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2º LAS
FORTIFICACIONES,
MURALLAS Y CASTILLO

San Sebastián siempre fue considerada como plaza de guerra, jugando por este motivo un importante papel
en la historia del país. Don Sancho el Fuerte hizo construir una fortaleza en el siglo XII, en la cima del monte Urgull, conocida desde
entonces como Castillo de la Mota. Los reyes Alfonso VIII y IX, Fernando IV, Enrique II y III, Juan I y II, y sobre todo los Reyes
Católicos, cuidaron de su conservación, y fueron, poco a poco, mejorando y aumentando sus defensas y fortificaciones.

LAS MURALLAS DE LA CIUDAD

Las murallas de una ciudad evolucionan, generalmente con algo de retraso, en función de los avances que
se producen en las técnica y potencias artilleras. Las murallas altas e impresionantes ya no tienen utilidad. Con un buen fuego artillero,
son fácilmente abiertas en brecha.
En estos planos de los años 1546, el primero, y 1552 el segundo, se puede apreciar un doble cinturon de
murallas. El más interior de ambos es el que correspondería a la muralla medieval, que se extiende aprovechando las fachadas de casas,
como la casa torre del Preboste, la casa de Laborde, la de Gracia, etc.
El origen de estas murallas habría que buscarlo en la época de Don Sancho el Fuerte de Navarra, es decir,
en la época en que Guipúzcoa se encontraba unida aún al vecino Reino de Navarra, aproximadamente entre los años 1194 y 1200, año en
que Guipúzcoa se unió a Castilla. En los documentos que reflejan este acontecimientose describe a la ciudad como una fortaleza. Es casi
seguro que el rey navarro no pudo fortificar convenientemente la ciudad en tan solo seis años, por lo que la ampliación y refuerzo del
sistema defensivo se realizó bajo la corona castellana. Seguramente Alfonso VIII con su plan de fortificaciones realizadas en el norte de
la península tubo un papel importante en esta materia.. A él se deben las obras iniciales de defensa de Fuenterrabia (Actual Hodarribia),
Motrico y Guetaria.
Vamos a realizar un pequeño recorrido alrededor de estas murallas, para hacernos una sencilla idea de
como serían más o menos. Empezaremos el paseo en la Casa Torre llamada del Campanario, ya que en su parte más alta tenía uno. Al
parecer esta construcción dataría del siglo XIII, lamentablemente fue demolida el año 1817. Desde allí, siguiendo aproximadamente la
trayectoria de la actual calle Campanario, se extendía una muralla que llegaría hasta casi el actual Ayuntamiento de la ciudad, más
exactamente hasta el palacio Beloqui o antiguo Gobierno Militar, en cuyo punto doblaría la esquina para enfilar hacia la Zurriola. En Esta
esquina se levantaba una torre o torreón, conocido con el nombre de Torre del Ingente. Entre este y la Casa Torre del Campanario, el
lienzo de la muralla se veía reforzado en su parte media por otra torre defensiva, que seguramente protegiese una puerta al muelle.
Pero volvamos a la Torre del Ingente. Desde este punto se extendía la muralla por lo que ahora es la calle
Embeltrán, junto a sus números impares, hasta la calle Narrica. En este trayecto tenía tres puertas, siendo la más famosa la de Narrica,
defendida por la Casa Torre del Preboste o de los Engómez. Desde aquí, pasando por la actual plaza de Sarriegui, llegaría hasta la calle
San Juan, donde había otra entrada llamada del Postigo o Puerta de San Nicolás. Luego, iría de manera paralela a la calle San Juan, hasta
el desaparecido baluartillo de San Telmo.
El circulo se cerraba en la ladera del monte, con otro muro que uniría este extremo de la ciudad con la
Torre del Campanario, desde la que hemos empezado este paseo.
Este muro defensivo primitivo tendría escasamente dos metros de grosor. Las torres le otorgaban su
principal potencial defensivo, capaces de defenderse de un ataque de infantería, gracias a las saeteras y almenas que se abrían a lo largo de
su recorrido.
Estas murallas eran muy débiles, a la vez que encerraban la vida de los vecinos en un reducidísimo espacio
cerrado. En época de los Reyes Católicos se trató este problema, siendo confirmadas todas las sospechas sobre la inutilidad de las mismas
en el ataque que los franceses realizaron a la ciudad en 1476. Ese año el Señor de Labrit, con un ejército de 40.000 hombres, al servicio
de Francia, quiso apoderarse de la provincia de Guipúzcoa. La ciudad fue salvada gracias a la valentía de sus defensores y a la escasa
artillería con que contaban las tropas invasoras. Estas disponían de las famosas "lombardas", con las que amenazaron seriamente la
integridad de los muros. De no haber sido por la actitud beligerante de los donostiarras, la ciudad hubiera caído. Como consecuencia de
este episodio, se reforzaron las viejas murallas y se añadieron a su línea algunas casas torre fortificadas cuyos nombres ya he citado en el
párrafo anterior.

Un nuevo ataque sufrido el año 1512 a cargo del Duque de Angulema, futuro rey de Francia, hizo que se
pusieran en práctica todas las reformas proyectadas por los ingenieros de los Reyes Católicos de manera urgente. Nace el cinturon
defensivo exterior que podemos ver en los planos anteriores, y que nos interesa por ser parte
integrante de las obras defensivas que jugaron un importante papel en los acontecimentos de
1813.
Al entrar en el S.XVI, en época del Emperador Carlos I, se
construye el principal frente de la ciudad, conocido como "Frente de Tierra", defendido por la
llamada Muralla Real, de 288 metros de longitud, gran altura y nada menos que 32 pies de
grosor (aproximadamente 16 metros). Su altura rondaba los 12 metros, y estaba rodeada de
profundos fosos casi imposibles de atravesar. En sus dos esquinas estaba reforzado por el
baluarte de Santiago o del Gobernador al Este, y el de San Felipe al Oeste. En el centro de esta
cortina se erguía un "caballero", fortificación de gran potencia y tamaño, conocido como "Cubo
Imperial", en honor a su constructor. Este "caballero" tenía en su costado más próximo al
baluarte de San Felipe la puerta de tierra, que comunicaba la ciudad con las dos carreteras que
de ella partían, la de Hernani, que atravesaba el barrio de San Martín, y la que se alejaba hacia la
frontera de Francia, pasando por el núcleo urbano extramural de Santa Catalina, con su puente,
para desaparecer tras recorrer los arenales del Chofre.

Puerta de Tierra con el Cubo Imperial a su lado. Todo el

conjunto desapareció en el derribo de las murallas durante los
años 1863 - 64.
Fotografía de 1862 en la que se ve el tramo del Frente de Tierra entre el
Cubo Imperial y el Baluarte de San Felipe. Las casas, adosadas a la muralla
sobrevivieron al incendio. Fotografía perteneciente al álbum de F. López Alén.

Este "Frente de Tierra" era una obra
imponente para su época. La muralla que cerraba la ciudad al resto
del istmo, de 60 pies de espesor y 50 de altura, doblaba lo
acostumbrado en esos tiempos, tal y como se puede leer en el
informe redactado por el prior de Barleta, en el primer tercio del s.
XVI.
A lo largo de los años se irán
añadiendo nuevas fortificaciones. Para una mejor visión del
conjunto, veamos el siguiente plano.

1.- Cortina Principal.
2.- Cubo Imperial.
3.- Baluarte de Santiago.
4 .- Baluarte de San Felipe.
5 .- Muralla de la Zurriola.
6 .- Cubo de Amézqueta.
7 .- Cubo de Hornos
8.- Hornabeque de San Carlos.
9.- Revellín de San Nicolás.
10.- Camino Cubierto.
11.- Glacis.
12.- Muralla del Puerto.
13.- Puerta de Mar.

Plano de Juan Bernardo de Frosne
20 de Abril de 1744
(Serv. Geogr. del Ejército)

Cubo Imperial o "Caballero".

Planos del Cubo Imperial.
Planta Baja
1ª Piso
Plataforma
(Serv. Geogr. Ejército)

La principal obra defensiva de este momento la
constituye el ya mencionado Cubo Imperial o Caballero. Se trataba de un baluarte
en punta de diamante, denominación con que era conocida ese tipo de
construcción, no simétrico respecto a su eje. Tenía flancos retranqueados,
perpendiculares a la cortina, protegidos por orejones rectos. Su espesor llegaba a
los 44 pies en los muros, y contaba con flancos "traveses" de 36. Tenía dos pisos
acasamatados y salas dotadas de cañoneras.

En el alzado superior, de cómo se verían las defensas del Frente de Tierra desde la bahía de La Concha En
él se puede apreciar como destacaba en altura sobre el resto de fortificaciones, en un perfil levantado por Phelipe Cramer el 22 de
Noviembre de 1753. (Serv. Geogr. del Ejército).
Fotografía de la parte superior del Cubo Imperial.
Año 1862. (F. López Alén).

Su papel en la defensa de la ciudad fue
muy importante. Desde esta posición se logró hacer mucho daño a las
tropas aliadas gracias a los cañones franceses y a la valiente actuación
de sus dotaciones.
Desapareció, entre 1863 y 1864, con el derribo de
todo el sistema defensivo, aprobado por la
corporación municipal, para facilitar el desarrollo de
la ciudad.

Medio Baluarte de San Felipe.
Protegía el flanco occidental, el más
cercano al puerto de la ciudad. Era conocido también como Nuevo
o de Zamora. Construido a principios del siglo XVII, en la esquina
que ocupaba anteriormente el Cubo del Ingente.
Era de mayor tamaño que el de
Santiago, sito en la esquina contraria, con 59 m. de longitud en su
cara principal, 58 m. de ala y 18 en el lienzo perpendicular, este
última carente de troneras.
En su trasera, adosado a la cortina
principal existía un cuartel con capacidad para una compañía, a
través del cual se accedía a su interior por medio de una poterna. En
su interior existían jardines y alguna huerta al servicio de los mandos
militares de la plaza.
A lo largo del siglo
experimentó notables obras de mejora, como el añadido de nuevas troneras y la construcción de bóvedas a prueba de bomba.

XVIII

Su actuación en el asedio de 1813 fue totalmente secundaria, por encontrarse alejado del frente de ataque
principal.

Plano de las Fortificaciones del Frente de Tierra,
realizado por Phelipe Cramer el 22 de Noviembre
de 1753. (Serv. Geogr. del Ejército).

Medio Baluarte del Gobernador
o de Santiago.
Esta fortificación del siglo XVII,
reforzaba el ángulo oriental de la gran cortina, justo en su unión
con el lienzo del frente de la Zurriola. Tenía 18 m. de flancos y 30
m. de cara, pero no sobresalía lo suficiente como para poder
flanquear este frente con sus troneras.
Se accedía a su interior desde la
ciudad gracias a una comunicación abierta a través de una de sus
antiguas casamatas. Actualmente es visible desde el interior del
parking del Boulevard.

Plano del Semi Baluarte de Santiago y de la
cortina con los cubos de Hornos y Amézqueta.
Isidro Próspero de Verbom, 1725.
(Serv. Geogr. del Ejército)

Esta fortificación desempeñó un
papel prioritario en los acontecimientos que narraremos en esta
obra. Incluso fue batida por la artillería aliada, hasta que sus muros
se desplomaron formando una nueva brecha en las ya destruidas
defensas de todo este sector.

Plano del Semi Baluarte de Santiago o del
Gobernador realizado por Luis Langot en 1728
(Serv. Geogr. del Ejército)

Los franceses se refieren a él como de San Juan (Saint Jean).

Hornabeque de San Carlos
Realizado entre los años 1637 y
1639, se trataba de una fortificación de las calificadas como
de alas de milano, con sus muros convergiendo hacia la
ciudad. Se extendía por delante de la Cortina Principal del
Frente de TierraSu cortina principal media 111 m. de
longitud con dos flancos de 23 m. cada uno, caras de 45 m. y
alas de 120 m. y 85 m.
A su alrededor tenía un foso de
aproximadamente 30 m. de anchura. Delante, separado por
este foso, se encontraba el revellín, con dos caras de 37 m de
longitud, flanqueadas por las caras principales del
hornabeque. Esta fortificación, la más adelantada, estaba
completamente rodeado por un foso con su contraescarpa.
Plano de Luis Langot, 1728.
(Serv. Geogr. del Ejército)

Encima de esta contraescarpa
discurría un camino cubierto, y delante de él el glacis que
protegía todas las fortificaciones.

Hay documentos de la época en que los que se detalla que fueron, en varias ocasiones, los habitantes de la
ciudad los encargados de trabajar de manera "voluntaria" en la ejecución de esos fosos y en el levantamientos de los glacis.
Todas estas fortificaciones desempeñaron un papel importantísimo en el asedio de 1813, sobre todo el
flanco oriental del hornabeque de San Carlos, desde el cual se abrió constantemente fuego contra los flancos de las columnas atacantes,
que tuvieron que pasar por delante en los dos ataques sufridos por la ciudad.
Muralla de la Zurriola.
Era la posición más expuesta a cualquier
ataque, como ya se demostró en el anterior asedio sufrido por la ciudad en
1719. En sus muros se abrieron las brechas por la artillería del Duque de
Berwick. A pesar de esta lección y de los diversos proyectos ideados para
reforzar este peligroso sector, ninguno vio la luz. Cuando las tropas del
General Graham sitiaron la ciudad, su aspecto era exactamente igual al que
encontró Berwick cien años antes.
Plano de Isidro Próspero Verbom, 1725.
En el mismo se aprecian los perfiles del muro del frente
de la Zurriola.
Serv. Geogr. del Ejército)

Arrancaba desde la Cortina Principal del Frente de Tierra, justo desde la trasera del semi bastión de
Santiago., extendiéndose por el flanco de la ciudad hasta el baluartillo de San Telmo, ya en la falda del monte Urgull.
La primera de las fortificaciones que lo reforzaban, y la más próxima al baluarte de Santiago es el Cubo de
Hornos, también llamado de Torrano o de Santa Catalina. Luego estaba el de Amézqueta, antiguamente llamado de Don Beltrán, de
mayor tamaño y poder que el anterior. este muro de unos 190 m. de longitud, terminaba en el baluartillo de San Telmo, como ya hemos
indicado, desde el cual de flanqueaba todo la muralla del frente de la Zurriola.
En total este frente discurría a lo largo de 264 metros, con una altura de 10 y un espesor máximo de 3
metros. Estaba construido en base a un sencillo muro de mampostería. En lo alto discurría el camino de ronda, flanqueado a ambos
lados por un pretil. En su parte interior tenía adosadas las fachadas posteriores de las casas que daban a la desaparecida calle de la
Zurriola, y alguna pequeña huerta.
Detalle del plano levantado por el Cuerpo de
Ingenieros Militares en 1735.
(Serv. Geogr. del Ejército).

La Zurriola en 1860.
Al fondo se ve el baluartillo de San Telmo, desde el que se hizo mucho
daño a la cabeza de las columnas atacantes.

Se conoce a toda la zona cercana al Cubo
de Hornos y al de Amézqueta como "La Brecha". Los aliados eligieron
este lugar en 1813 para violar las defensas de la plaza, pero la
denominación venía de antes, justo desde el asedio de 1719.

Frente del Mar
La muralla que se extendía desde la Cortina del Frente de Tierra.
Arrancaba desde su baluarte más occidental, el del San Felipe, extendiéndose hasta la falda de la
montaña era conocida como frente del Mar. Cerraba la ciudad por el lado de su puerto, a lo largo de 270
metros.
Era una fortificación de escasa funcionalidad, débil militarmente hablando,
pero resguardada de un ataque exterior. Su principal fortificación la constituía la Puerta del Mar, que se
extendía desde la línea de la muralla hacia el puerto, cortando el acceso al mismo desde el istmo. En su
parte superior tenía un pequeño edificio o cuartelillo.
Su papel en el asedio no fue relevante. Actualmente es la única parte que
se conserva intacta en su totalidad, a excepción de la altura que fue rebajada a finales del siglo XIX.
A la izquierda detalle del plano de Juan
Bernardo de Frosne de 1744.
A la derecha las dos puertas que cerraban
la "Puerta del Mar". Detalle del plano del
Cuerpo de Ingenieros de 1735.
(Serv. Geogr. del Ejército).

Fotografía de la Puerta de Mar, anterior al
año 1860.

Los ingenieros franceses que defendieron la ciudad en 1813, no estaban muy contentos con el sistema
fortificado que encontraron, y el estado de conservación que presentaba.
La descripción que hicieron los franceses de las fortificaciones es la siguiente:
"Durante la marea alta, la ciudad se encuentra bañada por las aguas en sus dos flancos, no
siendo accesible más que por el frente de tierra, por el istmo. Este se encuentra defendido por u frente
bastionado de gran relieve, reforzado en el centro por un bastión acasamatado o "caballero", que se encuentra
flanqueado por dos semi-bastiones, emplazados en cada una de las esquinas. Delante de este frente, y
cubriéndolo totalmente, hay fortificaciones regulares. Desgraciadamente, la gran potencia y alcance de la
artillería, hace que la totalidad de estas obras se encuentren expuestas a sus efectos destructores desde todas
las alturas que las rodean. El resto del cinturón que rodea la plaza, está compuesto por una muralla de
únicamente 8 pies de espesor, con un estrecho camino de ronda en su parte superior, protegido por un
murete a modo de barandilla. El muro del frente del este, conocido como de la Zurriola, se encontraba
totalmente expuesto a cualquier batería que se emplazara en las alturas del monte Ulia, o en los arenales del
Chofre, que se extienden sobre la ribera derecha del Urumea. Esta zona se encuentra flanqueada por el
pequeño bastión de San Telmo, y por dos deficientes torres llamadas de Hornos y de Amézqueta. La zona
orientada al norte, está protegida por los elementos naturales, como es el mar Cantábrico reforzado por lo
escarpado de la vertiente que muere en él desde el monte Urgull".

EL CASTILLO Y SUS BATERÍAS
El castillo de la Mota, que sirve como reducto de la ciudad, se levanta en la cima del monte Urgull, a 130
metros de altura sobre el nivel del mar. Para llegar hasta él, existían dos subidas, una la de Santa Teresa, que llevaba directamente hasta la
puerta de la Batería del Mirador y la otra desde la muralla del frente de mar.
El castillo es un estrecho pero sólido "donjon" o macho, situado en la parte superior del monte Urgull. Se
encuentra flanqueado al NE por la Batería del Príncipe y la del Mirador, y la batería de La Reina al SO. Estos elementos, forman en su
conjunto una línea defensiva por encima de la ciudad. Por su privilegiada posición, estas fortificaciones pueden batir sin dificultad todo el
terreno del istmo, situado delante de la plaza. Hay otras baterías secundarias situadas por más sitios del monte, que pueden batir la zona
de la bahía y la rada del puerto.
El origen del castillo se pierde entre las nieblas del pasado. Según los documentos existentes en los archivos
de Simancas y del Servicio Histórico Militar, podemos fechar su inicio en los años de la Edad Media, aprovechando los restos de unas
construcciones anteriores. El primer rey que realizó construcciones defensivas en esta villa, y que se encuentra documentado, fue Sancho
"el Mayor". Se sabe que construyó una atalaya defensiva en los alto del monte Urgull, y se rodeó la ciudad con un cinturón defensivo.
Alrededor de esta atalaya, el rey Sancho "el Fuerte" de Navarra, construyó una cerca en el año 1194, que servía para aumentar la
capacidad defensiva de esta plaza. El dominio del reino navarro duró solamente seis años, pero su germen fue muy importante para el
futuro desarrollo de las fortificaciones de la ciudad.
Para saber cómo sería realmente la descripción de este castillo habría que dejar volar un poco nuestra imaginación.
Don Fernando Mexía se atrevió a hacerlo, y ya que le considero una de las personas más doctas en la materia, me limitaré a transcribir
sus palabras de forma literal:
"Castillo roquero de forma cuadrangular, con cuatro torreones en sus ángulos, redondos y
chicos, con cabida para doce o trece hombres en cada uno de ellos y con espacio para otros cuatro en el
centro. El muro de siete metros de altura aproximadamente y cerca de dos de espesor, rematado por almenas.
Al fondo, la torre del homenaje, de forma cuadrada, de unos tres metros y medio de ancho y una barbacana
de defensa mirando al oeste, con la correspondiente puerta de entrada al castillo. Por la parte del rio un andén
angosto saliendo a la plaza del mismo, mira al muelle y a dicho rio. El castillo se eleva en lo alto de una colina,
dominando por su altura, la plaza de San Sebastián".
Sobre su forma, estructura y demás características, no tenemos descripciones precisas hasta llegado el siglo XVI,
pero no quiero extenderme mucho en esta materia, ya que el momento que nos interesa, sobre su estado constructivo, es muy puntual y
localizado.
La estructura principal del castillo, que fue la existente en los años de la Guerra de Independencia se realizó a raíz
de la invasión del Duque de Angulema, 1512, que evidenció el estado de atraso y abandono en que se encontraban las fortificaciones de
la ciudad, tanto las del monte como las murallas de tierra. Las estructuras que crean el actual castillo que conocemos, se empezaron a
realizar entre 1528 y 1530, cuando se ordenó rematar la obra con la construcción del cubo del castillo con muro y plataforma. Fue la
misma reina quien ordenó esta ampliación, y Don Sancho Martínez de Leiva quien supervisó los trabajos, basados en planos de Don
Gabriel Tadino de Martinengo, prior de Barleta, Ingeniero y Capitán de Artillería. Por aquel entonces se le denominaba "El Cubo de la
Reina".

Plano del Castillo de San Sebastián, llamado de
Santa Cruz de la Mota. 1726.
(Serv. Geogr. del Ejército)

La parte superior del "Macho" se modificará entre 1546 y 1552, perdiendo su aspecto medieval. A partir de
entonces va sufriendo continuas modificaciones, pero todas ellas de menos calado que la descrita, si exceptuamos la necesaria
reconstrucción que se realizó como consecuencia de la voladura sufrida el 7 de Diciembre de 1688. Murugarren rescata un documento de
la época que copio por ser curioso el acontecimiento:

"Fue espantoso el incendio provocado por la voladura
del polvorín del Castillo, según consta en la "Historia de la Fundación del Convento de Carmelitas
Descalzas": Toda la ciudad padeció mucho. Cada uno juzgaba era en su casa el incendio. Los que se
encontraban en los templos, en ellos hacían confesión. Se expandía el temor por el ruido de la multitud, las
piedras, vigas, tejas, etc., que por impulso volaban del Castillo. En los templos, conventos, casas, se partían
puertas, rejas, vidrieras y ventanas, cayendo piedras entre los religiosos, sin que ocurrieran daños personales.
En el Castillo voló mucha parte de él, amenazando ruina la mayor parte del mismo. Murieron diez soldados
de guardia, volando sus cuerpos hechos pedazos por el aire, hallándose al día siguiente, ya en el muelle, ya en
las huertas de la Mota, los miembros de aquellos, despedazados, y parece que sólo el castellano quedó
milagrosamente vivo, si bien malamente herido. En la plaza murieron cuatro vecinos quedando algunos
heridos. La pólvora almacenada en el polvorín pasaba de 800 quintales con buena porción de mechas,
mosquetones, granadas y bombas".
Parece que milagrosamente
sólo quedó en pie, de la estructura superior del
castillo, la pequeña capilla con su Cristo intacto, y
con la vela aún encendida.

Los dibujos superior e inferior, nos pueden dar una idea de cómo
era la parte superior del castillo en 1813, a excepción de algún
pequeño detalle, como el arco de la campana, conocido
popularmente como "la horca", que se realizó ya en época de las
En esta fotografía se puede ver el aspecto

Guerras Carlistas.

achaparrado del castillo,
antes de la construcción del Sagrado Corazón que
actualmente corona su parte superior.

Vamos a detallar un poco más las diferentes baterías y fortificaciones del castillo, dispersas por el monte
Urgull.

Nº1.- Enmarcado en azul se puede ver el "donjon" o macho del Castillo del Santo Cristo de la Mota de San
Sebastián, del que ya hemos hablado anteriormente.
Nº2.- La Batería del Mirador era la fortificación de
mayor importancia del monte después del castillo propiamente dicho. Su
construcción duró desde finales del siglo XVII hasta ya entrado el siglo XVIII. En
esta defensa se sitúa la puerta de acceso más importante a todo el sistema defensivo
del monte. Por ella entraba en las defensas el camino que unía la ciudad, y que partía
desde la iglesia de Santa María, junto al Convento de Santa Teresa.

Plano atribuido al Cuerpo de Ingenieros de la
Batería del Mirador. 1735.
(Serv. Geogr. del Ejército)

Su importancia en los acontecimientos de 1813 fue enorme. Sufrió un intensísimo bombardeo en la fase
final del asedio, tras el cual acabó "abierto en brecha". Sobre sus muros se izó la bandera de rendición francesa, y por su puerta desfiló el
orgulloso ejército imperial tras haberse rendido a los aliados.

Aspecto actual de la Batería, en la que se aprecia
perfectamente la inaccesibilidad de la posición.

Nº 3 y 4.- En la cara sur, inmediatamente encima de la Batería del Mirador, y unida a esta por un muro
aspillerado, estaba la batería del Príncipe. Su papel en la defensa de la plaza en 1813 fue muy destacado, por lo que se convirtió en uno de
los objetivos principales de los cañones aliados.
La Batería del Príncipe es conocida también como batería del Huerto del Gobernador, o de la Princesa. Su
construcción se realizó durante el siglo XVIII. Estaba unida a la Batería de Santiago o de la Reina por un muro aspillerado que cerraba el
frente de Este a Oeste. Realmente se componía de dos baterías, la alta (nº4) y la baja (nº3). Podía batir un amplio frente que abarcaría
desde el Monte Ulía y el río Urumea, hasta las alturas de San Bartolomé.
Nº 5.- Batería del S.O.
Nº 6.- Batería de Napoleón. Construida por los franceses durante la ocupación de la ciudad entre 1808 a
1813. Una vez tomado el castillo por los aliados, se le cambió de nombre, pasando a denominarse Batería de Wellington. Hoy en día ha
recuperado su denominación original. Su misión consistía en batir las alturas de San Bartolomé, proteger la falda del monte y la bahía.
También podía ejercer alguna acción sobre la posición del "Antiguo".
Nº 7.- El puerto estaba defendido por dos baterías, la
llamada de la Reina (actualmente es la explanada conocida por todos los donostiarras
como del Macho) y la de las Damas (donde se encuentran actualmente los cañones
procedentes de las guerras de Marruecos, y la casa que fue museo de miniaturas
militares). No tuvieron excesiva importancia en el desarrollo del sitio.
La Batería de la Reina es conocida también como de
Santiago o del muelle, ya que enfilaba con sus piezas ese punto de la ciudad. Su
construcción se realizó a comienzos del siglo XVIII. Podía batir el mar y la entrada
de la bahía, así como la isla de Santa Clara y el monte Igueldo.
Nº 8.- Batería de Santa Clara Alta.
Nº 9.- La Batería de las Damas ocupaba el lugar donde antes se levantaba una garita o torreta llamada
Garita de Santa Clara. Cuando el ingeniero Spanochi proyectó el cierre del monte por el sur, enlazando el muro de Villaturiel, concibió la
existencia de esta fortificación. Podía batir la entrada de la bahía, la isla de Santa Clara y el monte Igueldo.

Fotografía de la Batería de las Damas de la segunda mitad del
siglo XIX. Se puede notar que los cañones con que se encuentra
dotada son anteriores a los Saint Chamond que actualmente la
decoran.
(Fotografía Colecc. del Autor)

Nº 10.- Batería de Santa Clara Baja. Situada dominando la entrada en la bahía, fue construida en la primera
mitad del siglo XVIII. Formaba parte de la defensa del lado Oeste junto a la Batería de las Damas.
Nº 11.- Batería de Bardocas. Se construyó a principios del siglo XVIII con el fin de proteger el monte de un
posible ataque desde el mar. Los cuerpos de guardia y polvorines que actualmente se pueden ver en ruinas son construcciones
posteriores al año 1813. A su alrededor existen multitud de grutas y cuevas que fueron aprovechadas por los defensores como refugios
improvisados ante el incesante bombardeo al que se veían sometidos..

Planos, vistas y perfiles de las grutas situadas en el
Castillo de la Mota de San Sebastián que han de
servir para almacenes de pólvora y víveres.
Juan de Subreville. 1727.
(Serv. Geogr. del Ejército).


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