes recordaron aspectos negativos del extraño.
Personas en estado emocional positivo juzgan a otra más positivamente
que individuos con estado emocional negativo, como la tristeza
(Bodenhausen et al. , 1994; Lambert et al. , 1997). Este fenómeno ha sido
explicado por el efecto de congruencia emocional (Bower, 1981), donde
el recuerdo de la información en personas con emociones positivas o
negativas facilita los juicios de información de cada tipo de emoción.
Otra explicación deriva de las emociones como información (Schwarz y
Clore, 1983), que concibe las respuestas emocionales como resultado de
lo que está pensando el sujeto en ese momento. La persona puede juzgar
una tarea preguntándose a sí misma: ¿cómo me siento ante la tarea?
En este sentido, las respuestas se deben considerar producto de las emociones
presentes, no de emociones preexistentes. Es decir, se hacen juicios
congruentes con la emoción actual (Schwarz, 2003).
El estado emocional prevaleciente facilita y hace más disponibles las
características de un tópico, persona, grupo u objeto que está de acuerdo
con dicho estado (Bower y Lang, 2003). La perseverancia en estado
emocional implica la preferencia de las personas a afiliarse y aprender más
de sujetos que comparten su estado emocional actual. La persona temporalmente
triste y depresiva busca más información relacionada con la
tristeza e individuos desafortunados que la persona feliz (Gibson, 1986;
Wenzlaff y Prohaska, 1989).
La persona es afectada por las memorias y esquemas de emociones
pasadas y por el estado emocional actual. La congruencia emocional es
una prueba de la influencia del estado emocional presente en la manera
de responder y procesar la información a la situación que es expuesto el
sujeto. Las diferencias en las formas de responder provocadas por el estilo
emocional se mantienen cuando el estado emocional de la persona es
inducido de modo transitorio.
La interacción procesamiento conceptual (cognitivo) y automático (emocional),
así como los estudios de congruencia emocional donde se induce a
los sujetos a estados emocionales temporales son elementos que apoyan la
posibilidad del manejo de las emociones por la propia persona u otro.
EFECTOS DE LAS EMOCIONES.
Isen (2001) demostró que emociones positivas en la persona mejoran la
solución de problemas y la toma de decisiones, conduciendo a procesamiento
cognitivo flexible, innovador y eficiente. Hallazgos de Mittal y Ross
0998) mostraron que personas con emociones positivas tienden a ver más
oportunidades en los problemas y tomar riesgos menores. Mano 0990) encontró
que la persona feliz invierte más tiempo en la deliberación y emplea
una toma de decisiones más relacionada con la información. Elliot .,
0995) reportaron que las actitudes positivas desvían las emociones negativas
en la solución de problemas e influyen en el manejo de emociones positivas.
Barsade 0999) encontró que la dispersión de emociones positivas en
el grupo mejora la cooperación grupal y reduce el conflicto.
Leith y Baumeister 0996) sugirieron que las personas con emociones
negativas toman riesgos por dificultades en la autorregulación. Nussbaum
et al. (2002) sugieren que la ansiedad y la extraversión influyen en
la calidad del discurso en línea y pueden ser disminuidas por ayudas que
aportan todos los estudiantes. Los estudiantes aversivos tienen pensamientos
negativos, no pueden concentrarse por largo tiempo y tienen más
dificultad para investigar su potencial que otros (Ediger, 1997).
Forgas y George (2001) reportaron la influencia de la emoción en la
motivación en el trabajo, creatividad y ejecución, juicios interpersonales y
comunicación, juicios de evaluación de la ejecución, flexibilidad, conductas
de trato y negociación en el empleo. Pool 0997) arguye que el bienestar
emocional es un pronosticador de éxito académico y en el trabajo.
Cuando la atención del sujeto se dirige hacia sí mismo, éste llega a
ser consciente de los estados emocionales propios, siendo esto suficiente
para reducir los sentimientos negativos y mejorar los juicios (Berkowitz
et al., 2000). El uso de estrategias de enfrentamiento positivo lleva a
estados emocionales más positivos y mejor toma de decisiones, mientras
que el uso de estrategias de enfrentamiento negativo conduce a estados
emocionales negativos y fracaso en la toma de decisiones (Ben-Zur, 1999).
Pham et al. (2001) encontraron que el monitoreo consciente de los sentimientos
es el mejor pronosticador del numero y valencia de los pensamientos
del individuo y lleva a juicios potencialmente más rápidos, estables
y consistentes.
Con frecuencia se ha considerado a las emociones como reacciones
primitivas, irracionales, fuera del control de la persona y separadas de
procesos cognitivos superiores y lógicos. La bibliografía de la psicología
cognitiva demuestra la existencia de diferentes grados de reacciones emocionales
que van desde respuestas filo genéticas que se disparan de modo
automático fuera del foco de la conciencia, hasta respuestas emocionales
aprendidas que el sujeto puede manejar.
Esta transformación en la concepción de la emoción posibilitó el surgimiento
y el desarrollo de la teoría de inteligencia emocional. Los hallazgos
en investigaciones de inteligencia emocional tienen concordancia con
datos encontrados en estudios de emociones discretas, estilos emocionales,
variables de personalidad de extraversión e introversión y con la
congruencia emocional.
De todo lo anterior podemos resumir retomando las siguientes ideas.
El procesamiento cognitivo se refiere a la detección, codificación de los
estímulos sensoriales, almacenamiento y recuperación de la memoria. Demanda
un procesamiento de alto nivel, conceptual, controlado y el uso de
estrategias de memoria como búsqueda de información, razonamiento,
solución de problemas, manejo de expectativas, metas y planes sobre una
situación.
El procesamiento emocional involucra evaluar el significado de los
estímulos para el bienestar del sujeto. Está más determinada por la evaluación
subjetiva del significado del evento. La respuesta emocional es
menor dependiendo de las características objetivas del evento. La cognición
puede elicitar la emoción, y ésta puede influir en aquélla. Se considera
que ocurre un procesamiento cognitivo emocional para la activación
de las emociones.
La detección de una situación u objeto por el sujeto implica el uso de
la atención. Enseguida se interpreta (percepción) recurriendo a información
de la memoria sensorial y almacenada en la memoria a largo plazo.
La interpretación involucra la exploración de los conceptos y emociones
de los esquemas para evaluar la situación u objeto y tomar decisiones
sobre la consecuencia positiva o negativa que dicha situación pueda tener
para el bienestar del individuo. El resultado es un tipo de emoción que
organiza la conducta del individuo consciente o inconscientemente al establecer
planes para afrontar la situación y seleccionar estrategias para el
logro de las metas. El empleo y los resultados de las estrategias de afrontamiento
son monitoreados por el sistema supervisor de la memoria a
corto plazo y almacenados en la memoria a largo plazo para usos posteriores.
De esta forma, la información y su organización en la memoria a
largo plazo son mantenidas y modificadas continuamente.
En la psicología cognitiva las emociones son eventos discretos, son
pasajeras, poseen una meta específica y tienen la habilidad de motivar
cierto tipo de conducta derivada del objeto que ha iniciado la respuesta
de una emoción particular. La experiencia subjetiva de las emociones
centra la atención. El afecto es una amplia categoría que incluye cualquier
representación de valor (bondad-maldad), preferencias y actitudes (disposiciones
afectivas) y emociones. Los estados de ánimo son la suma de
los componentes de las experiencias subjetivas de las emociones básicas,
sin objetos o que el objeto no es sobresaliente o ha llegado a ser inespecífico.
Las dimensiones de discriminación de los estados de ánimo diarios
están correlacionadas con las actividades de las emociones básicas. Los
sentimientos afectivos son claves experienciales placenteras o displacenteras
características de los estados de ánimo y emociones.
Por último, la acepción central es la idea de la cognición y emoción
como inseparables. Todas las emociones dependen de la evaluación,
proceso por el cual los eventos ambientales son juzgados como positivos
o negativos para el organismo. Cada emoción está asociada con un
patrón diferente de evaluación. Estos patrones proporcionan el enlace
entre las características de la persona, su historia de aprendizaje, personalidad
y la situación en que se encuentra. Los procesos de evaluación
informan al organismo de las condiciones específicas del ambiente e
inducen estados que facilitan actuar ante esas condiciones.
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