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DECLARACIÓN DE SENTIMIENTOS
SENECA FALLS * NUEVA YORK * JULIO 19, 20 * 1848
CONSIDERANDO: Que está convenido que el gran precepto de la naturaleza es que “el
hombre ha de perseguir su verdadera y sustancial felicidad”. Blackstone en sus
Comentarios señala que puesto que esta Ley de la naturaleza es coetánea con la
humanidad y fue dictada por Dios, tiene evidentemente primacía sobre cualquier otra.
Es obligatoria en toda la tierra, en todos los países y en todos los tiempos; ninguna ley
humana tiene valor si la contradice, y aquéllas que son válidas derivan toda su fuerza,
todo su valor y toda su autoridad mediata e inmediatamente de ella; en consecuencia:
DECIDIMOS: Que todas aquellas leyes que sean conflictivas en alguna manera con la
verdadera y sustancial felicidad de la mujer, son contrarias al gran precepto de la
naturaleza y no tienen validez, pues este precepto tiene primacía sobre cualquier otro.
DECIDIMOS: Que todas las leyes que impidan que la mujer ocupe en la sociedad la
posición que su conciencia le dicte, o que la sitúen en una posición inferior a la del
hombre, son contrarias al gran precepto de la naturaleza y, por lo tanto, no tienen ni
fuerza ni autoridad.
DECIDIMOS: Que la mujer es igual el hombre –que así lo pretendió el Creador– y que
por el bien de la raza humana exige que sea reconocida como tal.
DECIDIMOS: Que las mujeres de este país deben ser informadas en cuanto a las leyes
bajo las cuales viven, que no deben seguir proclamando su degradación, declarándose
satisfechas con su actual situación ni su ignorancia, aseverando que tienen todos los
derechos que desean.
DECIDIMOS: Que puesto que el hombre pretende ser superior intelectualmente y
admite que la mujer lo es moralmente, es preeminente deber suyo animarla a que
hable y predique en todas las reuniones religiosas.
DECIDIMOS: Que la misma proporción de virtud, delicadeza y refinamiento en el
comportamiento que se exige a la mujer en la sociedad, sea exigido al hombre, y las
mismas infracciones sean juzgadas con igual severidad, tanto en el hombre como en la
mujer.
DECIDIMOS: Que la acusación de falta de delicadeza y de decoro con que con tanta
frecuencia se inculpa a la mujer cuando dirige la palabra en público, proviene, y con
muy mala intención, de los que con su asistencia fomentaban su aparición en los
escenarios, en los conciertos y en los circos.
DECIDIMOS: Que la mujer se ha mantenido satisfecha durante demasiado tiempo
dentro de unos límites determinados que unas costumbres corrompidas y una
tergiversada interpretación de las Sagradas Escrituras han señalado para ella, y que ya
es hora de que se mueva en el medio más amplio que el Creador le ha asignado.
DECIDIMOS: Que es deber de las mujeres de este país asegurarse el sagrado derecho
del voto.
DECIDIMOS: Que la igualdad de los derechos humanos es consecuencia del hecho de
que toda la raza humana es idéntica en cuanto a capacidad y responsabilidad.
DECIDIMOS, POR TANTO: Que habiendo sido investida por el Creador con los mismos
dones y con la misma conciencia de responsabilidad para ejercerlos, está demostrado
que la mujer, lo mismo que el hombre, tiene el deber y el derecho de promover toda
causa justa por todos los medios justos; y en lo que se refiere a los grandes temas
religiosos y morales, resulta muy en especial evidente su derecho a impartir con su
hermano sus enseñanzas, tanto en público como en privado, por escrito o de palabra,
o a través de cualquier medio adecuado, en cualquier asamblea que valga la pena
celebrar; y por ser esto una verdad evidente que emana de los principios de
implantación divina de la naturaleza humana, cualquier costumbre o imposición que le
sea adversa, tanto si es moderna como si lleva la sanción canosa de la antigüedad,
debe ser considerada como una evidente falsedad y en contra de la humanidad.
En la última sesión Lucretia Mott expuso y habló de la siguiente decisión:
DECIDIMOS: Que la rapidez y el éxito de nuestra causa depende del celo y de los
esfuerzos, tanto de los hombres como de las mujeres, para derribar el monopolio de
los púlpitos y para conseguir que la mujer participe equitativamente en los diferentes
oficios, profesiones y negocios.
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